Serena de Tous (c. 1350 -1400)

Serena de Tous vivió en Barcelona en la segunda mitad del siglo XIV. No se sabe exactamente cuándo nació, pero se sabe que en 1372 ya estaba casada con el mercader sardo Ramón  de Tous. Ramón fue nombrado administrador de la condesa María de Luna y marchó a Aragón para administrar las tierras de la condesa, mientras su esposa Serena se quedó en Barcelona haciéndose cargo del negocio. Además de ocuparse de su hogar y de sus negocios, Serena cuidaba personalmente de Guillemona de Togores. En 1376 su esposo falleció y Serena no recuperó los bienes que le correspondían hasta que se dictaminó una sentencia arbitral en 1389.

Las cartas de Serena de Tous

Durante los cuatro años que Ramón, su esposo, estuvo fuera de Barcelona, Serena le escribió dieciocho cartas en las que explica su día a día y muestra sus sentimientos. Serena se muestra en sus cartas como una mujer decidida y abierta, que manifiesta sus estados de ánimo y sus sentimientos. En sus cartas, Serena expresa sus vivencias e intimidades, habla por ejemplo, con gran sinceridad,  de su amor por su esposo y de cómo este evoluciona a lo largo del tiempo. Por otra parte, la enorme vinculación de Serena con la vida de la ciudad nos permite conocer de primera mano las noticias sobre casamientos, defunciones, asuntos de corte, los problemas de los amigos, etc. También informa a su esposo de la situación económica y social de una época marcada por las hambrunas y la peste. Por supuesto, da cumplida cuenta de la actividad comercial de su negocio.

Las cartas están escritas en un magnífico lenguaje coloquial, lleno de ironía, a pesar de la gravedad de las circunstancias. En ellas se percibe la historia de una esposa que se encuentra sola en Barcelona, cuidando a una amiga enferma y distanciada de su marido. Muchas veces pide a su esposo que regrese o le reprocha con ironía su abandono o la existencia de alguna amante.

Puede sorprender que Serena trata a su marido de hermano. Hay que entender que en una sociedad simbólica como la medieval es el estimarse como hermanos corresponde a un amor solidario, presidido por la igualdad, fidelidad y respeto. Por ello, cuando Serena se siente ignorada o traicionada por su marido, hace desaparecer el tratamiento de hermano y lo reemplaza por el de señor.

ALGUNAS CARTAS DE SERENA DE TOUS

Barcelona, 2 de octubre de 1372.

Al muy honrado señor don Ramón de Tous, despensero de la señora condesa de Jérica y de la Luna.

            Señor y muy querido hermano. He recibido una carta vuestra de la que he tenido gran gozo cuando he sabido de vuestra salud, pero tendría más placer si disfrutara de vuestra presencia. Puesto que me decíais, señor, que no habéis recibido tiempo ha carta mía, por mi alma os digo, señor, que creo que no me lo decís tanto porque no creáis que siempre os las envío, a no ser, señor, que las cartas se pierdan, puesto que apenas hay semana que no os mande escribir una o dos. Señor, como me hacéis saber que os encontráis en tierra extraña, me complacería, señor, que estuvieseis aquí, donde seríais mejor conocido que estando allí. Como me decís, señor, que por esto mi corazón no me va hacia vos, tan gran ansia tengo de cardaros bien la lana, señor, que si vos la tuvierais tan grande de mí como yo de vos, estaríais aquí antes de lo que estaréis, por muy pronto que estéis aquí. Señor, cuando este mensajero me trajo esta carta era por la mañana, y yo, señor, había ido a Nuestra Señora Santa María de la Merced a oír misa, por lo cual, señor, no he podido hacer lo que vos me hacéis saber; por lo cual, señor, yo rogué a Berenguer Morey para que, señor, yo cumpliese lo que vos me hacéis saber en la carta, que las súplicas, señor que vos me hacéis yo las tengo por mandamiento. Don Bernat de Tous, señor, está sano y os saluda mucho: me placería, señor, que le escribierais por tantos servicios que hace, señor, en vuestra casa. Os ruego, señor, que me encomendéis en gracia de la señora condesa, y os ruego que saludéis mucho a doña Bonanada y a Isabel de Canet y a todo el mundo que os pregunte por mí. Os ruego, señor, que si hay congrios de calidad en Zaragoza, que vos, señor, me los enviéis. Si hay algo, señor, que os apeteciera que yo haga, hacédmelo saber. Plazca a Nuestro Señor Dios daros salud y salvación y que os deje venir en breve.

            Escrita en Barcelona a dos de octubre.

Doña Sereneta, mujer vuestra mientras Dios quiera, que se encomienda a vuestra gracia.

 

Otra de las cartas:

Barcelona, 22 de abril de 1375

            Al muy honrado señor don Ramón de Tous, despensero de la señora condesa de Luna.

            Os hago saber, señor que estoy sana, gracias a Dios, y con gran deseo de vuestra presencia; veros será cuando Dios quiera. Hace mucho, señor, que carta vuestra no he tenido, de lo cual, señor, me maravillo mucho, de que no me escribáis, porque yo tengo la certeza de que todos los días entran gentes en Barcelona por las que me las podríais enviar, pero creo, señor que así como hay gran carestía de todo, creo que ahí también tenéis carestía de tinta y de papel. Ya, señor, os he escrito largamente, por medio de doña María de la Casa, que a mí, señor, no me parece que yo me deba mover hasta que vos estéis aquí, y ni la señora de Togores ni nadie me lo aconseja; ni ninguna casa de las que estaban vacías cuando vos, señor, partisteis, ahora no queda ninguna. La señora de Togores está también sana, gracias a Dios, pero muy ronca; tanto ha llorado en el aniversario que celebraron por la señora reina. Aquí, señor, ha llovido convenientemente, gracias a Dios; pienso que en breves días habrá mejor mercado de grano que el que hay hoy, si Dios quiere, porque es verdad que el grano de Sicilia había subido a 31 sueldos la cuartera. Os ruego, señor, que me tengáis informada de la ida a Montserrat que la señora de Togores dice que seguro que se hará. Ahora mismo, señor, no sé otras cosas que os pueda hacer saber, sino que Dios os vuelva aquí pronto con salud. Os ruego, señor, que saludéis mucho a la señora Blanca de Castais y a Simón Despuig.

            Escrita en Barcelona, a 22 de abril.

Doña Serena, mujer vuestra mientras Dios quiera, que se encomienda a vuestra gracia.

Otra carta de Serena:

Barcelona, 12 de junio de 1375

Al muy honrado señor don Ramón de Tous, despensero de la señora condesa de Luna.

            Os hago saber, señor, que estoy sana, gracias a Dios, y toda la familia. He recibido, señor, una carta vuestra, que se hizo el dos de junio. En cuanto al estado de la ciudad, señor, os puedo hacer saber que está en mal estado, peor que lo haya estado este año. El sábado II de este mes murió la señora de Mijavila, suegra de don Berenguer Morey, y don Monic, hijo de Berenguer Morey, murió el lunes pasado. Don Berenguer Bertran, señor, ha muerto, y como él otros muchos, en especial, señor, ha muerto aquí hoy de repente un canónigo, monseñor Francesc Sassala. Por lo cual, señor, la gente está muy asustada, ya que las muertes son muy repentinas. En casa de don Pere Saclosa, vuestro compadre, han muerto vuestra ahijada y doña Joaneta y  los dos hijos que estaban postrados con el mal. Aquí, señor, hay trigo, a Dios gracias, de muchos precios: el mayor precio es de 50 sueldos, después de 45, de 43, de 40 y de 35 sueldos. Os ruego, señor, que vos me enviéis, porque yo sólo puedo tener comida para quince días. La señora de Togores, señor, ha venido y no hay nada que la pueda consolar, tanto llora, y se sorprende mucho de que vos no hayáis atendido a lo que habíais prometido, lo cual, señor, os ruego encarecidamente que hagáis, si apreciáis mi vida. Yo, señor, os he escrito ya por medio de don Françoi Castelló sobre la venta que quiero hacer de Juana. Don Berenguer Morey se ha ido de la casa con su señora de Morey y todos los demás se irán, según acordaron en Sitges. Os doy, señor, las gracias por la gran ansia que tenéis de mí pero, por otra parte, mayor la tenéis de la casa, pero siempre la habéis tenido. Os ruego encarecidamente, señor, que me escribáis a menudo. Ahora mismo, señor, no sé otras cosas que os pueda hacer saber, sino que Dios os dé salud.

            Escrita a 12 de junio.

Doña Serenata, mujer vuestra mientras Dios quiera, que se encomienda a vuestra gracia.