La poesía goliárdica (siglos XI-XIII)

La poesía goliárdica es un curioso e interesante tipo de poesía profana escrita en latín, vinculada al movimiento goliárdico, cuya originalidad, estilo y actitud frente al mundo y a los goces de la vida hacen que tenga muchas veces un auténtico valor literario y un especial significado cultural y social.

El movimiento goliárdico

El movimiento goliárdico es un movimiento poético que se desarrolló en Alemania, Inglaterra, Francia y España principalmente, desde el siglo XI hasta el XIII. La denominación de «goliárdico» (o goliardesco) procede de los poetas que cultivaron este género de poesía: los goliardos.

Los goliardos, también llamados «clérigos vagantes» eran poetas o estudiantes que se trasladaban de una escuela a otra –ya que ello ocurre en los momentos en que se organizaban las grandes universidades europeas– y que, faltos de recursos, se ganaban el sustento actuando como juglares. También se incluían dentro del grupo de los goliardos algunos clérigos sin beneficio, o bien monjes que se habían escapado de sus conventos y se entregaban a una vida errabunda  e irregular.

Además de estos goliardos más o menos marginales, hubo cultivadores de este tipo de poesía  entre las altas dignidades eclesiásticas y otras figuras de la cultura y del pensamiento de la época como  el canónigo Gautier de Lille, el canciller Felipe, el gramático Matthieu de Vendôme, el arcediano Pierre de Blois, etc.

La poesía goliardesca nace, pues, en un ambiente muy culto y literario, con escritores empapados  en retórica latina y lecturas escolares de los clásicos, que encauzan su preocupación literaria y su agudo ingenio hacia la creación de poemas en las que satirizan el ambiente que los rodea, parodian la seriedad y la majestad de los himnos litúrgicos, cantan jocundamente el vino y el amor y dan rienda suelta a la malicia y a la picardía estudiantil. Ello constituye una cierta novedad en la poesía docta, pues esta desciende de la cátedra y del templo para acceder a la taberna o al lupanar, no para divertir al pueblo, que difícilmente podía entender su engolado latín y su chiste intelectual, sino para cantar en regocijado grupo de gente cultivada. Los momentos alegres de la vida estudiantil de todos los tiempos dan la idea más aproximada  de lo que fue la poesía de los goliardos, arte de una minoría que se cree superior a los demás, y a la que complace no ser entendida por los que no tienen su elevada preocupación intelectual.

Los temas de la poesía goliárdica

Anticlericalismo

Dada la condición especial de sus autores, se encuentra frecuentemente en la poesía goliárdica una actitud directamente hostil a las altas autoridades eclesiásticas, desde el Papa, los obispos, la corte pontificia, el clero y el monacato. En muchos de estos poemas se lamenta la decadencia y el envilecimiento eclesiástico que creen advertir en su entorno, en oposición a tiempos mejores. En otras ocasiones, llegan hasta la sátira más descarnada y mordaz en la que caben toda suerte de insolencias y obscenidades con la intención de provocar la risa. Constantemente chispean en este tipo de poemas el juego de palabras y el equívoco cómico.  Pese a su actitud irrespetuosa, no hay en estos poemas discrepancia dogmática con la Iglesia, falta de fe o herejía, sino un anticlericalismo inconformista frente a los abusos de los poderes eclesiásticos.

Parodia de textos religiosos

Por otra parte, los autores de este poema están fuertemente vinculados con la Iglesia por lo que  están familiarizados con los textos bíblicos, las fórmulas de culto y de liturgia; de ahí que realicen retorcidas parodias de estos textos y fórmulas en busca de una expresión cómica y malintencionada.

Autobiografía del clérigo vagante

Este es un tema algunas veces desarrollado con gracia e incluso dramatismo. Una de las muestras  más notables es la del llamado Archipoeta de Colonia, en la que, al lado de estrofas llenas de un amargo y turbador sentimiento, el alegre espíritu juvenil va exponiendo las dulces debilidades del goliardo, víctima completamente resignada del amor y del vino:

Res est arduissima vincere naturam,
in aspectu virginis mentem esse puram;
iuvenes non possumus legem sequi duram
liviumque corporum non habere curam.
Meum est propositum in taberna mori,
ut sint vina proxima morientis ori,
tunc cantabunt laetius angelorum chori:
«Deus sit propitius huic potatori.»
Es cosa muy ardua vencer a la naturaleza
y que a la vista de una doncella la mente siga pura
los jóvenes no podemos seguir una ley tan dura
y no prestar cuidado a cuerpos tan tiernos.
Es mi propósito morir en la taberna
para que el vino esté cerca de la boca del que muere;
entonces cantarán alegremente los coros de ángeles:
«Dios, sé propicio a este bebedor».

El vino

El vino es uno de los temas favoritos de los goliardos. Los poemas dedicados al vino están llenos de gracia, ingenio y exuberante locuacidad. En este sentido nos han dejado verdaderas obras maestras y han escrito los mejores y más sinceros poemas dedicados al vino. Una famosísima canción que, con toda gravedad, empieza

In taberna quando sumus,
non curamos quid sit humus,
sed ad ludum properamus,
cui semprer insudamus…
Cuando estamos en la taberna
no nos preocupamos de nuestro entierro,
sino que nos precipitamos al juego,
en que siempre nos afanamos…

Podéis oír este canto goliardesco en este vídeo:

Tras enumerar los brindis que los borrachos dedican a todos los estamentos sociales, caracterizados con epigramática sal, acaba con esta desbordante letanía de bebedores:

Bibit hera, bibit herus,
bibit miles, bibit clerus,
bibit ille, bibit illa,
bibit servus cum ancilla,
bibit velox, bibit piger,
bibit albus, bibit niger,
bibit constants, bibit vagus,
bibit rudis, bibit magus,
bibit pauper et aegrotus,
bibit exul et ignotus,
bibit puer, bibit canus,
bibit preasul et decanus,
bibit soror, bibit frater,
bibit anus, bibit mater,
bibit ista, bibit ille,
bibunt centum, bibunt mille.
Bebe la señora, bebe el señor,
bebe el caballero, bebe el clérigo,
bebe aquel, bebe aquella,
bebe el siervo con la criada,
bebe el animoso, bebe el perezoso,
bebe el blanco, bebe el negro,
bebe el constante, bebe el vago,
bebe el tosco, bebe el sabio,
bebe el pobre y el enfermo,
bebe el desterrado y el desconocido,
bebe el niño, bebe el viejo,
bebe el obispo y el decano,
bebe la hermana, bebe el hermano
bebe la abuela, bebe la madre,
bebe esta, bebe aquel,
beben ciento, beben mil.

Temas humorísticos

El tema inocuo, descargado de toda intención, pero que se presta a la risa y al canto coreado en la taberna por las alegres pandillas de goliardos, aparece también en la poesía goliárdica. Un ejemplo divertido, y al mismo tiempo una buena muestra de poesía fácil y bien construida, es el planto o lamento puesto en boca de un pato asado, cuando está a punto de ser servido a la mesa:

Olim lacus colueram,
olim pulcher exstiteram,
dum cygnus ego fueram.
Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!
Eram nive candidior,
quavis avis formosior;
modo sum corvo nigrior.
Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!
Nunc in scutella iaceo
et volitare nequeo;
dentes frendentes video.
Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!
En otro tiempo vivía en los lagos,
en otro tiempo lucía mi belleza,
mientras era un cisne.
¡Desdichado, desdichado!
¡Qué negro
y asado estoy ahora!
Era más blanco que la nieve,
más hermoso que cualquier ave;
ahora soy más negro que el cuervo.
¡Desdichado, desdichado!
¡Qué negro
y asado estoy ahora!
Ahora yazgo en la escudilla,
y no puedo volar;
veo dientes rechinantes.
¡Desdichado, desdichado!
¡Qué negro
y asado estoy ahora!

El amor y la naturaleza

El amor ocupa un lugar importantísimo en la poesía goliárdica. Desde la más delicada ternura, acompañada a veces de los suspiros y llantos del enamorado, hasta la más obscena alusión, coreada por las carcajadas y el júbilo, el amor reviste toda suerte de modalidad en los versos de estos despreocupados y cultos clérigos vagantes, que mezclan en sus versos referencias bíblicas y mitológicas.

La poesía amorosa de actitud no deshonesta lleva consigo en algunas composiciones la descripción de  la naturaleza, o sea el teatro en que se desarrolla la escena o la evocación. Algunos poemas de los goliardos son magníficas desde este punto de vista y revelan no tan solo un bien asimilado conocimiento de la poesía latina clásica, sino también un claro paralelismo con la poesía en lengua vulgar, principalmente la trovadoresca. El anónimo enamorado de Ripoll inicia así una de sus canciones:

Aprilis tempore, quo nemus frondibus
et pratum roseis ornatur floribus,
iuventus tenera ferret amoribus.
Fervet amoribus iuventus tenera
pie cum concinit omnis avicula
et cantat dulciter silvestris merula.
En el tiempo de abril, cuando el bosque se llena de hoja
y los prados de flores rosadas,
la tierna juventud hierve de amores.
Hierve de amores la juventud tierna,
y todas las avecillas hacen un pío concierto
y dulcemente canta el mirlo salvaje.

 

 

En este estilo hallamos los poemas llamados «invitaciones a la amiga», en las que el poeta, en plena naturaleza, intenta convencer a una doncella de que acepte su amor. De esta situación se pasa fácilmente a la pastorela, entre la que destaca la de Gautier de Lille o de Châtillon, que empieza Sola regente lora, en la que aparecen todos los elementos importantes de este género en las literaturas vulgares, y en la que el vivo diálogo entre el caballero y la doncella guardadora de ovejas, culto y natural al mismo tiempo recuerda el estilo de las serranillas del marqués de Santillana.

Podéis oír uno de estos cantos goliardescos dirigidos al amor: Tempus es iocundum. Está subtitulado, así que si os animáis, podéis cantar:

Constituye, pues, la poesía de los goliardos un fenómeno complejo y lleno de matices y de intenciones. Surge en un ambiente en que se unen la refinada cultura y la alegre despreocupación con unos propósitos meramente literarios, de regocijo y de burla. El repertorio de los temas es extraordinariamente variado, pues va desde la obscenidad y la irreverencia hasta la sana alegría y el sentimiento de la naturaleza. Todo ello siempre salpicado de una aguda gracia estudiantil y de juegos de palabras cultos y con frecuencia pedantes, que el no iniciado no puede captar. En la poesía de los goliardos hay siempre cierto orgullo de superioridad intelectual y no raramente una exhibición de virtuosismo en el lenguaje en la frase y en la versificación. Hay un auténtico orgullo de clase en muchos de sus versos, en los que se habla con desprecio de los laicos, incapaces de gustar los placeres que están reservados a ellos solos, como se advierte en la siguiente estrofa de un himno a al primavera:

Litteratus convocat
decus virginale;
laicorum execrat
pectus bestiale.
La hermosura virginal
atrae a los literatos y
rechaza el pecho bestial
de los laicos.