La investidura

El ritual de la investidura

Para ser armado caballero era necesaria una ceremonia en la que otro caballero investía como tal al que hasta entones había sido un escudero. Puesto que recibir la orden de caballería era un hecho de gran importancia, había un rito mediante el cual el pretendiente recibía la condición de caballero, pues «non puede aver ninguno por sí, sy otri non gelo da, et por esto es como manera de sacramento.» (Don Juan Manuel)

El inicio de la vida caballeresca comienza con el acto de investidura, un rito por el que el niño da el paso al hombre y el doncel se convierte en caballero; solo entonces será digno de empuñar la espada y de triunfar tanto en la guerra como en el amor. Al ser armado caballero, el doncel —o doncella— se compromete a proteger y defender a los más pobres y desvalidos, a las doncellas y dueñas. En el acto de investidura suelen participar emperadores, reyes y reinas, princesas y damas de gran renombre, y se suele realizar con gran pompa y cortesía, después de que el doncel haya velado sus armas en una capilla, preparándose espiritualmente para tan gran empresa y honor.

El ritual de la investidura tenía una serie de fases:

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  1. Preparación: el pretendiente debe confesar y comulgar.
  2. Vela de armas: el pretendiente debe pasar una noche de vigilia y meditación.
  3. Bendición de las armas.
  4. Espaldarazo: el caballero protector daba un golpe de espada en la espalda del pretendiente, con las palabras rituales.
  5. Investidura: el caballero recita una oración y pronuncia un juramento mientras su escudero lo viste.
  6. Entrega de las armas.
«Esto debe ser fecho en tal manera que, pasada la vigilia, luego que fuere de día, debe primeramente oír su misa, para su servicio. E, después ha de venir el que le ha de fazer caballero, e preguntarle si quiere rescebir la orden de caballería, e si dijese si, ha le de preguntar si la mantendrá, así como se debe de mantener, e después que se lo otorgare, débele calzar las espuelas. E después, ha le de ceñir el espada sobre el brilla que viste, así que la cinta non sea muy floja. Y el caballero le debe ceñir la espada, para significar castidad y justicia. Y para significar la caridad debe besar al escudero y darle un bofetón para que se acuerde de lo que promete y de la gran carga a la que se obliga y del gran honor que recibe para la Orden de Caballería.»
Alfonso X el Sabio

Nada más salir en busca de aventuras, don Quijote de la Mancha cae en la cuenta de que no había sido armado caballero: «Mas, apenas se vio en el campo, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero y que, conforme a ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero»

Y así se determinó armarse caballero en el primer castillo al que llegara;  y su propósito encontró acomodo en las burlas de un ventero socarrón, que tuvo que armarle en medio de la noche después de que la vela de las armas fuera interrumpida por unos arrieros.

Puedes leer aquí un fragmento de Silves de la Selva (libro XII de Amadís) de Pedro de Luján (1549) donde el rey Amadís realiza la investidura de la infanta Pantasilea como caballero:

«Haciéndose aquellos acatamientos que entre semejantes personas se acostumbran hacer, estando como suspensas la reina y su hija de la extremada hermosura de aquellos príncipes, siendo testigos de la fortaleza, especialmente de la de aquella hermosa princesa Alastraxarea, la cual venía armada de muy lucientes armas, y habiendo pasado muy graciosos razonamientos entre todos, la preciada infanta Pantasilea hincó las rodillas; luego, el rey Amadís le dijo:  — Señora y hermosa infanta ¿queréis recibir la orden de caballería según la costumbre de vuestra tierra os da licencia?          

 

[Textos extraídos de la edición digital de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, realizada por la Biblioteca Nacional de España y el Ministerio de Cultura; la edición digital de Don Quijote de la Mancha, realizada por el Instituto Cervantes y dirigida por Francisco Rico; la edición de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, dirigida por Andrés Amorós para la editorial SM; la edición de Don Quijote de la Mancha, realizada por Ángel Basanta, para la editoria Anaya.]