Puellae doctae: las mujeres cultas del Renacimiento

«Puellae doctae», las muchachas doctas, fue el apodo que un grupo de mujeres brillantes, con gran preparación humanística y excelentes conocimientos, recibió entre los círculos cortesanos a los que pertenecían. Varios hechos explican este hecho que se desarrolló no solo en las cortes peninsulares, sino también en las cortes europeas. En primer lugar, el interés renacentista por el conocimiento y la difusión de las lenguas clásicas que permitió el resurgimiento de la educación femenina;  en segundo lugar, debido al mecenazgo desarrollado por reinas, virreinas e infantas españolas y, en tercer lugar, de tanta o más importancia, como dejó escrito alguna de ellas, «al sudor y constantes vigilias» o, como subrayó otra, «por mi industria, estudios y trabajos».

Durante los siglos XV y XVI florecieron en las cortes europeas, especialmente en Italia, Francia e Inglaterra, grupos de mujeres brillantes que participaron en el proyecto renacentista. También en los reinos peninsulares, desde principios del siglo XV, apareció un buen número de jóvenes  que fueron famosas por sus conocimientos y erudición.

La mayor parte de estas mujeres procedían de ambientes prósperos y favorables a la cultura: eran hijas de aristócratas o de intelectuales (profesores, médicos, abogados, etc.). Gracias a esta buena posición familiar podían contar con grandes maestros y bibliotecas particulares y alcanzar una excelente cultura y formación que, por otra parte, estaba vedada a la mayor parte de las mujeres.

La corte humanista de una reina humanista: Isabel la Católica

Esta presencia femenina en las altas esferas intelectuales y su participación activa en el nuevo movimiento cultural, alcanzaron su máximo esplendor durante el reinado de Isabel I de Castilla. La reina, mujer culta y entusiasta de las letras y las artes, llevó a cabo una importante obra de difusión y recuperación de la cultura clásica. Su determinación tardía de aprender latín y su empeño por mejorar el ambiente cultural de la corte, le llevaron a llamar y acoger a destacados humanistas como Antonio de Nebrija, Alonso de Palencia, Luis Vives, Lucio Marineo Sículo y Pedro Mártir de Anglería, entre otros. Fue en este ambiente erudito de la corte de Isabel la Católica donde floreció el nutrido grupo de mujeres dedicadas a la investigación y al estudio de la cultura y la lenguas clásicas. Gracias a ellas, las infantas y las damas del entorno palaciego, animadas por la reina, empezaron a conocer y aprender también estas lenguas.

Lucio Marineo Sículo

Lucio Marineo Sículo en su obra Cosas memorables de España (De rebus Hispaniae memorabilibus) señala que la reina Isabel proporcionó maestros a todos los miembros de la corte, tanto doncellas como pajes. Este interés por la cultura en la corte de Isabel la Católica llamó la atención en Europa donde viajeros como Münzer describió cómo Pedro Mártir de Anglería educaba a los jóvenes cortesanos enseñándoles a recitar clásicos latinos como Juvenal y Horacio y alabó tan buen hacer cultural.

Biblioteca del monasterio de san Juan de los Reyes en Toledo.

Uno de los instrumentos que puso al servicio de los cortesanos y especialmente del nutrido grupo de mujeres cultas fue su biblioteca. Entre sus lecturas predilectas se encontraba la obra de Christine de Pizan, poeta y filósofa francesa que murió en 1430.

Las «puellae doctae» de la corte de la reina Isabel la Católica

Beatriz de Bobadilla (1440- 1511)

Entre este selecto grupo destacó, en primer lugar Beatriz de Bobadilla, quien, nacida en Salamanca en 1440, estuvo desde muy joven al servicio de la reina, cuando todavía era una infanta. Beatriz de Bobadilla fue una amiga personal y consejera de la reina durante toda su vida, a quien acompañó en viajes, expediciones y guerras.

Entre los logros del reinado atribuidos  a la influencia de Beatriz, uno de los más determinantes fue la decisión de la reina a prestar su apoyo a Cristóbal Colón. El poeta Alvar Gómez de Ciudad Real recogió estos hechos en un composición latina dedicada al descubrimiento del Nuevo Mundo, donde expone las dudas de la reina y las exhortaciones de Beatriz de Bobadilla a su soberana para que llevase a cabo la empresa.

Beatriz contrajo matrimonio con Andrés Cabrera, mayordomo de palacio, y tanto él como ella prestaron grandes servicios a la Corona por lo que fueron recompensados con el titulo de marqueses de Moya y el gran señorío de Chinchón.

A la muerte de Isabel la Católica en 1504, los marqueses de Moya se retiraron de la corte, Beatriz murió en Madrid en 1511, dejando un recuerdo lleno de consideración hacia su persona.

Beatriz Galindo, la Latina.

Nacida también en Salamanca hacia 1475, Beatriz Galindo tuvo la fortuna de pertenecer  a una familia noble y muy culta, que le permitió adquirir una esmerada educación. Tuvo un extenso conocimiento de la cultura y las lenguas clásicas, así como de filosofía, que estudió con interés y profundidad, siguiendo especialmente a Aristóteles. A  los quince años, no solo sobresalía en la traducción y lectura de los textos clásicos, sino también en el latín hablado, lo que hizo que su fama se extendiese primero por Salamanca y después por todo el reino.

Cuando en 1486, por decisión de sus padres, se preparaba para ingresar en un convento, fue llamada por la reina Isabel la Católica a la corte como preceptora de sus hijas. Bajo su magisterio, la misma reina aprendió latín y la convirtió en amiga y consejera hasta el final de su reinado. Fue una de las mujeres más elogiadas de su tiempo. Lope de Vega le dedicó unos versos en La Jerusalén conquistada:

Su querida Beatriz, su prenda amada,
por segunda Nicostrata tenida,
célebre vivirá de gente en gente,
en nombre de Latina eternamente.

Tras la muerte de su marido en 1501 y de la reina en 1504, solicitó autorización para abandonar la corte y dedicarse de pleno al estudio. Un año después construyó el llamado Hospital de los pobres en Madrid, conocido con el nombre de La Latina. También fundó el Convento de la Concepción Francisca y de la Concepción Jerónima, para mujeres pobres, encargándose directamente de la dirección.

Desde su academia de filosofía del convento de la Concepción Jerónima, Beatriz intentó dar un impulso a un escogido círculo de intelectuales. Asimismo, con sus fundaciones conventuales femeninas, proporcionó a otras mujeres un espacio hacedor de cultura femenina, donde pudieran dedicarse a la formación intelectual y al estudio.

Cerca del convento mandó construir su propia residencia, la casa-palacio de los Ramírez, conocido hoy como el palacio de Viana.

Palacio de Viana (Madrid)

Pese a que desarrolló una gran creatividad literaria, se han perdido todas sus obras, incluidas sus cartas. Se le han atribuido unas Notas y Comentarios sobre Aristóteles, unas Anotaciones sobre escritores clásicos antiguos y una serie de poemas en latín.

Teresa de Cartagena (1420-?)

Esta religiosa, escritora y mística, autora de la obra Arboleda de los enfermos,  un tratado místico sobre los beneficios espirituales del sufrimiento físico, fue también llamada a su corte por la reina Isabel, después de que esta última hubiera leído su obra.

En 1449, Teresa había entrado en el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, perteneciente a la orden del Císter, y fue allí donde a partir de 1453 o 1459 se declaró su sordera, limitación que contribuyó a desarrollar su interioridad y su misticismo.

Cuando se enteró de que las autoridades consideraban que la Arboleda de los enfermos era de tal calidad que tenía por fuerza que ser obra de un hombre, Teresa de Cartagena se apresuró otro libro Admiratio Operum Dei, en defensa del protagonismo literario de las mujeres y de su nivel intelectual.

Teresa de Cartagena  ha sido reconocida como la primera pensadora y escritora mística en español, y su obra ha sido considerada por algunos autores como el primer texto feminista escrito por una mujer española.

Las muy inteligentes y cultas hijas de Isabel la Católica

La reina atrajo a la corte a estas mujeres doctas con el fin de educar principalmente a sus hijas Isabel, Juana, María y Catalina.

Isabel de Aragón (1470-1498)

La hija mayor de los Reyes Católicos, Isabel, apenas vivió 28 años, pero se casó dos veces, primero con el infante Alfonso de Portugal y, en segundo lugar, con el primo del fallecido, Manuel el Afortunado, que llegaría a ser rey de Portugal. Isabel murió en el parto de su primer hijo Miguel de Paz.

 

Juana I de Castilla (1479-1555)

Llegó a ser reina de Castilla con el nombre de Juana I. En 1496 fue enviada por su  padre a Flandes para contraer matrimonio con Felipe el Hermoso de Habsburgo. Cuando llegó, su excelente educación le permitió hablar y responder en latín a los nobles y personalidades de aquel estado.

María de Portugal (1482-1517)

Contrajo matrimonio en 1500 con el viudo de su hermana, Manuel el Afortunado. A su llegada a Portugal, hablaba perfectamente el latín y lo puso de moda en la corte lusitana. La reina fue madre de diez hijos, entre ellos, Juan III, Enrique I de Portugal y la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V.

 

Catalina de Aragón (1485-1536)

Fue el ejemplo más claro de la educación recibida en la corte de su madre. En 1501 contrajo matrimonio con el príncipe Arturo de Gales, el cual murió pocos meses después. En 1509 se casó con el hermano de su difunto marido, Enrique VIII. En Inglaterra, pudo desplegar todos sus conocimientos, gracias también a la amistad con Juan Luis Vives. Catalina había llegado a dominar perfectamente no solo el inglés, sino también el alemán, el francés, el griego y el latín. Llegó a ser admirada por Erasmo de Rotterdam.

Mujeres renacentistas en la Universidad

Algunas de las «puellae doctae» del Renacimiento sobresalieron en la Universidad de su tiempo, no solo como alumnas sino como docentes.

Juana de Contreras

Sobrina de Lope de Baena y alumna de Lucio Marineo Sículo, con quien mantuvo correspondencia en latín. Sus conocimientos le llevaron a dar conferencias en la Universidad de Salamanca.

Francisca de Nebrija

Hija de Elio Antonio de Nebrija, no solo colaboró con su padre en la redacción de la primera Gramática castellana, sino que a la muerte de este en 1522, lo sustituyó en la cátedra de Retórica de Alcalá.

Lucía/Luisa de Medrano (1484-1527)

Sin duda, el caso más singular. Esta «puella docta» llegó a ser catedrática de Humanidades en 1508 y, probablemente también, de Derecho en la Universidad de Salamanca.

Existen muchos testimonios de la actividad de esta mujer en la Universidad en la que desarrollaba su labor docente comentando los autores latinos. Entre los testimonios de sus coetáneos destacó Lucio Marineo Sículo, quien escribió: «En Salamanca conoscimos a Lucía Medrana, doncella eloquentísima, A la qual oymos no solamente hablando como orador, mas también leyendo y declarando en el Estudio de Salamanca libros latinos públicamente».
En 1514, el mismo Marineo Sículo, le escribió palabras de admiración: «Tú que en las letras y elocuencia has levantado bien alta la cabeza por encima de los hombres, que eres en España la única niña y tierna joven que trabajas con diligencia y aplicación no la lana sino el libro, no el huso sino la pluma, ni la aguja sino el estilo»

 

El final de las «puellae doctae»

A pesar de que hubo también mujeres excepcionales en el siglo XVII, el fenómeno de las «puellae doctae» en el Renacimiento y de este resurgir del espíritu entre las mujeres se caracterizó por la brevedad de su existencia: no duró ni un siglo. Con la muerte de aquellas reinas, infantas y nobles mecenas, el espíritu que sustentaba esta fuerza, que parecía imparable, dada su brillantez comenzó a decaer, prolongándose débilmente en el tiempo.

[Texto adaptado de «Puellae doctae en las cortes peninsulares», artículo de Cristina Borreguero Beltrán, publicado en Mujeres en la historia. Heroínas, damas y escritoras (siglos XVI- XIX), Dossiers Feministas, 15, 2011, pp. 76-100]

PARA SABER MÁS

Podéis ver este vídeo elaborado por la UNED que nos explica quiénes fueron las «puellae doctae»:

https://canal.uned.es/video/5cebb8baa3eeb098398b456d

  • Alvar Ezquerra, Alfredo (2005) «Modelos educativos de Isabel la Católica», en La reina Isabel y las reinas de España, Realidad, modelos e imagen historiográfica, Actas de la VIII Reunión Científica de la Fundación española de Historia Moderna, Madrid, Volumen I. pp. 123- 136.
  • Arteaga, Almudena de (2007): Beatriz Galindo, la Latina: Maestra de reinas, Madrid, Algaba ed.
  • Amores Pérez, Raúl: Biografía de Luisa Sigea Toledana. Una taranconera del siglo XVI en la corte portuguesa y española.