El Quijote es una síntesis social de la España de los Felipes, en el paso del siglo XVI al XVII. En cuanto documento social, da cabida a todas las clases sociales, a un amplísimo abanico de profesiones y oficios, y de costumbres y creencias populares. Figuras de la nobleza, como los duques, don Fernando; poderosos hacendados, burgueses como don Antonio Moreno; hidalgos acomodados como don Diego de Miranda; eclesiásticos, como el cura, el canónigo toledano; bachilleres y licenciados, como Sansón Carrasco, el oidor; militares, como el Capitán Cautivo, el comandante de galeras, etc. En el otro extremo de la escala social se encuentra el pueblo llano, cuya diversidad aparece representada por múltiples figuras de labradores, cabreros, dueñas, criadas, mercaderes, venteros, cuadrilleros, soldados, cautivos, arrieros, barberos, mozas de partido, yangüeses, galeotes, pícaros, peregrinos, moriscos, bandoleros, etc.
La sociedad del siglo XVII seguía siendo una sociedad piramidal. En lo alto de la pirámide estaba el rey. En la zona más baja, el estado llano, grupo al que pertenecía la mayor parte de la población.
Las clases sociales privilegiadas
El rey
Todo el orden social se cimentaba en la creencia de que el rey lo era por la gracia de Dios. En torno a él giraba toda la sociedad. Por ello, cuanto más cerca del rey estaba una persona más principal se la consideraba.
Eran un grupo reducido formado por los duques y algunas familias del más alto rango. Gozaban de privilegios en el trato con el rey, poseían extensos territorios y controlaban el poder político. En sus tierras ejercían el poder civil (promulgar edictos y nombrar alcaldes y funcionarios, vigilar caminos y calles…) y recibían rentas de sus habitantes.
Los nobles con título
Era un grupo muy próximo, por su grandeza, al poder de los Grandes. Normalmente, también poseían señoríos. La compra de títulos era una práctica habitual, sobre todo desde que la monarquía empezó a tener problemas monetarios. De la nobleza titulada salían los obispos y arzobispos, quienes eran designados por el rey.
Los caballeros con señorío
Los caballeros ricos propietarios de un señorío eran los que más fácilmente pasaban a tener título, porque dentro de la nobleza, la jerarquía se establecía según el grado de riqueza. La continuidad del señorío se garantizaba con la Ley de Mayorazgo, que reservaba toda la herencia para el primogénito varón y condenaba al resto a buscar fortuna en la Iglesia, en oficios palatinos y cargos públicos, o en el ejército.
Los caballeros eran hidalgos que, gracias a su riqueza, habían logrado elevarse socialmente. Sus posesiones, trabajadas por jornaleros o arrendadas a campesinos, no constituían un señorío, por lo que se beneficiaban solo de los arrendamientos o de la venta de productos agropecuarios.
Los hidalgos y escuderos
Los hidalgos constituían el estamento más bajo de la escala nobiliaria. No poseían títulos, pero, en cambio, conservaban algunos privilegios nobiliarios, como la exención de impuestos. El capital que más celosamente guardaban era su certificado de hidalguía, que indicaba que provenían de un linaje limpio.
El estado llano
Frente a la nobleza y el clero, que eran las clases privilegiadas que disfrutaban de diversas prerrogativas sociales, se encontraba lo que se conocía como «estado general» o «estado llano». Este estado estaba compuesto por los «pecheros», es decir, los que «apechaban» o pagaban «pechos» (impuestos directos, símbolo de sumisión y servidumbre).
Había grandes diferencias entre los componentes de este estado, que se derivaban de su mayor o menor riqueza. Se distinguían, por un lado, las clases urbanas, que fluctuaban entre la burguesía comercial y financiera y los trabajadores manufactureros de taller. Por otro lado, estaban las clases rurales, que abarcaban desde el jornalero sin propiedad alguna al campesino rico, propietario de extensas tierras.
Las clases urbanas
Personas principales
Eran grandes comerciantes que abastecían las ciudades y la corte. También había entre ellos usureros y especuladores de grano.
Alto funcionariado
Se trataba de funcionarios del Estado y de la judicatura: secretarios reales, magistrados, consejeros, jueces, escribanos…
Pequeños comerciantes y tenderos
Eran propietarios de pequeños comercios que vivían de esa actividad comercial. Sus ingresos no eran muy altos.
Trabajadores de oficios mecánicos
Eran todos los que desempeñaban trabajos que necesitaban esfuerzo físico o trabajo manual, muy mal visto. Los artífices hacían solo la labor magistral, dejando al ayudante la labor material.
Trabajadores de oficios viles
Se trataba de oficios considerados degradantes: matarife, pregonero, verdugo, comediante…
Las clases rurales
Un sector reducido (5%) y muy poderoso.
Labradores medios
Clase media rural
Labradores pobres
Poseían una yunta y algún terreno.
Jornaleros y braceros
Más de la mitad de la población rural. Solo contaban con el trabajo de sus brazos.
El 80% de la población total eran labradores, y constituían el grupo más bajo y explotado. Este sistema injusto se desmoronó a finales del siglo XVI, cuando el exceso de tributos y cargas señoriales y unos años de esterilidad hicieron que la miseria y el hambre endémicos se intensificaran. Por ello, el campo se despobló, y los campesinos pasaron a engrosar grupos de mendigos, vagabundos y prostitutas, o bien partieron hacia las Indias.
Los moriscos
Los moriscos tenían una gran importancia en la sociedad manchega de la época, especialmente en el sur, aunque se trataba de una minoría pequeña y prácticamente asimilada. Por ello, su expulsión en 1609 causó un auténtico desgarramiento social en La Mancha, aunque no revistiera la importancia económica que tuvo en el Reino de Valencia o en la Corona de Aragón, donde supuso un auténtico desastre. En Castilla la Nueva los moriscos ocupaban los escalones más bajos de la escala social, desempeñando en las ciudades los oficios peor vistos (sastres, tejedores, aguadores, esparteros…) y del transporte y el comercio al por menor. Eran considerados frugales y ahorrativos, longevos y muy prolíficos.
Los marginados
Por debajo de las clases sociales productivas vivía (malvivía) un grupo abundante de marginados, entre los que destacaba el pícaro. No era un mendigo, ni un malhechor—aunque, eventualmente, podría ejercer estas actividades— y se caracterizaba por su gran movilidad.
Mendigos
La mendicidad estaba regulada. Un examen de pobreza permitía poseer la licencia para ejercerla legalmente.
Según su forma de trabajar se agrupaban en distintas clases: cicateros, devotos, apóstoles, sátiros, capeadores…
Valentones o jaques
Desertores o soldados licenciados. Trabajaban por su cuenta o daban servicio de guardaespaldas.
El ascenso social
La sociedad de comienzos del XVII no era completamente inmóvil. Los burgueses y los campesinos ricos aspiraban a entrar en el estamento nobiliario y hacer fortuna. Aunque no era fácil, existían algunas formas de mejora social.
La Iglesia. Admitía a todos, aunque los puestos eclesiásticos se asignaban dependiendo del origen social
Adquisición. Compra del título de hidalguía o matrimonio con hidalgos.
La Casa Real. Suponía estudios universitarios en leyes y alcanzar un puesto en la burocracia estatal.