
El cantar de los Nibelungos (Peter von Cornelius 1859
La leyenda de los Nibelungos y de Sigfrido constituye la creación más considerable de la épica germánica. Los núcleos originales de esta leyenda parten de tradiciones antiquísimas de tipo mitológico que adquirieron la primera forma literaria en cantos creados en los siglos VIII al XI, transmitidos oralmente y escritos en los siglos XII o XIII. Esta labor realizada en Islandia, Groenlandia y Noruega, parece basarse en temas legendarios sobre Sigfrido, nacidos entre los francos del bajo Rin y las leyendas burgundias del alto Rin.
El Cantar de los Nibelungos fue escrito por un caballero austriaco entre los años 1200 y 1205 y es la reelaboración de la anterior materia legendaria, estructurada con la finalidad de darle unidad y homogeneidad, adoptándolo a los gustos refinados de la corte. El poeta anónimo manifiesta a cada instante su espíritu cortesano y, a pesar de la sencillez de su estilo, su arte es refinado y culto, con una perfección y regularidad formal superior a la de los cantares de gesta contemporáneos.
La obra se divide en 39 cantos que, a su vez, pueden agruparse en dos núcleos narrativos. El primer bloque comprende los cantos I al XIX (el poema de Sigfrido) y el segundo abraca desde el canto XX hasta el final (la venganza de Crimilda).
El texto ha sido transmitido en más de treinta manuscritos. Formalmente, el Cantar de los nibelungos se diferencia de los cantares de gesta castellanos en el empleo de una estrofa regular de cuatro versos de arte mayor que riman de dos en dos. En cuanto a su contenido, el Cantar recoge numerosos elementos propios de leyendas e historias de la mitología y de la cultura germánica.
Personajes y argumento
En lo que respecta a los personajes del Cantar de los nibelungos, destacan dos rasgos fundamentales: la importancia de las protagonistas femeninas (Krimilda y Brunilda), que funcionan como motor interno de la acción, y la evolución psicológica de los personajes de mayor relieve, entre los que destaca el cambio que experimenta Krimilda a lo largo del Cantar.
El argumento de este extenso poema se inspira en dos ciclos de leyendas orales surgidas entre los siglos VIII y IX. El autor supo aunar ambos ciclos y buscó un nexo de unión: Krimilda. Este personaje se convierte, en el canto XX, en el vínculo entre las dos grandes del Cantar y permite que el poema adquiera una mayor cohesión. Resulta curioso, además, que el título de la obra remita a un episodio anterior a los hechos del poema, una gesta del héroe (Sigfrido), que tan solo se menciona en uno de sus cantos. El argumento de los dos grandes bloques temáticos del Cantar puede resumirse como sigue:
Poema de Sigfrido (cantos I al XIX)
Esta primera parte gira en torno a Sigfrido, hijo del rey Sigismundo, y héroe épico del poema. Se trata de un personaje dotado de cualidades sobrenaturales, ya que todo su cuerpo –salvo una zona de su espalda– es invulnerable gracias a haber sido bañado en la sangre de un dragón milenario. También se nos cuenta cómo conquistó el tesoro de los nibelungos y se hizo, más tarde, con una capa que le permite volverse invisible.
Arrogante y decidido, Sigfrido acude a la corte de Worms con el deseo de casarse con Krimilda, hermana del rey burgundio Gunter. Allí conquista el amor de Krimilda y se convierte en vasallo del rey Gunter, ayudándolo a seducir a la princesa de Islandia, la temible Brunilda. Gunter, incapaz de dominar a su nueva esposa, recurre a Sigfrido quien -gracias a su capa mágica- consigue someter a Brunilda y entregársela a su señor. Brunilda, al enterarse tiempo después de esta afrenta y sintiéndose agraviada, planea el asesinato de Sigfrido, valiéndose para ello de la envidia que de él tienen los caballeros de la corte, como el valeroso Hagen. La muerte de Sigfrido desata el sentimiento de venganza en Krimilda y con él, da comienzo la segunda parte del Cantar.
Venganza de Krimilda (cantos XX al XXXIX)
Esta segunda parte se inicia con una elipsis de trece años, en los que Krimilda se ha casado con el rey de los hunos, Atila, con la intención de vengar la muerte de Sigfrido. Para ello, convoca a todos los burgundios a su corte. Allí, tras una sangrienta lucha, Krimilda mata a Hagen –que, a su vez, había decapitado al hijo de Atila y Krimilda– y a su propio hermando Gunter. Finalmente, un vasallo -Hildebrando- acaba con la vida de Krimilda como castigo por su crueldad.
Podéis leer un fragmento del Canto III. Sigfrido que ha oído hablar de la belleza sin igual de Krimilda, emprende viaje hacia el reino de Burgundia para conocer a la que será su esposa. Los caballeros de Worms, la corte burgundia, y su rey Gunter le ven aproximarse, intrigados, se preguntan de quién se trata. Hagen, el más destacado de ellos, explica a todos quién es Sigfrido.
Él nos trae importantes nuevas a este país. Él es el que derrotó con su brazo a los valientes nibelungos Schilbungo y Nibelungo, hijos poderosos del rey. Con su tremenda fuerza luego realizó hazañas maravillosas.
Cuando solo y sin ayuda cabalgaba una vez el héroe, encontró, según me han dicho al pie de una montaña y cerca del tesoro del Nibelungo, a muchos hombres valerosos. Hasta aquel momento no los había visto, pero entonces se percató de ello.
Todo el tesoro de Nibelungos había sido sacado de una cueva. Y ahora oiréis cómo los dos nibelungos querían repartirlo. Esto lo vio el guerrero Sigfrido y de ello empezó a asombrarse.
Se acercó tanto que, igual que él los veía, ellos le veían a él, y uno le dijo: «Aquí viene el esforzado Sigfrido, héroe de los Países Bajos». Singulares aventuras corrió él en tierra de los nibelungos.
Ambos, Schilungo y Nibelungo, acogieron con agrado al caballero. De común acuerdo, los nobles y jóvenes príncipes rogaron con empeño al formidable mozo que les repartiera el tesoro entre ellos. El héroe prometió hacerlo así.
Se cuenta que él vio tantas piedras preciosas que cien carros de carga nos las hubieran podido transportar, además del oro del país nibelungo. Todo esto tenía que repartirlo el animoso Sigfrido.
Como pago del favor le dieron la espada del rey nibelungo, pero mal les resultó el servicio que iba a prestarle Sigfrido, el héroe cumplido. Ese no lo pudo llevar a cabo, porque ellos se enfurecieron.
Tenían allí entre sus amigos doce hombres esforzados, forzudos gigantes, pero ¿de qué les valían? A estos los aniquiló el colérico brazo de Sigfrido, y además sometió a setecientos guerreros del país nibelungo con la formidable espada llamada Balmung. Muchos jóvenes guerreros, a causa del terrible pavor que les infundía la espada y el animoso héroe, le entregaron sus tierras y fortalezas.
Sigfrido, además, mató a los dos príncipes. Pero luego Alberico lo puso en grave peligro. Este quiso tomar pronta venganza de la muerte de sus señores, pero hubo de sufrir el enorme poder del brazo de Sigfrido.
No podría hacerle frente el vigoros enano y como leones ambos corrieron hacia la montaña. Aquí el héroe se apoderó del manto mágico de Alberico. Así quedó dueño del tesoro Sigfrido, el terrible guerrero.
Quienes allí osaron presentar batalla, todos yacía muertos. El héroe mandó llevar luego el tesoro adonde lo habían cogido antes los hombres de Nibelungo. De su custodia, como tesorero, encargó a Alberico.
El enano hubo de prestar juramento de que iba a servirle como criado. En toda clase de menesteres le prestó servicio cumplido». Así hablo Hagen de Trónege: «Esto es lo que ha hecho Sigfrido. Jamás hubo un guerrero que poseyera fuerza semejante.
Todavía puedo contar otro lance que he sabido de él. A un dragón lo mató con su propia mano, luego se bañó en la sangre y la piel tomó la dureza de un cuerno, de suerte que no hay arma alguna que pueda atraversarla, como se ha demostrado muy a menudo.»