Siervo libre de amor de Juan Rodríguez del Padrón (c.1439)

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Juan Rodríguez del Padrón o de la Cámara

La figura de nuestro autor se halla rodeada de un halo de leyenda que no siempre es fácil deslindar de la realidad. A ello contribuye la escasez de datos documentales sobre su vida y la existencia de una fantasiosa Vida del trovador Juan Rodríguez del Padrón, escrita en la segunda mitad del siglo XVI, que lo presenta como un poeta viajero, amante de las reinas de Castilla y de Francia y asesinado en Calais.

Parece que nació a fines del siglo XIV en Padrón (La Coruña) y que perteneció a la clase de los hidalgos. Nada sabemos de sus primeros años, pero parece que conoció el ambiente cortesano. Fue criado del cardenal Juan de Cervantes y le acompañó a Italia. En 1430 asistió con él al capítulo general de la orden franciscana en Asís. También debió acompañarle al concilio de Basilea. Posiblemente viajó mucho por Europa. En 1439 era clérigo secular. Un lance amoroso provocó su retirada del mundo en un momento en que gozaba de numerosas posesiones y beneficios eclesiásticos. Este episodio tuvo mucha importancia en su vida y le inspiró algunos de sus versos y su novela Siervo libre de amor. En Jerusalén, en 1441, toma el hábito franciscano. Regresa después a su tierra y ayuda a construir el monasterio de Herbón donde transcurre el resto de su vida.

Juan Rodríguez del Padrón se caracteriza por su orgullo de casta. Su obra refleja un ambiente aristocrático. Es un apasionado de la heráldica y de todo lo que significa. Tanto literaria como ideológicamente, vive anclado en la tradición, de espaldas a las nuevas corrientes. Su esmerada formación clásica y escolástica lo convierte en un gran amante del saber. Como escritor es un típico representante de su época que se mueve siempre en las coordenadas del mundo cortés.

Siervo libre de amor  (c. 1439)

0f3275c8380f54ee528fa592cceacf0f.jpgEs la primera novela sentimental española. Debió de componerse en torno a 1439. Está escrita en primera persona y en ella el autor realiza un análisis psicológico-alegórico de sus amores, incluyendo varios poemas.  Está más cerca de las alegorías amorosas en verso tan frecuentes en Francia en los siglos XIV y XVI, que de la novela.

Este tratado, como lo llama su autor, está dividido en tres partes. La primera corresponde al «tiempo que bien amó y fue amado»; la segunda, al «tiempo que bien amó y fue desamado» y la tercera, al «tiempo que no amó ni fue amado». Sin embargo, el libro no desarrolla en su última parte la liberación de la servidumbre amorosa. El autor expone el aparato alegórico que acompaña a cada una de las tres partes.

La primera parte comienza con una  carta dirigida a su amigo Gonzalo de Medina, a quien dedica la obra. Accede a contarle sus desventuras amorosas. Lo hace a través de los parlamentos de la Discreción primero y del propio Autor después. Sabemos que su amada era una dama de elevada condición que lo abandonó por culpa de un amigo indiscreto.

images (2).jpgEn la segunda, lo vemos sumido en una «solitaria y dolorosa contemplación» que le hace invocar la muerte.  Interviene el Entendimiento, en cuyos labios se pone un largo monólogo de tema mitológico. Para ofrecer una imagen paralela de sus sentimientos el autor introduce una breve novela caballeresca: Estoria de dos amadores, protagonizada por Ardanier y Liesa, víctimas de su pasión.

En la tercera, el poeta finge despertar de un sueño, en el que vio la historia citada y prosigue con aparato alegórico. Al final llega al mar y ve una nave ocupada por una vieja dama y sus siete hijas que le piden que les cuente sus aventuras. Termina la novela en suspenso.

La obra mezcla elementos variados, salpicados, además, de poemas acordes con el tema.  Su estructura ha sido ampliamente debatida. Está bastante extendida la opinión de que la novela caballeresca de la segunda parte es un añadido ajeno al corpus de la obra y de que esta nos ha llegado incompleta. Otros autores piensan que la obra tiene una estructura unitaria, cerrada, completa.

Lo menos logrado es, sin duda, el estilo: se abusa de la erudición, de la alegoría y del artificio.

Se desarrollan todos los tópicos del amor cortés; en realidad, la obra es un tratado sobre el tema. La paradoja que encierra el título alude a que se trata de una servidumbre voluntariamente aceptada.

Un fragmento de la primera parte

Johan Rodríguez del Padrón, el menor de los dos amigos eguales en bien amar, al su mayor Gonçalo de Medina, juez de Mondoñedo, requiere de paz y salut.La fe prometida al íntimo y claro amor y la instançia de tus epístolas oy me haze escrevir lo que pavor y vergüença en ningund otorgaron revelar,2 no menos por salvar a mí, de la muerte pavoroso, que por guardar la que por sola beldat, discreçión, loor y alteza amor me mandó seguir porque sirviendo, la excelençia del estado y grandeza del amor mostrasen en mí las grandes fuerças del themor e yo, temeroso amador, careçiendo de los bienes que me induzían amar, más y más pavor oviese e vergüença de lo dezir. E así vergonçado con la pena, del temor escrivo a ti cuyo ruego es mandamiento e plegaria disciplina a mí, no poderoso de ti fuir. La muy agria relaçión del caso, los passados tristes y alegres actos y esquivas contemplaçiones e innotos e varios pensamientos qu’el tiempo contrallo non aprovechar con el seso alegórico que trahe consigo la ruda letra, aunque pareçe del todo fallir, la qual si requieres de sano entender, armas te dizen contra el amor. Ni porque mi tratado a mí se endereçe en obras mundanas o en fechos de amores, por él te amonesto que devas amar, o si amas perseverar, que en señal de amistad te escrivo de amor, por mí que sientas la grand fallía de los amadores y poca fiança de los amigos e por mí jusgues a ti amador. Esfuérçate en pensar lo que creo pensarás: yo aver sido bien affortunado, aunque agora me vees en contrallo; e por amar alcançar lo que mayores de mí deseavan, que perdí por amor la prinçipal causa de mi perdiçión.
consentía poner, en effecto por escripturas demandas saber. Mas como tú seas otro Virgilio e segundo Tulio Çíçero, prínçipes de la eloqüençia, no confiando del mi simple ingenio seguiré el estilo a ti agradable de los antigos Omero, Publio Maro, Perseo, Séneca, Ovidio, Platón, Lucario, Salustrio, Estaçio, Terençio, Juvenal, Oraçio, Dante, Marcotulio Çiçerio, Valerio, Luçio, Eneo, Ricardo, Prinio, Quintiliano, trayendo fiçiones segund los gentiles nobles de dioses dañados e deessas, no por que yo sea honrrador de aquéllos, mas pregonero del su grand error y siervo indigno del alto Jhesús. Ficçiones, digo, al poético fin de aprovechar y venir a ti en plazer con las fablas que quieren seguir lo que naturaleza no puede sofrir; aprovechar con el seso alegórico que trahe consigo la ruda letra, aunque pareçe del todo fallir, la qual si requieres de sano entender, armas te dizen contra el amor. Ni porque mi tratado a mí se endereçe en obras mundanas o en fechos de amores, por él te amonesto que devas amar, o si amas perseverar, que en señal de amistad te escrivo de amor, por mí que sientas la grand fallía de los amadores y poca fiança de los amigos e por mí jusgues a ti amador. Esfuérçate en pensar lo que creo pensarás: yo aver sido bien affortunado, aunque agora me vees en contrallo; e por amar alcançar lo que mayores de mí deseavan,  que perdí por amor la prinçipal causa de mi perdiçión.

Digo perder quan perdí favor de linda señora en tiempo qu’es el amor comienço de gentileza que no deviera perder por no venir en complimiento de amor, que es fuera de gentileza e fin de descortesía, la qual siempre aborreçí e más desde la hora que vi la grand señora, de cuyo nombre te dirá la su epístola, quiso endereçar su primera vista contra mí, que en sólo pensar ella me fue mirar por simple me condenava e quanto más me mirava, mi simpleza más y más confirmava. Si algund pensamiento a creer me lo induzía, yo de mí me corría y menos savio me jusgava otorgando la vista a los presentes mayores de mí de que más presumía, ca de mí ál no sentía salvo que la grand hermosura e desigualdat del estado le hazía venir en acatamiento de mí porque el más digno de los dos contrarios más claro viniese en vista del otro e por consiguiente la dignidat suya en grand despreçio y menoscabo de mí, que quanto más d’ella me veía acatado tanto más me tenía por despreçiado e quanto más me tenía por menospreçiado, más me dava a la grand soledat maginando con tristeza, más favorable se mostrava la que por mandamiento del que me suele regir que es el seso, formado consejo de mis çinco sirvientes luego prendí por señora e juré mi servidumbre non discordando parte de mí, salvo la que es madre de todas virtudes, con temor de lo pasado que contrastava lo por venir […]