Las colecciones de exempla: Calila e Dimna y Sendebar

A lo largo del siglo XIII, el castellano servirá ya también de vehículo a la prosa de ficción. Son numerosas las colecciones de cuentos o exemplos también de origen oriental, como el Calila e Dimna y el Sendebar.

El exemplo o apólogo es un breve relato cuya intención es transmitir la enseñanza de forma agradable y amena a través de la narración de un caso ejemplificador. Las primeras recopilaciones de estos relatos, los ejemplarios, iban dirigidas a reyes y nobles con el objeto de proporcionarles una guía de conducta. En el siglo XIII los predicadores, sobre todo los dominicos, se sirvieron de ellos como vehículo de difusión de la moral cristiana.

El origen de estos cuentos es, en muchos casos, remoto. Algunos proceden de la India y llegan a través de versiones persas, árabes y latinas. En este largo viaje en el espacio y en el tiempo los relatos sufren transformaciones, que en el caso peninsular persiguen adaptarlos a la visión cristiana del mundo.

Las colecciones de exemplos suelen recurrir a la utilización de un marco narrativo para insertar los cuentos dentro de una narración general. Es habitual que el personaje relate cuentos para retrasar el cumplimiento de una sentencia (como en Las mil y una noches), que diferentes personajes ejemplifiquen con sus relatos sus opiniones con vistas a un juicio (Sendebar) o que un sabio ilustre sus consejos a un rey con ejemplos.

Como hemos indicado antes, las primeras colecciones traducidas al castellano datan del siglo XIII y son Calila e Dimna y Sendebar

Calila e Dimna

Calila y Dimna (es.wikipedia.com)

Calila e Dimna es una colección de cuentos de origen oriental, que se ciñe al modelo de preguntas y respuestas propio de los manuales de educación de príncipes. En este caso, el diálogo se produce entre un rey y un filósofo.  Las preguntas dan paso a fábulas protagonizadas por animales entre los que dos chacales, Calila y Dimna, son los que más relatos protagonizan. Don Juan Manuel copiará la estructura de este libro para su Libro del conde Lucanor.

Para leer el texto completo, pulsa aquí.


Aquí os incluyo uno de los cuentos del libro, se titula Los ratones que comían hierro:

Dijo Calila:
—Dicen que en una tierra había un mercader pobre y se quiso marchar; y tenía cien quintales de hierro, y se los encomendó a un hombre que conocía. Y se fue a buscar lo que necesitaba y, cuando volvió, lo reclamó. Y aquel hombre lo había vendido y había gastado el dinero y le dijo:
— Lo tenía en un rincón de mi casa y se lo comieron los ratones.
Dijo el mercader:
— Ya oí decir muchas veces que no hay nada que más roa el hierro que ellos, y yo no me preocuparía, pues te libraste bien de ellos.
Y el otro se alegró de lo que oyó decir, y le dijo:
—Come y bebe hoy conmigo.
Y le prometió que volvería, y se marchó de allí y planeó cómo cogerle un niño pequeño que tenía; y lo llevó a su casa y lo escondió. Después volvió a él, y el otro le preguntó:
— ¿Viste a mi hijo?
Le dijo:
— Cuando estuve cerca de allí, vi un azor que arrebató a un niño, quizá era tu hijo.
Y el otro dio grandes voces y se lamentó, y dijo:
— ¿Viste nunca algo igual? ¿Un azor arrebatar a un niño?
Dijo el mercader:
— En la tierra donde los ratones comen cien quintales de hierro no es extraño que sus azores arrebaten a los niños.
Y entonces dijo el buen hombre:
— Yo comí tu hierro, y veneno comí y metí en mi vientre.
Dijo el mercader:
— Pues yo robé a tu hijo.
Y le dijo el hombre:
— Pues dame a mi hijo y yo te daré lo que dejaste en préstamo.
Y así fue hecho. 
 
Anónimo, Calilla e Dimna

Puedes ver también este cuento titulado Cuento de la niña que se convirtió en rata:

Sendebar o Libro de los engaños y ensañamientos de las mujeres

Sendebar (es.wikipedia.org)

Sendebar o Libro de los engaños y los ensañamientos de las mujeres es un libro de exemplos castellano del siglo XIII, que recoge textos de origen oriental.

En el Sendebar, el pretexto narrativo que enmarca los cuentos, es la leyenda del hijo único de Alcos, rey de Judea, que rehúsa los ofrecimientos amorosos de una de las mujeres del harén de su progenitor. Este rechazo provoca que la cortesana lo acuse falsamente de intentar violarla, en conexión con el motivo bien conocido de la madrastra malvada.

El joven príncipe es sentenciado a muerte y, por consejo de su ayo Çendubete, se ve obligado a guardar silencio por espacio de siete días. Para entretener la espera de su destino, los sabios de la corte le narran cuentos que, en correspondencia con estos antecedentes, tienen carácter misógino; entre estos, su madrastra cuenta otros que tienen por objeto condenar al infante. El desenlace, sentenciado por el rey, es la condena de su madrastra a morir en un «caldero seco» al fuego, mientras que el príncipe se salva.

Si os apetece leer el texto completo, podéis hacer clic aquí.

Os invito a que leáis este fragmento del Sendebar:

Y dijo el rey: —¿Cómo fue eso?
Contesto él: —Oí decir que un cazador que andaba cazando por el monte halló en un árbol un enjambre, lo cogió y lo metió en un odre que tenía para llevar su agua. Y este cazador tenía un perro y lo traía consigo. Y llevó la miel a un mercader de una aldea que estaba cerca de aquel monte para venderla. Cuando el cazador abrió el odre para mostrárselo al tendero cayó de él una gota y se posó en ella una abeja. Aquel tendero tenía un gato, que dio un salto sobre la abeja y la mató; el perro del cazador dio un salto sobre el gato y lo mató; vino el dueño del gato y mató al perro; entonces se levantó el dueño del perro y mató al tendero porque le había matado al pero; entonces vinieron los de la aldea del tendero y mataron al cazador, dueño del perro; vinieron los de la aldea del cazador a los del tendero, se enzarzaron unos con otros y se mataron, de forma que no quedó ninguno; y así se mataron unos a otros por una gota de miel.
Señor, no te di este ejemplo sino para que no mates a tu hijo hasta que sepas la verdad, porque no tengas que arrepentirte.
 
Anónimo, Sendebar
 

He aquí otro cuento de la colección:

El privado dijo:
-Oí decir que un rey amaba mucho a las mujeres y no tenía otra mala tacha sino esta. Estaba un día el rey en un sobrado alto, miró hacia abajo y vio una hermosa mujer, le agradó mucho y envió un alcahuete a pedirle su amor. Ella rehusó porque estaba su marido en la villa. Cuando lo supo el rey envió al marido a la hueste; pero la mujer era muy casta y entendida.
Tras esto, el rey fue a visitarla y ella dijo:
- Señor, tú eres mi rey y yo soy tu sierva: lo que tú quieres, lo quiero yo. Permíteme que vaya al tocador para arreglarme.
Dicho esto le dio al rey un libro de su marido que contenía leyes y juicios de los reyes, de cómo escarmentaban a las mujeres que hacían adulterio. El rey se sintió avergonzado de lo que quería hacer, puso el libro en tierra, salió de la habitación, pero se dejó olvidadas las babuchas debajo del diván en que estaba sentado.
Poco después llegó el marido que venía del campo de instrucción, y cuando se sentó y vio las babuchas sospechó que allí había estado el rey con su mujer: tuvo miedo y por temor al rey no dijo nada, pero tampoco volvió a reunirse con su mujer.
Así que pasó algún tiempo y la mujer, extrañada, dijo a sus parientes que su marido la había dejado y no sabía la razón.
Le preguntaron al marido:
- ¿Por qué no convives con tu mujer?
Este respondió:
-Hallé las babuchas del rey en mi casa y tengo miedo, por eso no oso llegarme a ella.
Los parientes propusieron:
- Vayamos al rey, propongámosle un ejemplo, sin declararle el hecho; si es entendido, lo comprenderá.
Dicho esto, se presentaron ante el rey y le dijeron:
-Señor, nosotros teníamos una tierra y se la dimos a este hombre a labrar para que disfrutase sus cosechas, hízolo así algún tiempo, pero luego dejó de labrarla. 
Preguntó el rey al marido:
- ¿Qué dices tú a esto?
El buen hombre respondió:
-Es verdad que me dieron una tierra, como dicen pero al ir un día a ella hallé el rastro de un león y tuve miedo de que me comiera; por eso dejé de labrar la tierra.
-Verdad es- dijo el rey- que entró el león en ella, pero no hizo ninguna cosa deshonesta; en consecuencia, toma tu tierra y lábrala.
El buen hombre regresó junto a su mujer, preguntole qué había pasado y ella le contó la verdad de lo que sucediera; la creyó por lo que había dicho el rey y desde entonces se fiaba más del ella que anteriormente. 
 
                                                                                                                                Anónimo, Sendebar
[Fuentes: BLECUA, José Manuel [et al.] (2008), Lengua castellana y Literatura 1º, Madrid: Editorial SM; FERNÁNDEZ  SANTOS, Alonso [et al.] (1992), Literatura 2º, Barcelona: Magisterio Casals; ARROYO CANTÓN, Carlos [et al.] (2006), Lengua castellana y Literatura 1º de Bachillerato, Madrid: Oxford; GARCÍA MADRAZO, Pilar [et al.], (2008) Lengua castellana y literatura 1º de Bachillerato, Zaragoza: Edelvives. Proyecto Zoom;  MELÉNDEZ, Isabel [et al.], (1996) Lengua y literatura castellana 4º ESO, Madrid: ESLA; PASCUAL, José A. [et al.](2008) Lengua y literatura 1º Bachillerato, Madrid: Santillana; ESCRIBANO, Elena [et al.](2008), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, VALENCIA: ECIR; MARTÍ, S. [et al.] (2002), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MARTÍ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MATEOS DONAIRE, E. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Madrid: McGrawHill; RIQUELME, J. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Valencia: Micomicona; GARCÍA GUTIÉRREZ, M. [et al.] (2015), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato. Serie Comenta, Madrid: Santillana; GUTIÉRREZ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Madrid: Anaya.]