Creencias y valores

3La sociedad de la época de Cervantes estaba muy condicionada por la religión, que ocupaba un lugar muy destacado en la vida de las personas. En alguna ocasión se ha dicho que la sociedad del siglo XVII era una sociedad de santos y pecadores. La vida estaba presidida por las ideas religiosas, pero a la vez,  la fe no era capaz de sofocar las energías de los españoles que oscilaban entre lo más sublime y espiritual y lo más bajo y material.

Como consecuencia de una larga tradición de mezcla de culturas, cobró un papel muy destacado el concepto de limpieza de sangre (no tener ascendencia judía ni musulmana). Por otro lado, había unos valores de gran importancia social: los nobiliarios de la sangre y el linaje. Todas las clases sociales tenían un desarrollado sentido del honor que, en algunos casos (clases dominantes), implicaba el desprecio por el trabajo manual.

first-vatican-council1

La fe católica

Tras la reforma protestante de Lutero comenzó en muchos lugares de Europa la lucha contra las nuevas ideas, dando lugar  a lo que después se conoció como la Contrarreforma. España ocupó un lugar destacado en esta reacción. La Corona y la Iglesia, estrechamente unidas, lucharon contra cualquier foco de la reforma luterana. Esto provocó un ambiente social de gran pasión espiritual y llevó a la uniformidad religiosa, dado que se perseguía cualquier desviación de la ortodoxia católica.

inquisicion1

La Inquisición

Este tribunal eclesiástico creado en el siglo XII, actuó sobre todo en el siglo XV, pero en la época de Cervantes todavía tenía actividad. Instaurado para combatir la herejía, se convirtió en un organismo que reprimía todo aquello que amenazase el orden social. Las personas tenían que mostrar continuamente actitudes y opiniones ortodoxas, a riesgo de ser denunciadas al Tribunal. Los autos de fe (castigo público de los que se habían encontrado culpables), se convirtieron en espectáculos multitudinarios.

El honor

Unknown-2

El honor era uno de los principios más respetados de la época. Este honor nacía del sentido de la propia dignidad, pero era importante en tanto que los demás lo reconocían. De ahí la relevancia social de este principio: el honor era algo público, que había que conservar. Todas las clases sociales, incluso las más humildes, tenían su propio sentido del honor. Del honor derivaban dos conceptos algo diferentes.

  • La honra: ligada al mantenimiento de una serie de obligaciones y normas de conducta que se debían mantener tanto en la adversidad como en la fortuna. Por ejemplo, para Felipe II era una cuestión de honra recibir con impasibilidad la noticia del desastre de la Armada Invencible.
  • La fama: la vertiente más social del honor. Una persona debía hacerse respetar por inferiores e iguales, y para ello las afrentas debían ser vengadas. La amenaza de la deshonra exigía una vigilancia constante, y en caso de producirse, se justificaba el recurso a la violencia. A menudo la fama se vinculaba a la conducta de las mujeres: la honra de los hombres de una familia dependía de la conducta de las mujeres, quienes eran consideradas una posesión masculina y sobre las que se podía ejercer el control y la violencia.

La limpieza de sangre

33508747_11798501La limpieza de sangre era un concepto que pretendía diferenciar a aquellas personas que no tenían sangre judía ni musulmana entre sus ascendientes. Cada vez más organismos (órdenes militares, corporaciones de artesanos…) no admitían más que cristianos viejos. La obsesión  por ser reconocido cristiano viejo era general. Los linajistas husmeaban en la ascendencia de las personas principales, buscando antepasados no cristianos. En cambio, todos los campesinos eran considerados cristianos viejos.