Walther von der Vogelweide (c. 1170-1228)

Walther von der Vogelweide (1165-1230) es el mayor de los poetas líricos alemanes anteriores  al Renacimiento y uno de los poetas medievales más considerables y de más recia personalidad.

En su poesía Walther von der Vogelweide se presenta a sí mismo en la postura siguiente: «Estaba sentado  encima de una piedra, con una pierna cruzada sobre la otra, el codo apoyado y la mano aguantando fuertemente la cara y me preguntaba con angustia cómo se vive en el mundo...» El miniaturista del famoso cancionero alemán de Heidelberg, que era un artista excelente, pintó a nuestro Minnensänger (nombre con el que se designa a los trovadores germanos) en esta postura; y solo se podrá objetar al anónimo artista que el poeta amaba a los pájaros en libertad y es poco probable que los tuviera encerrados en jaulas, aunque hay en este detalle de la miniatura una especie de simbolismo heráldico con referencia a su nombre. Vogel, «pájaro» y Weide, «prado».

Nació probablemente en el Tirol, realizó sus primeras experiencias literarias en la corte vienesa del duque Federico de Babenberg, donde tuvo por maestro de poesía al Minnesänger Reinmar von Hagenau. Al morir su protector y no serle favorable el duque que le sucedió, Walther inició una vida errabunda de poeta, recorrió las tierras del Imperio y residió en cortes señoriales que le brindaron ocasional refugio.

Conservamos noventa y cinco composiciones de Walther von der Vogelweide que presentan dos facetas distintas, y en ambas se manifiesta el notable talento del poeta. Por un lado, el escritor político y moralista; y por el otro, el lírico amoroso. En ambos aspectos, la originalidad de este Minnesänger se destaca sobre la producción de todos los poetas del Minnesang.

La poesía política y moralista: los Sprüche

La agitación política del Imperio a principios del siglo XIII y las difíciles y continuas luchas contra el Papado hallan en los versos de Walther von der Vogelweide un documento lleno de vida y pasión, reflejo de contradictorias opiniones que existían entre la nobleza alemana, y que ninguna fuente histórica puede brindarnos en tan palpable sentido.

De la tradición juglaresca recoge el género llamado Spruch, breve y destinado  ser recitado ante grandes masas de público, y hace de él un eficaz instrumento de expresión y difusión de ideas políticas. En forma casi epigramática, con agudas observaciones no siempre exentas de acre humor, el poeta se hace el portavoz de los acontecimientos del día, que vive y siente intensamente, como gran patriota y hombre apasionado, y propone soluciones, defiende puntos de vista, ataca a los que en ese momento cree sus enemigos, denuncia maquinaciones y señala peligros.

El sirventés provenzal, más discursivo y amplio, jamás alcanzó la fuerza libelista de los Sprüche de Walther von der Vogelweide, y el cancionero de burlas gallego-portugués tampoco consiguió emular su epigramática acritud. No en vano el Minnesänger tirolés expresaba unos sentimientos personales y sinceros, con los que no pretendía esencialmente un remuneración material.

La lírica amorosa

c3b9f10720ff632a195c978acd1b7a1e.jpgLa lírica amorosa de Walther von der Vogelweide representa una real novedad en el Minnesang. En sus primeros poemas, escritos bajo la tutela de su maestro Reinmar von Hagenau y en el ambiente aristocrático de la corte vienesa, Walther se mueve dentro de los cánones de la poesía cortés, celebrando a damas de alta condición y repitiendo, aunque siempre con notas personales y elevada dignidad, los tópicos de la lírica importada de tierras románicas.

Cuando el poeta abandonó la vida cortesana y emprendió el vagabundeo, adquirió un contacto real con el pueblo del cual, en cierto modo, pasó a formar parte. Esto lo llevó a buscar la inspiración  en un terreno más real, alejado de los convencionalismos y de las teorías feudales preconcebidas, y a enraizarse en una tradición poética autóctona.

De la fría especulación cortés pasa a una emocionada idealización, y así como antes en sus versos  era celebrada la dama (frouwe), ahora aparece en ellos la mujer (wip), y las doncellas (magedin) se hacen dignas de ser cantadas; y tras el pomposo amor cortés (hohe Minne) se abre paso el amor humilde y bajo (niedere Minne), del cual Walther von der Vogelweide es el más típico representante.

Justamente celebrada es la canción de Walther von der Vogelweide que empieza con el verso «Under der linden» (Bajo el tilo) , juguetona y ágil escena de amor, puesta en boca de una joven del pueblo que narra, feliz y ruborosa al mismo tiempo, su furtiva cita con su enamorado. Su memorable estribillo del ruiseñor cantando «tandaradei» recuerda a los coros de la canción tradicional:

Under der linden
an der heide
dâ unser zweier bette was,
dâ muget ir vinden
schône beide
gebrochen bluomen unde gras.
Vor dem walde in einem tal,
tandaradei,
schone sanc diu nahtegal.
Ich kam gegangen
zui der ouwe,
dô was mîn friedel komen ê.
Dâ wart ich enpfangen,
hêre frouwe,
daz ich bien saelic iemer mê.
Kuster mich Wol tüsentstunt:
tandaradei,
seht, wie rôt mir ist der munt.
Dô het er gemachet
alsô rîche
von bluomen eine bettestat.
Des wirt noch gelachet
inneclîche,
kumt iemen an daz selbe pfat,
Bî den rôsen er wol mac,
tandaradei,
merken, wâ mirz houbet lac.
Daz er bï mir laege,
wessez iemen
(nû enwelle got!), sô schamt ich mich.
Wes er mit mir pflaege,
niemer niemen
bevinde daz, wan er und ich,
und ein kleinez vogellîn:
tandaradei,
daz mac wol getriuw sîn
Podéis oírlo aquí:

Puedes leer la traducción aquí:
Bajo el tilo,
en el campo,
allí donde estuvo nuestro lecho,
podréis encontrar
con gracia
rotas las flores y la hierba.
En un valle, junto al bosque,
tandaradei,
cantaba, bello, el ruiseñor.
Fui andando
a la pradera
y ya estaba allí mi amado.
Allí fui recibida
como gentil dama
por lo que estaré siempre contenta.
¿Me besó ¡Más de mil veces»
Tandaradei,
mirad cómo tengo de roja la boca.
Él había hecho allí un lecho,
muy rico, de flores.
Aún sonreirá
de corazón
quien vaya por ese sendero
entre las rosas,
tandaradei,
reconocerá dónde apoyaba
yo la cabeza.
Lo que hizo conmigo
si lo supiera alguien
(¡no quiera Dios!) me avergonzaría.
Cuál fue su comportamiento conmigo
nadie lo sabe,
sino él y yo,
y un pequeño pajarillo,
tandaradei,
que fielmente guardará el secreto.

Todo ello supone una nueva actitud y una variación en la temática de los Minnesang. Una nostálgica tristeza, que en más de una ocasión  recuerda los momentos más felices de Bernart de Ventadorn, da una tónica muy característica a aquellos pasajes de Walther von der Vogelweide que se refieren a las impresiones que le producen la naturaleza, tanto en su florida primavera como en el nórdico invierno, el amor de las doncellas, la vaguedad del sueño, etc.

Las jubilosas fiestas de mayo, los bailes de las campesinas, las guirnaldas que tejen las mozas, son temas que efectivamente también se encuentran en otros poetas de la misma época, pero en Walther, como también en el trouvère francés Colin Muset, respiran fresca autenticidad.

Pero nos engañaríamos si en estas notas solo quisiéramos ver popularismo, pues, como poeta culto que es, en el fondo y por educación, y con una clara tendencia a la pura experiencia lírica, Walther von der Vogelweide logra momentos maravillosos  como el poema de cinco estrofas, en las que la rima de cada verso pertenece a una vocal distinta, y que  se inician con estos versos: Diu werlt was gelf rôt unde blâ…

Ich saz ûf eime grüenen lê…
Die tôren sprechent sniâ snî…
Ê danne ich lange lebt alsô…
Ich bin verlegen als Êsaû…

(El mundo era amarillo, rojo y azul… Yo estaba sentado en un poyo verde… Dicen los tontos: nieva, nieva… Antes de vivir yo así mucho tiempo… Soy tan perezoso como Esaú…)
Esta fantasía de vocales y colores sugiere al lector moderno el soneto Voyelles de Arthur Rimbaud. El sentido de la naturaleza el canto del pájaro, la tristeza dulce y el poético ensueño se reúnen constantemente en las canciones más personales de Walther veeon der Vogelweide, como en aquella en que escribe:

«Así que llegó el verano y brotaron alegremente las flores entre la hierba, me fui a donde cantaban los pájaros, un extenso prado donde surgía una clara fuente. El agua discurría por el bosque y el ruiseñor cantaba. Un árbol se alzaba al lado de la fuente, y allí tuve un sueño. Huyendo del sol me acerqué a la fuente para que el tilo me cubriera con su fresca sombra. Echado al lado de la fuente, olvidé del todo mi dolor… No sufría dolor alguno. Solo Dios sabe lo que era, y en verdad, jamás tuve sueño más hermoso. Hubiera dormido para siempre, si no fuera  porque un maldito grajo comenzó a graznar…»

El pesimismo y la lasitud de los últimos años de Walther von der Vogelweide se transparentan en una de las más  famosas poesías de la antigua lírica alemana: la elegía que empieza con el verso: «¡Ay! ¿Adónde han ido a parar todos mis años?» . El poeta se pregunta si su vida no ha sido un sueño, pues ahora, al despertar, todo cuanto le circunda le es extraño: amigos, prados, bosques… «solamente el agua sigue discurriendo por el llano»; sus días felices son como la estela en el mar. Dondequiera que dirige la mirada solo ve tristeza y daño; todo ha acabado o ha cambiado para empeorar o envilecerse; ya no se oyen risas y danzas, las vestiduras de damas y caballeros son viles y rústicas, y hasta los pájaros del bosque callan de dolor. La persecución papal también entra en esta letanía de tristezas, decadencia y envilecimiento, contra lo cual el viejo poeta señala una solución de penitencia y la lucha por la gloria celestial, en términos que podrían interpretarse literalmente como una llamada a la cruzada.

Hay en esta maravillosa elegía una consecuencia del temperamento nostálgico de Walther von der Vogelweide; pero, al propio tiempo, en ella confluyen y se cierran los motivos esenciales y más profundos de toda su obra literaria: actitud ética y combativa de los Sprüche y la tónica juvenil y natural de la niedere Minne. Las tres emocionantes estrofas de esta poesía tan personal, tan dolorosa y tan cristiana, son el resumen y el legado de un gran poeta que, como ocurre en pocas ocasiones, logró dar nuevos acentos a la poesía política, por un lado, y a la amorosa, por el otro, marcando un camino decisivo en la lírica de su país, independizándola de formas y principios exóticos y sobresaliendo con indudable fuerza y personalidad en la historia de las literaturas medievales.