La prosa barroca

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Durante el siglo XVII los ideales del Renacimiento se modificaron produciendo fuertes tensiones sociales. Francia tomó el relevo a España como potencia mundial, las doctrinas religiosas establecidas por el Concilio de Trento (entre 1545 y 1563) agudizaron la oposición entre católicos y protestantes y los núcleos urbanos aumentaron su población con gentes que llegaban del campo huyendo de la miseria. La literatura del Barroco no es ajena a  estos cambios.

Dentro de la prosa barroca hay que distinguir aquella que tiene carácter de ficción —en la que destacan la novela picaresca y la novela cortesana— y la prosa de carácter didáctico.

Prosa de ficción: la novela

En la narrativa barroca perviven, aunque ya en decadencia, corrientes idealistas como los libros de caballerías, las novelas pastoriles y las moriscas, así como la novela bizantina. Además, el siglo XVII es también la época en que se difunden con éxito las principales narraciones de Cervantes: El Quijote, las Novelas ejemplares y el Persiles, que serán decisivas en la etapa que se desarrolla ahora.

Pero las novedades más relevantes en el Barroco son la novela cortesana, de acuerdo con los esquemas inaugurados por Cervantes en sus Novelas ejemplares, y la novela picaresca, que se había iniciado con El Lazarillo, que llegó a su máximo esplendor en el siglo XVII.

En este apartado veremos la obra de Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, que dará carta de naturaleza al género picaresco e iniciará un prolífico rumbo de novelas que imitaban al Lazarillo de Tormes. Dentro de este nutrido grupo se encontrará El Buscón de Francisco de Quevedo, una obra adscrita a la picaresca por su tema, pero tratada con el estilo y el genio especial de su autor.

Dentro de la novela cortesana destaca especialmente María de Zayas con sus Novelas amorosas y ejemplares, que tuvieron su continuación en el Sarao y que son una buena muestra de la importancia de las mujeres escritoras en la época, pese que, recientemente, se ha vuelto a cuestionar no solo la autoría, sino incluso su existencia.

Prosa didáctica

Al margen de la prosa de ficción, se cultiva la prosa no narrativa, de intención didáctica. Esta desarrolla temas variados. Así, podemos diferenciar los tratados morales y políticos, que transmiten valores católicos y monárquicos, y la prosa satírica, que plantea reflexiones de carácter filosófico y moral, pero con un tratamiento humorístico.

Destaca la figura del jesuita Baltasar Gracián, intelectual que se ocupa de cuestiones como la educación, la prudencia y la virtud en tratados como El héroe, Oráculo manual y arte de prudencia y El Criticón.

En definitiva, la prosa barroca refleja el afán moralizante de esta época, y el realismo crítico que se aleja del idealismo de la etapa posterior.