Quevedo: puro Barroco

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Biografía

Francisco de Quevedo y Villegas nació en 1580 en el seno de una familia aristocrática. Estudió con los jesuitas y en las universidades de Alcalá y Valladolid. Fue uno de los hombres más cultos de su época. Hablaba correctamente italiano, francés y portugués,  y leía y escribía latín, griego y hebreo. De 1613 a 1620 desarrolló una intensa labor política y diplomática al servicio del duque de Osuna; a partir de esta última fecha sufrió el destierro y la cárcel. Entre 1639 y 1643, acusado de espionaje, volvió a ser encarcelado en la prisión de San Marcos de León. Al final de su vida se vio acosado por diversas enfermedades y dificultades económicas. Fue enemigo acérrimo de Góngora, con quien mantuvo una agria polémica. Murió en Villanueva de los Intantes (Ciudad Real) en 1645.

Como hemos dicho antes, Quevedo estudió en la Universidad Complutense; precisamente desde esta Universidad han elaborado un pequeño vídeo para recordar a uno de sus más famosos alumnos:

Para saber algo más sobre el autor, podéis ver este programa de RTVE llamado Paisaje con figuras, dedicado a nuestro escritor:

Paisaje con figuras

Huesos de polvo enamorado

El programa Informe semanal dedicó en 2007 un reportaje al laborioso proceso de identificación de los huesos de Francisco de Quevedo, localizados en un osario de la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes. La investigación fue realizada por la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense. Así se pudieron localizar  diez huesos de Quevedo: la cojera congénita del escritor permitió identificarlos.

Quevedo

Quevedo, poeta

De todos los poetas barrocos, Quevedo es, sin duda, el más versátil en el tono, que abarca desde la sátira hiriente y mordaz hasta la reflexión hondamente religiosa, pasando por la sobriedad de aire clásico en poemas en los que finge la voz de nobles romanos.

Quevedo entendió la poesía de acuerdo con los valores de su tiempo: su obra expresa preocupaciones universales, pero transmite la experiencia cultural y vital de la España del siglo XVII. Además, su creación adopta los modelos vigentes y los reelabora en una tarea de renovación de la lengua poética.

La obra lírica de Quevedo está dispersa en cancioneros, en manuscritos y también en algunas compilaciones que él mismo incitó a realizar, como la titulada El Parnaso español.  La poesía de Quevedo es muy abundante y variada, tanto en temas como en registros. Utiliza el tono serio y reflexivo, el apasionado, el burlón y hasta el obsceno con distintas intenciones: expresar el sentimiento amoroso, la pesadumbre ante la fugacidad de la vida o hacer agudas críticas y sátiras. También son variados los esquemas métricos: sonetos, romances, silvas, canciones, etcétera.

Poesía metafísica

Se trata de composiciones de tema moral, filosófico y religioso, de tono grave, que ofrecen una visión pesimista de la vida, entendida como camino hacia la muerte. El poeta se muestra constantemente preocupado por la fugacidad del tiempo y desengañado por lo vanas que resultan ser todas las cosas, destinadas irremediablemente a desaparecer.

En este grupo de poemas encontramos el Heráclito cristiano, escrito en 1613, aunque publicado muchos años después. La angustia por la fugacidad de las cosas mundanas se enfoca desde un punto de vista religioso: el arrepentimiento por la vanidad de valorar esas cosas por encima de los valores espirituales.

La fugacidad de la vida humana es el tema clave de este soneto de Quevedo titulado «Conoce las fuerzas del Tiempo y el ser ejecutivo cobrador de la muerte»:

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El pesimismo en Quevedo se centra en la angustia por envejecer y por morir, la amargura por el rápido paso del tiempo. Escribió Quevedo en una carta: «Hoy cuento yo cincuenta y dos años, y en ellos cuento otros tantos entierros míos. Mi infancia murió irrevocablemente; murió mi niñez, murió mi mocedad; ya también falleció mi edad varonil. Pero ¿cómo llamo vida a una vejez que es sepulcro, donde yo mismo soy entierro de cinco difuntos que he vivido?». Estos asombrosos sonetos reflejan en forma poética el contenido de la carta:

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El «Tempus fugit» más amargo y desengañado está presente en este soneto:

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En este soneto, escrito en la Torre de Juan Abad, la lectura es la conversación entre lo escrito —los sabios perviven merced a manuscritos e imprentas — y el lector. En él Quevedo se dirige a su amigo José Antonio González de Salas, que fue el primer editor de su obra completa:

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Poesía amorosa

Siguiendo la línea de los poetas renacentistas (Boscán, Garcilaso, Herrera ), Quevedo retoma en su poesía amorosa los elementos de la tradición petrarquista: la amada inalcanzable, el sentimiento inquebrantable hacia ella, la silenciosa queja del amante herido de amor, etc., pero adapta estos tópicos a la perspectiva de su propia época con vetas de sombría y,  a la vez, apasionada expresión del afecto. En esta perspectiva, dominada por la presencia constante de la muerte, el amor se muestra como una fuerza que permanece más allá del final de todas las cosas. Es la conclusión a la que llega el amante a la obra de tema amoroso más destacada de Quevedo: Canta sola a Lisi.

El amor, en Quevedo, se presenta de una forma contradictoria: por un lado vence la angustia del tiempo que transcurre inexorablemente, pues perdura más allá de la muerte. Pero, por otra parte, este sentimiento está dirigido a un ideal inalcanzable y, por tanto, es una frustración más. Como otros poetas barrocos, define el amor como un conjunto irreconciliable de elementos contrarios:

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Paradójicamente, Quevedo, que fue desamorado y misógino, y que apenas cantó a mujeres concretas, es nuestro máximo poeta del amor, concebido por él como la única fuerza capaz de vencer a la muerte. Se ha dicho que este soneto  es, probablemente, el mejor de la literatura española:

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Gran parte de los poemas de amor se deben al hombre que ama al amor, que anhela amar y ser amado, mas sufre decepción por la convivencia: nunca fue dichoso en el amor y su fracaso matrimonial, casado tardíamente, fue buena prueba de ello. Con toda seguridad inventó a Lisi, su musa quimérica, y a ella dedicó sus composiciones amorosas. En este soneto aparece el amor como un ideal inalcanzable:

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Poesía satírico burlesca

La poesía satírica de Quevedo se basa en los rasgos típicamente conceptistas: el poeta construye conceptos con ingeniosos juegos de palabras y metáforas. Además, utiliza léxico procedente de registros muy variados: desde el nivel culto hasta el de germanía.

El objetivo que el autor persigue es el humor y, sobre todo, la crítica de algunos personajes reales de la época (enemigos o rivales suyos, como el propio Góngora) y de ciertos hábitos sociales. En este sentido, llama la atención la mordacidad con que ataca la hipocresía, la ambición desmedida de poder, la corrupción política, la pedantería, etcétera.

En la obra satírica de Quevedo, hay un buen número de composiciones que muestran toda una galería de personajes tipificados. Se trata de retratos de tipos sociales de ámbitos diferentes: el mundo de la justicia (jueces, alguaciles, escribanos) o el del hampa (pícaros, mendigos, prostitutas) o de oficios diversos (sastres, taberneros, boticarios, zapateros o médicos). En otras ocasiones, el tema escogido es la caricaturización y ridiculización de tópicos y modelos literarios, como los habituales de la poesía amorosa de tradición petrarquista.

Los tópicos literarios sobre la belleza femenina quedan cuestionados y ridiculizados en este soneto de Poemas satíricos y burlescos: «Riesgo de celebrar la hermosura de las tontas»

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Critica en este poema a las mujeres cuyo aspecto externo es pura apariencia. Aquí, la llamada Filena queda «desrealizada»: todo en ella es postizo.

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La misoginia de Quevedo es evidente en este otro soneto:

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PARA SABER MÁS…

Conocíamos ya a Quevedo por su  obra en prosa, pero si queréis saber más de este poeta brillante y genial, aquí os dejo unos vínculos:

a) Como siempre, la Biblioteca virtual Cervantes nos ofrece una magnífica página donde aprender más cosas de la vida y la obra del autor:

Portal sobre Quevedo

b) El Barroco se caracteriza por reescribir los mitos en tono humorístico. Aquí podéis oír el soneto «A Apolo persiguiendo a Dafne», donde Quevedo ha convertido a la ninfa en una prostituta y a Apolo en su cliente. Nada que ver con la versión que habíamos leído escrita por Garcilaso ¿no?

A Apolo persiguiendo a Dafne

c) Actividades para leer a Quevedo: las ha realizado el profesor César López Llera e incluyen actividades sobre su poesía y sobre su prosa.

Érase un hombre a Internet pegado

d) ¿Os apetece escuchar una versión musical de algunos sonetos de Quevedo? Aquí os dejo el vínculo de la versión musical del soneto ¡Ah de la vida!, realizada por Alejandro Roop.

¡Ah de la vida!

e) ¿Os han quedado ganas de leer más poemas de Quevedo? Aquí están.

Antología poética de Quevedo

f) ¿Lo quieres todo: el verso y la prosa? No tienes más que pinchar en el enlace y elegir qué quieres leer. Para muy exquisitos hay hasta manuscritos y antiguas ediciones digitalizadas:

Obra completa de Quevedo

g) Para muy expertos (y muy interesados) el portal sobre Quevedo de la Universidad de Santiago de Compostela:

Portal sobre Francisco de Quevedo

PARA REÍRNOS UN POCO…

José Mota nos hace reír con este vídeo titulado Un selfie con Quevedo:

[Fuentes: FERNÁNDEZ  SANTOS, Alonso [et al.] (1992), Literatura 2º, Barcelona: Magisterio Casals; ARROYO CANTÓN, Carlos [et al.] (2006), Lengua castellana y Literatura 1º de Bachillerato, Madrid: Oxford; GARCÍA MADRAZO, Pilar [et al.], (2008) Lengua castellana y literatura 1º de Bachillerato, Zaragoza: Edelvives. Proyecto Zoom;  MELÉNDEZ, Isabel [et al.], (1996) Lengua y literatura castellana 4º ESO,Madrid: ESLA; PASCUAL, José A. [et al.](2008) Lengua y literatura 1º Bachillerato, Madrid: Santillana; MARTÍ, S [et al.],(2002) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; ESCRIBANO, Elena [et al.], (2008), Lengua castellana y Literatura, 1º Bachillerato, Valencia: ECIR. ]