Comentario de texto de Calderón de la Barca

¡Ay, mísero de mí! ¡Y, ay, infelice!
Apurar1, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra2justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar3 mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas4
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma:
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas,
gracias al docto pincel,
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto5:
¿y yo con menos distinto6
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas7,
y apenas bajel8 de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío9:
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe10 de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad,
el campo abierto a su ida:
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión11,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción12 tan principal
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

El texto que vamos a comentar es un monólogo (o soliloquio) perteneciente al acto I, escena I, de La vida es sueño, una comedia filosófica del dramaturgo barroco Pedro Calderón de la Barca. En esta escena habla Segismundo, el joven príncipe de Polonia, que vive encadenado en una torre desde su nacimiento para evitar que se cumpla el horóscopo que pronosticaba que sería un hombre cruel y un mal gobernante.

Se trata de un texto en verso, como es habitual en el teatro barroco, compuesto por siete décimas. La décima es una estrofa compuesta por diez versos de arte menor, octosílabos, con rima consonante y con el esquema (a, b, b, a, a, c, c, d, d, c). La décima se llama también espinela porque Vicente Espinel, un poeta de fines del siglo XVI, fijó la estructura de la rima. Es una estrofa que en el teatro barroco se consideraba apropiada para lamentaciones y sentimientos íntimos. Con ella Calderón sigue las directrices del “arte nuevo “ de Lope que recomendaba: “las décimas son buenas para quejas”

El tema del monólogo es la falta de libertad. En cuanto al contenido, el personaje protagonista, Segismundo, se lamenta a lo largo del monólogo de su falta de libertad frente a los diferentes elementos de la naturaleza que observa desde la torre en que vive encerrado desde que nació.

Por lo que respecta a la estructura, el fragmento se inicia con un verso inicial (“¡Ay, mísero de mí! ¡Y, ay, infelice!”), que aparece como desahogo de la tensión emocional. A partir de ahí se pueden establecer tres partes:

a) El personaje expresa sus sentimientos y busca la causa de su desdicha en las dos primeras décimas. Desde el verso “Apurar, cielos, pretendo” hasta “que yo no gocé jamás” (vv.1-21)

b) El personaje aporta cuatro ejemplos de la libertad exterior. (vv. 22 a 61) En la tercera décima, habla de la libertad de que gozan las aves, en la cuarta, se refiere a los toros que observa libres por el campo; en la quinta, comenta la libertad en que viven los peces y, por último, en la sexta décima habla de los arroyos que corren libremente por los prados. Todas estas décimas concluyen con una pregunta retórica, en la que Segismundo se interroga acerca de la razón de que él, siendo humano, goce de menos libertad que los demás.

c) La última décima del fragmento (vv. 62-71) generaliza el problema y concluye que la libertad es un derecho del hombre.

La protesta de Segismundo, encerrado en la torre, tiene forma de razonamiento. Parte de la afirmación básica “…el delito mayor/ del hombre es haber nacido” (vv.10-11) y presenta los ejemplos de libertad, de acuerdo con los cuatro elementos que, según la teoría clásica, componen la naturaleza: el aire, al que correspondería el ave; la tierra, representada por el bruto; el agua, que corresponde al pez y al arroyo; y, por último, el fuego, representado en el volcán. Tras comprobar la libertad en esos seres particulares, generaliza su petición de libertad: “¿Qué ley, justicia o razón/ negar a los hombres sabe/ privilegio tan süave…?”

Este razonamiento se acopla con las tres partes de la estructura que hemos señalado antes:

a) Las dos primeras décimas se inician con un hipérbaton que destaca la palabra inicial (“Apurar,…, pretendo”) y un apóstrofe con el que se invoca a un ser inanimado que puede englobar aquí la idea de Cielo y Creador: “Apurar, cielos, pretendo”. La sintaxis posterior es apropiada para un razonamiento, con abundantes conjunciones: “ya que me tratáis así…”, “aunque si nací ya entiendo…”, “pues el delito mayor…” y reafirma el argumento que quiere presentar: es un delito nacer; si yo nací, es lógico que se me castigue.

Esta idea del “delito de nacer”, referida en la ideología del Barroco al nacimiento del hombre en pecado original, es una obsesión para Segismundo. Por eso intensifica su protesta en la segunda décima: “qué más os pude ofender/ para castigarme más. /¿No nacieron los demás?/ pues si los demás nacieron…”, donde Calderón expresa la confusa situación del personaje, encerrado en una cárcel, frente a una naturaleza libre.

b) Las siguientes cuatro décimas desarrollan el tema de la libertad exterior, centrada en los cuatro componentes principios básicos del universo, según la teoría clásica: aire, tierra, agua y fuego, que se hacen cercanos al protagonista en ave, bruto, pez y arroyo, volcán y Etna, distribuidos en sucesivas estrofas.

La belleza de estos seres y objetos mediante los que se simboliza la libertad de la naturaleza se nos ofrece en una amplia sucesión de metáforas, típicas del culteranismo. Así, en la tercera décima, aparecen las metáforas “flor de pluma” y “ramillete con alas” cuyo elemento real es “ave” y “etéreas salas” cuyo referente real es “cielo, aire”. En la cuarta décima, el bruto aparece representado con la metáfora “signo de estrellas”, aludiendo a la constelación de Tauro. Por otra parte, se habla del “docto pincel” para referirse o bien a la Naturaleza o bien a Dios, que aparece como el artista que crea el universo. La identificación del “bruto” con un toro se logra por medio de la alusión mitológica al “monstruo del laberinto”, que remite necesariamente al Minotauro. La quinta décima, habla del pez con las metáforas “aborto de ovas y lamas”, y “bajel de escamas”; aparece también la alusión al “centro frío”, que se refiere metafóricamente al agua o bien, al corazón del pez. Por último, la sexta décima habla del arroyo con las metáforas “culebra que se desata” y “sierpe de plata”.

Por si fuera poco, esta condensación de imágenes sensoriales se ve reforzada con la simetría y el paralelismo sintáctico que dichas décimas ofrecen: “nace el ave… que le dan… cuando las…”/ “nace el bruto… que dibujan… cuando atrevido…”/ “nace el pez… que no respira… cuando a todas…”/ “nace el arroyo… que entre flores… cuando músico…”

Todas terminan en una pregunta retórica, con el último verso idéntico que refleja el tema: “¿y yo… / ¿y teniendo yo…/ tengo menos libertad.

Pero en estos versos no solo hay brillantez culterana. Aparecen también conceptos abstractos: “necesidad” (v.37), «crueldad» (v. 38), «inmensidad» (v.47), «capacidad» (v. 48), «piedad» (v. 57), «majestad» (v. 58), que insinúan la faceta conceptista de Calderón, a la vez que sirven al dramaturgo para unir la belleza concreta de estos seres con la grandiosidad de un universo más difícil de concretar. A estos sustantivos abstractos añade además el uso de parejas de vocablos, casi sinónimos: “atrevido y cruel”, “ovas y lamas”, “un volcán, un Etna…” con los que refuerza las ideas del personaje y expresa su lucha interior.

c) La última décima encierra una síntesis de los elementos anteriores. Si ave, bruto, pez y arroyo, aparecían diseminados en cuarenta versos, ahora forman un bloque (vv.70 y 71) y aparecen invertidos, a modo de conclusión de todo el razonamiento: “a un cristal,/ a un pez, a un bruto y a un ave”

Es la idea final, el último argumento para probar la generalización de la libertad, presentada en un perfecto paralelismo: «privilegio tan suave / excepción tan principal». (vv. 68-70). Segismundo, reclama para los hombres el derecho a la libertad.

En conclusión, podemos afirmar que este fragmento de La vida es sueño es una muestra del teatro de Calderón. Centrado en el poema esencial del hombre (libertad y libre albedrío o capacidad de decidir el bien y el mal), ofrece caracteres de las dos tendencias de la época, culteranismo y conceptismo. En su conjunto, se percibe con claridad que nada es causal, sino fruto de una perfecta elaboración de las técnicas dramáticas y recursos barrocos.

[Fuente: Alonso Fernández Santos, Antonio López Martínez, Pedro Lumbreras García, Azucena Pérez Tolón, Literatura 2º, Editorial Magisterio Casals, 1992. ]