Ana Caro Mallén de Soto

Ana Caro Mallén de Soto fue una de las primeras mujeres que hizo de la escritura su profesión y su medio de vida. Gozó de fama y reconocimiento  en su época no solo entre sus colegas escritores, hombres y mujeres, sino también de autoridades e instituciones que le hicieron encargos de obras con motivo de festejos y conmemoraciones.

Una niña esclava adoptada por un joven matrimonio

No se sabe exactamente la fecha ni el lugar de su nacimiento, pero sí que se conoce un dato que puede resultar curioso: Ana Caro de Mallén fue hija adoptiva del procurador de la Real Audiencia de Granada, Gabriel Caro de Mallén, quien en 1600 la prohijó, bautizándola al mismo tiempo que a su hijo Juan. En la partida de bautismo de Ana, que recibe el nombre de su madre de adopción, figura la indicación «Ana María, esclava de Gabriel Mallén» y se señala que era adulta.

Retrato de una niña de José Antolínez (Museo del Prado)

Juana Escabias (1) nos aclara qué significaba en aquel contexto histórico que Ana María fuera esclava y qué se consideraba «ser adulto» en esta época. Seguramente os sorprenderá saber que España fue el último país occidental en abolir la esclavitud, fenómeno que, además, en Granada fue especialmente grave a causa de la rebelión de los moriscos de finales del XVI. La población morisca fue dispersada para evitar levantamientos: familias enteras fueron separadas, vendiéndose los niños y niñas como esclavos para que fueran cristianizados.  Este, probablemente, fue el caso de Ana María Caro. La acción de Gabriel Caro de Mallén de bautizarla fue un acto de acogimiento y protección hacia la niña.

¿Cuántos años tenía Ana María cuando la adoptaron? Teniendo en cuenta que en esa época la edad penal para los esclavos se situaba en torno a los 10 años y medio para los niños y 9 años y medio para las niñas; nuestra autora debía de tener una edad próxima a los 10 años. Para el cálculo de la edad de Ana María hay que tener en cuenta también que para adoptar un niño se exigía, entre otras condiciones, que hubiera una diferencia mínima de 18 años entre el padre adoptivo y la persona que se adoptaba. Gabriel Caro de Mallén, su padrastro, tenía 31 años cuando prohijó a nuestra autora.

La familia de Ana Caro fue una referencia continua en su vida: su viaje a Madrid para realizar  un encargo profesional (la relación de una boda real) coincide con la época en que su hermano mayor aconseja al rey y es protegido por el poderoso Conde-Duque de Olivares (a quien la propia Ana escribe cartas y dedica su relación); en su comedia Valor, agravio y mujer el hermano de la protagonista sirve en la corte como caballerizo mayor (como lo hacía su hermano Juan) y esta emplea el apellido Ponce de León (el de la marquesa y camarera de la Reina a quien sirve Juan). Su hermano mayor, fray Juan Mallén, también está presente en sus escritos: la relación que Ana realiza en 1628 como homenaje a los mártires del Japón describe un suceso que influía directamente en fray Juan, que se preparaba para ser misionero en el Extremo Oriente.

Una educación exquisita

No se sabe nada acerca de sus estudios, aunque sus referencias mitológicas e históricas y su dominio de los clásicos, permiten adivinar largos años de estudio y preparación. En sus obras se citan autores como Lucano, Séneca, Marcial, Enrique de Villena, Juan de Mena o fray Luis de Granada, entre otros. Conoce también a los autores contemporáneos: Cervantes, Góngora (a quien alaba en alguna ocasión), Calderón o Tirso de Molina.

Todas estas lecturas nos dan la imagen una mujer intelectualmente inquieta y en continua formación. Era una mujer interesada por el presente, por los acontecimientos sociales y políticos que la rodeaban; brillante y con capacidad de análisis.

Vida y muerte en Sevilla

Ana Caro de Mallén abandonó Granada con su familia y se instaló en Sevilla donde pasaría el resto de su vida, con la única excepción del viaje que realizó a Madrid en 1637, donde acudió para escribir la relación de una boda real. Allí participó en las reales fiestas que se celebraron en el palacio del Buen Retiro, en ocasión de la coronación de Fernando III como rey de Hungría y de la entrada en Madrid de María de Borbón. En la corte, Caro conocerá a Castillo Solórzano y a María de Zayas.

Trabó una entrañable amistad con María de Zayas durante este periodo madrileño. Ambas manifestaron públicamente su mutua admiración. Zaya dijo de doña Ana:

«La señora doña Ana Caro, natural de Sevilla; ya Madrid ha visto y hecho experiencia de su entendimiento y excelentísimos versos, pues los teatros le han hecho estimada y los grandes entendimientos le han dado laureles y vítores, rotulando su nombre por las calles.»

Por su parte, Ana Caro le dedicó, en el año 1638, las Décimas a doña María de Zayas y Sotomayor.

En Sevilla inició y desarrolló su carrera literaria y se relacionó con la élite literaria y cultural de la ciudad. Perteneció  a la academia literaria que sostenía el conde de la Torre y recibió la protección de numerosas personalidades. Vélez de Guevara, en su obra El Diablo Cojuelo (1641) la presenta leyendo una silva en esta academia; aunque no se ha encontrado ninguna referencia más a la autora en la mencionada academia.

A partir de 1646 no se vuelven a tener noticias de la escritora. Juana Escabias, en su investigación sobre la autora, encontró una inscripción de fallecimiento de ese mismo año a nombre de doña María Ana Caro que ella atribuye a la escritora. La inscripción se encuentra en el que fue el antiguo convento de dominicos donde vivió y trabajo su hermano fray Juan Mallén y reseña, además, los nombres de otras personas fallecidas por la peste.

«La peste de 1649», obra anónima, en la que puede verse el Hospital de la Sangre, más tarde de las Cinco Llagas, donde se instaló un lazareto exterior para atender a los apestados

Parece probable que Ana Caro de Mallén falleció a causa de una epidemia  de peste en «La Rabeta», un hospital ubicado en una antigua plaza hoy desaparecida del mismo nombre. Las circunstancias de su fallecimiento refuerzan la teoría de que Ana María Caro de Mallén escribió una obra bastante más extensa de que la que conocemos y ha llegado hasta nosotros. El destino de su legado, de toda aquella producción que no pudo editar o hacer pasar a la posteridad, debió de ser el que en la época se tributaba a las pertenencias de los fallecidos por la epidemia de la peste: el fuego.

Una famosa escritora profesional

Ana Caro de Mallén fue una escritora famosa en su tiempo, que cobraba por su trabajo y cuyos clientes pertenecían a la nobleza, tanto de Sevilla como de Madrid. Gracias a la investigación de Lola Luna, conocemos que Ana Caro fue una “escritora profesional”. Recibió 1100 reales por el Contexto de las reales fiestas, documentado en los gastos generales de las fiestas. Además, poseemos documentos de las Actas y Acuerdos del cabildo sevillano sobre los pagos por sus autos, por lo que cobró 300 reales por cada uno de ellos.

Tuvo acceso al mundo editorial y publicó y reeditó sus textos dramáticos en solitario y en antologías en las que fue acompañada de escritores de primera talla. Su obra de teatro Valor, agravio y mujer aparece en compendios de comedias junto a obras de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Diego de Torres y Villarroel, Gerónimo de Cifuentes, Carlos de Arellano o sor Juana Inés de la Cruz. El conde Partinuplés se publicó en Laurel de Comedias. La nómina de dramaturgos que la acompañaban en aquella ocasión eran: Pedro Calderón de la Barca, Francisco de Vitoria, Luis Vélez de Guevara, Juan Ruiz de Alarcón, Antonio de Mendoza, Antonio Mira de Amescua, Gaspar de Ávila…

De toda la producción literaria de esta autora, solamente han llegado hasta nosotros dos comedias, una loa, un coloquio sacramental, cuatro relaciones y cinco poemas sueltos. En 1645 escribe y cobra en Sevilla la última pieza teatral que conocemos y conservamos de ella. Ese mismo año aparece impreso un soneto dedicado al notario Tomás de Palomares, titulado «Marinero feliz, que nunca hallamos…, que se publica en la obra Estilo nuevo de escrituras públicas del mencionado notario. En 1646 encontramos la última de sus creaciones, un soneto para doña Inés Jacinta Manrique de Lara («Si pensara, señora, que al terrible…»), compilado en el manuscrito Sonetos varios recogidos aquí de diferentes autores así de manuscritos como de algunos impresos.

Parece plausible suponer que doña Ana tuvo una producción más extensa de la que se ha conservado. Se adivina en su obra mucha práctica tras su nivel creativo. Su notorio dominio de la técnica de la versificación es innegable, igual que su pericia para la construcción dramática: las dos comedias que conservamos de ella son evidentemente obras de madurez. Otros hechos avalan una perdida producción literaria de esta autora, fundamentalmente los testimonios de sus contemporáneos acerca de su extensa obra. Rodrigo Caro, por ejemplo, dijo en su obra Varones insignes en letras naturales de la Ilustrísima Ciudad de Sevilla:

Doña Ana Caro, insigne poeta, que ha hecho muchas comedias representadas en Sevilla, Madrid y otras partes con grandísimo aplauso, y ha hecho otras muchas y varias obras de poesía, entrando en muchas justas literarias, en las cuales, casi siempre, se le ha dado el primer premio.

Las Relaciones

Aparte de su condición de autora de teatro, la crítica destaca hoy especialmente su labor pionera como autora de relaciones y cronista de los acontecimientos de su tiempo, singulares, costumbristas, conmemorativos y celebrativos, actividad «periodística» para la que recibió encargos. El conde-duque de Olivares se interesará personalmente para su publicación. Esto hizo que la profesión de poeta fuera muy competitiva y, por ello, es más admirable que estos encargos le fueran hechos.

Las relaciones de sucesos eran textos literarios en los que se narraban acontecimientos sociales, históricos, religiosos o políticos. Se publicaban en pliegos sueltos y eran muy populares, constituyendo una de las primeras manifestaciones de la cultura de masas. Como género, en estas relaciones los poderes seculares y eclesiásticos buscan el efecto propagandístico del arte y la literatura, pudiendo reconocerse en ellas los primeros atisbos de formación de lo que conocemos como opinión pública.

En las Relaciones de sucesos de Ana Caro se celebraba la expansión territorial del imperio español, el poder monárquico y sus fastos, la exaltación de la fe católica, la lucha contra el hereje y el culto a los santos como parte de esa misma política.

De este último tema trata la primera Relación publicada en 1628, Relación en que se da cuenta de las grandísimas fiestas que en el convento de N.P.S. Francisco de la ciudad de Sevilla se han hecho a los santos mártires de JapónSe celebraba que el papa Urbano VIII había beatificado a los 26 sacerdotes que habían sido ejecutados mediante crucifixión en 1597 en Nagasaki. El texto de Ana Caro se ha relacionado con la actividad de los franciscanos para dar a conocer los hechos, de ahí las fiestas que se celebraron en el convento de la orden en Sevilla, objeto de la Relación.

En 1633 sale a la luz pública un romance, la Grandiosa victoria del general de Ceuta sobre los moros de Tetuán, en el que se celebraba una victoria mínima, al parecer con datos reales.

La Relación de la fiesta y octava celebrada en la parroquia de San Miguel de Sevilla en desagravio por los sucesos de Flandes se publicó en 1635  y narra la ocupación de Tillemont de Flandes por tropas francesas.

Fernando III de Austria, nombrado rey de Hungría en 1637. Retrato de Frans Luycx

En 1637 parece haber alcanzado cierto renombre como autora de relaciones, pues cobra 1100 reales por parte de la Villa de Madrid, para la que escribe con motivo de las celebraciones del Buen Retiro a las que hemos aludido antes. Según pone de manifiesto la propia escritora, en 1637 se traslada de Sevilla a la corte; dice llegar a Madrid en un frío enero y señala con precisión que se aloja en la Red de San Luis, pero no alude a María de Zayas, a la que elogia en uno de los poemas preliminares de las novelas, publicadas ese mismo año. Se había nombrado en la dieta de Ratisbona rey de Romanos al rey de Hungría y Bohemia, Fernando III, familiar de Felipe IV, y entraba en Madrid la princesa de Cariñán, María de Borbón, por lo cual se desarrolló una serie de festejos del 16 al 25 de febrero, como pusieron de relieve otras relaciones de la época; se trataba de un asunto de implicaciones políticas en la Europa del momento.

El teatro religioso

Al menos desde 1639 se dedica al teatro religioso. Ese año, de nuevo en Sevilla, aparece una Loa sacramental para las fiestas del Corpus, se trata de un texto compuesto en cuatro lenguas, que son parodiadas: portugués, francés, morisco y guineo.

De 1641 a 1645 participa en las fiestas del Corpus Christi, pagada por el Cabildo de Sevilla, para el que compone algunas obras que se han perdido, como La puerta de la Macarena y La cuesta de la Castilleja. En 1645, también para el Corpus, redactó un Coloquio entre dos.

Las comedias

Solo conservamos dos de las «muchas comedias» a las que aludía Rodrigo Caro: una de enredo, Valor, agravio y mujer, y otra caballeresca, El conde Partinuplés. Esta última publicada en 1653, en el Laurel de Comedias. Cuarta parte de diferentes autores. En ambas, la dramaturga transmite un mensaje a favor de las mujeres, aunque en la de caballerías lo hace de una forma mucho más velada, ya que en sí se trata de la dramatización del romance homónimo, Portonopeus de Blois (1188), traducido y publicado en España en 1497.

El conde Partinuplés

Sirviéndose del argumento primigenio, Caro escribe una comedia de gran elaboración escenográfica –de apariencias y tramoya–, que le permitió recrear sobre las tablas el ambiente mágico que ya aparecía en la novela.

La comedia comienza cuando los cortesanos le exigen a Rosaura, emperatriz de Constantinopla, hija de Aureliano y Rosimunda, que ya han muerto, que se case. Explican que el imperio necesita sucesor. Rosaura replica que ha evadido el matrimonio debido a un funesto pronóstico astrológico. Persuadida por sus vasallos, Rosaura acepta casarse en el plazo de un año. Con la ayuda de la maga Aldora busca el mejor candidato, utilizando un espejo mágico. De los varios candidatos escoge al conde Partinuplés, aunque este ya tiene dama, Lisbella. Gracias a las artes de Aldora, consigue atraerlo al palacio y allí, utilizando la trama de la amante invisible, intenta probar su fidelidad y su palabra. Con la ayuda de Aldora todo se resuelve y la emperatriz Rosaura se casa con el conde Partinuplés.

La obra se ha considerado de escaso interés por su falta de originalidad, ya que la trama se limita a ceñirse a las normas establecidas. Lo interesante en ella, dicen los críticos, no es el conflicto, ni los personajes o la coherencia de la acción, sino los efectos especiales, la escenografía, es decir, cómo se ponía en escena.

Podéis ver una representación de una obra realizada por Iceberg Studio:

Valor, agravio y mujer

Valor, agravio y mujer nos presenta la historia de doña Leonor, una dama abandonada por don Juan, y sus intentos de recobrar su honor. Según el texto mismo, Leonor es una mujer bellísima, tierna y discreta que siguió las reglas del juego de amor con don Juan. Se vieron, se enamoraron, se reunieron con la ayuda de una tercera y se prometieron ser esposos. Don Juan pone de inmediato tierra de por medio. Llega a Flandes donde se enamora de la duquesa Estela, y donde conoce al hermano de Leonor, Fernando, que no ha visto a Leonor desde que era una niña y que pretende también a Estela. Los ingredientes de la intriga están servidos. Leonor saldrá en persecución de don Juan y, al descubrirse engañada, jurará venganza.

Leonor se describe también como fuerte, apasionada, resuelta, vengadora  y valiente. Este soliloquio con que termina la primera jornada muestra la grandeza de la figura escénica de Leonor:

¡Venganza, venganza,
cielos! El mundo murmure,
que ha de ver en mi valor,
a pesar de las comunes
opiniones, la más ilustre
resolución que vio el orbe…
Mi honor, en la altiva cumbre
de los cielos he de ver,
o hacer que se me disculpen
en mis locuras mis yerros,
o que ellas mismas apuren
con excesos cuanto pueden,
con errores cuanto lucen
valor, agravio y mujer,
si en un sujeto se incluyen.

Leonor representa así una tradición bastante popular en la comedia: la de la mujer varonil, y especialmente la vengadora de sí misma.

Yo, ¿soy quién soy?
Engáñaste si imaginas,
Ribete, que soy mujer;
mi agravio mudó mi ser.

Leonor con su astucia logrará recuperar a don Juan sin necesidad de buscar la protección de su hermano, dando ella misma con su valor solución a su agravio y desmintiendo de paso la común opinión sobre la flaqueza de las mujeres. Disfrazada de Leonardo enamorará a Estela, dejando a don Juan compuesto y sin dama; se hará pasar por el nuevo prometido de Leonor, que en realidad es ella misma, que, antes de casarse con Leonor, ha decidido vengar el ultraje cometido con ella por don Juan, con el que se enfrentará espada en mano, mostrando también su habilidad en este coto varonil. Bajo su identidad de Leonardo, Leonor desafiará en todo a don Juan como galán y como caballero. Don Juan, furioso con este Leonardo, en quien no reconoce a Leonor, es ahora quien se siente traicionado, pues al haber dado a Leonor palabra de matrimonio, se considera como un marido engañado. El malparado es el hombre, acusado de inconstante:

¿No sois vos el inconstante
que finge, promete, jura,
ruega, obliga, persüade,
empeña palabra y fe
de noble, y falta a su sangre,
a su honor y obligaciones,
fugitivo al primer lance,
que se va sin despedirse
y que aborrece sin darle
ocasión?

La autora maneja una fórmula teatral establecida: la mujer disfrazada de varón que busca la recuperación de su honra y que aparece en otras obras de la época: Rosaura de La vida es sueño, Gila de La serrana de la Vera y Juana de Don Gil de las calzas verdes, por ejemplo.

Leonor asume las reglas de un código del honor que la obliga a casarse con don Juan, pero ironiza sobre las exigencias de un código establecido por el hombre en el que el hombre puede verse absurdamente atrapado. Don Juan, que no ha tenido problemas en agraviar a Leonor, se siente ultrajado cuando cree que Leonor le ha olvidado y tiene relaciones con Leonardo. No puede casarse con Leonor, aunque muera Leonardo, porque no puede perdonar el ultraje. Y don Fernando tampoco tiene salida, pues no puede casar a Leonor con Leonardo, si vive don Juan, con quien se había dado palabra de matrimonio, pues eso sería bigamia. La conclusión a la que llegan es absurda:

Todos hemos de matarnos,
yo no hallo otro remedio.

La oportuna revelación de Leonardo sobre su verdadera identidad, la de Leonor, reconvierte  una solución sangrienta en una solución amable y al gusto de todos. Leonor resuelve su agravio sin ayuda de un hombre y sin sangre. La autora elude conscientemente un final trágico, en contestación a un género teatral bien conocido, el de los drama de la honra del tipo de El castigo sin venganza, de Lope de Vega, o de El médico de su honra de Calderón, en los que el código del honor exige que cualquier agravio, real o imaginado, sea lavado con sangre.

El Festival de Almagro programó en julio de 2019 un ciclo sobre la obra dramática de Ana Caro de Mallén:

PARA SABER MÁS…

Podéis ver esta entrevista a Ignacio García sobre la obra de Ana Caro de Mallén en el Club Virtual de Lectura del Instituto Cervantes:

Fuentes:

  • BARANDA LETURIO, Nieves: «Las escritoras en el siglo XVII» Edición digital a partir de Ignacio Arellano  (coord.), Paraninfos, segundones y epígonos de la comedia del Siglo de Oro, Barcelona: GRISO, Universidad de Navarra/ Anthropos, 2004, pp. 21-28
  • COLÓN CALDERÓN, Isabel: «Ana Caro Mallén de Soto» en <http://dbe.rah.es/biografias/17213/ana-caro-de-mallen-y-soto&gt; [Consultado el 7/04/2]
  • ESCABIAS, Juana: «Ana María Caro Mallén de Torres: una esclava en los corrales de comedias del siglo XVII» en EPOS, XXVIII (2012), pp. 177-193.
  • FERRER VALLS, Teresa: «La ruptura del silencio: mujeres dramaturgas en el siglo XVII» en Mujeres, escrituras y lenguajes (en la cultura latinoamericana y española), Valencia, Universitat de Valencia, 1995.
  • LUNA RODRÍGUEZ, Lola: «Ana Caro, una escritora de oficio» en Leyendo como mujer la imagen de la Mujer, Barcelona-Sevilla, Anthropos- Instituto Andaluz de la Mujer, Junta de Andalucía, 1996, pp. 138-157.
  • PASCUA SÁNCHEZ, María José de la: «Ana Caro Mallén de Soto, dramaturga (1590-1646)» en <http://www2.ual.es/ideimand/ana-caro-mallen-de-soto-1590-1646-dramaturga/&gt; [Consultado el 7/4/20]
  • STROUD, Mathew D.: «La literatura y la mujer en el Barroco: «Valor, agravio y mujer» de Ana Caro», edición digital a partir de las Actas del VIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, celebrado en Brown University, Providence, Rhode Island, del 22 al 27 de agosto de 1983, volumen II, pp. 605-612.
  • URBAN BAÑOS, Alba: «Las protagonistas ideadas por dramaturgas: ¿damas que desdicen su nombre?» Edición digital a partir de Germán Vega García-Luengos y Héctor Urzáiz Tortajada (coords.), Cuatrocientos años del «Arte nuevo de hacer comedias» de Lope de Vega. Actas selectas del XIV Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro, Valladolid, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, 2010, pp. 1057-1066.
  • URBAN BAÑOS, Alba: «El «yugo del himeneo»: obligación, elección y desenlace en El conde Partinuplés de Ana Caro», edición digital a partir de Elisa García-Lara y Antonio Serrano (coords.), Dramaturgos y espacios teatrales andaluces de los siglos XVI-XVII. Actas de las XXVI Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 2011, pp. 385-402