«Es de Lope…»: el teatro de Lope de Vega

Retrato de Lope de Vega (de.wikipedia.com)

Lope Félix de Vega y Carpio, llamado el Fénix de los ingenios fue un escritor muy prolífico: cultivó todos los géneros. Fue excelente poeta, notable prosista y genial dramaturgo. Autor de una amplísima obra literaria, vivió, por otra parte, una de las vidas más apasionadas de la historia de la literatura española.

Para aquellos que os sentís fascinados por las vidas ajenas, dejad de ver Sálvame y leed una vida realmente interesante:

Nació en Madrid, en 1562, de familia de clase media con pretensiones de nobleza. Desde muy joven demostró una precocidad extraordinaria. En su ciudad natal estudió en los teatinos y, más tarde, en Alcalá y Salamanca. Intervino en la conquista de la isla Terceira y regresa de nuevo a Madrid. Su vivo y apasionado carácter le lleva a tomar la vida como viene y con demasiada prontitud. De ahí los vaivenes sentimentales, que le proporcionaron numerosos problemas a lo largo de su vida, así como frecuentes cambios de actitud vital. En Madrid, se enamora de la actriz Elena Osorio (la Filis de sus versos). Abandonado por ésta, a los cinco años, escribe unos poemas que le valen el destierro. Poco después, se casa por poderes con Isabel de Urbina (la Belisa de sus versos). Embarca en la Armada Invencible. De nuevo en España, se instala en Valencia, donde se dedica a una intensa creación. Entra al servicio del duque de Alba y se traslada a Alba de Tormes, donde muere su esposa.

Vuelve a Madrid y contrae matrimonio con Juana de Guardo, lo que no dificulta las relaciones con Micaela Luján (Camila Lucinda en sus versos), de la que tuvo cinco hijos. Rompe con Micaela y, poco después, mueren su esposa y su hijo Carlos Félix, lo que le causa tan profunda conmoción y crisis espiritual que dedice ordenarse sacerdote a los cincuenta y dos años. Sin embargo, vuelve a enamorarse de una bella actriz, Marta de Nevares (Amarilis o Marcia Leonarda en sus versos), de la que tiene varios hijos. Estos amores amargan sus últimos años al quedar ella ciegoa y perder, más tarde, la razón. Muere su hijo Lope Félix y es raptada su hija Clara. Estos hechos y sus primeros fracasos en la escena hicieron que Lope sobreviviera poco tiempo. Muere en Madrid en 1635.

 
[Literatura española 2, Alhambra Longman, 1992)

El teatro de Lope de Vega es síntesis de las tradiciones culta y popular anteriores. Ofrece un teatro basado en una retórica de la persuasión, en la comunicación con el público. Lope perseguía que sus obras fueran un éxito de público y sabía cómo conseguirlo.

Como hemos visto antes, Lope pasó varios años en Valencia, en contacto con Guillén de Castro, Tárrega y otros, con un ambiente teatral innovador. Desde la primera mitad del siglo XVI debió de haber un teatro estable, próximo a la Universidad, en la plazoleta de la Olivera. Se realizaban funciones nocturnas, con velas, por lo que resultaban caras y se suprimieron hacia 1630. Se representa un teatro populista en el que importa mucho la intriga, las costumbres populares, la utilización del simple o gracioso, y con un lenguaje próximo a la lengua común. Lope no tiene más que adoptar y evolucionar lo que ya se estaba haciendo en Valencia.

Arte nuevo de hacer comedias

Entre 1605 y 1615 coinciden en Madrid, en la Corte, una constelación de grandes figuras que conviven difícilmente. Lope se ve mezclado entonces en todas las polémicas artísticas que surgen. Es protagonista de una guerra literaria en la que se enfrenta a Cervantes y su supremacía en la novela; a Góngora en el terreno de la poesía; y, en el terreno teatral, a los aristotélicos que, desde Italia, defienden el canon clásico de componer obras.

Es en este ambiente donde hay que situar Arte nuevo de hacer comedias, un texto que el autor publica a los 47 años, cuando ya es un poeta consagrado y según él mismo dice en la obra lleva ya escritas 483 comedias. Se trata de una composición que escribe por encargo del Conde de Saldaña, miembro de la Academia de Madrid, y se inscribe dentro de una práctica bastante habitual entre los autores y las diferentes Academias del momento. Así pues, el texto de Lope nace para contestar a una polémica de la época, pero también le sirve para dejar por escrito su concepción del teatro y justificar lo que ha venido siendo hasta ahora su práctica habitual. Como ha expresado José F. Montesinos, el Arte nuevofue un texto revolucionario que no hizo ninguna revolución, porque ya Lope la había hecho antes en los corrales.

La revolución a la que Montesinos se refiere, y que recoge el Arte nuevo, es la de defender lo que llamaríamos hoy el teatro comercial, es decir, Lope sostiene que el teatro se sustenta en el público, y no en un canon aristotélico, artístico. Su fin es escribir un teatro de su tiempo, cuya norma suprema sea la de dar gusto a un auditorio bastante ecléctico, lo que le conduce a creer en un teatro exento del antiguo arte:

Y cuando he de escribir una comedia,
encierro los preceptos con seis llaves,
saco a Terencio y Plauto de mis estudio
para que no me den voces, que suele
dar gritos la verdad en libros mudos,
y escribo por el arte que inventaron
los que el vulgar aplauso pretendieron
porque, como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto. 

En opinión del catedrático Felipe B. Pedraza Jiménez son estos famosos versos los que han creado toda una corriente crítica antilopista que llega a nuestros días fruto de «que han sido malinterpretados. Lo que Lope quiere decir con lo de “hablarle en necio” es un juego irónico, ya que emplea la misma crítica que le hacían sus enemigos».

Hay que entender que Lope escribe el Arte nuevo con una sonrisa, usa la ironía desde el momento mismo que culpa al público del camino que ha escogido. Con esta confianza en el auditorio, en España se desarrolla un teatro popular que sólo tiene parangón en la Inglaterra de Shakespeare. Como nos dice Felipe B. Pedraza:

«Es un teatro comercial, que pretende vivir y vivirá de los espectadores, de un público variadísimo para el que los autores deben organizar su discurso de la mejor forma. De esta manera, Lope defiende una libertad artística que no depende exclusivamente del autor, sino que establece una relación dialéctica con el público. La vigencia de su teoría es que hoy, cuatro siglos después, seguimos interesados por un arte teatral que tenga en cuenta al público».

No hay que olvidar que la fama de Lope cruzó fronteras. Explica Pedraza que el tratado «es, en primer lugar, la reacción a unos escritos teóricos que vienen de Italia, en los que se defiende la preceptiva latina. Pero, una vez publicado el Arte nuevo, hay numerosos intentos por imitarlo fuera de nuestro país. Desde luego, en Italia, Francia, Alemania y Polonia. Luego, durante el romanticismo experimenta una resurrección especialmente en Alemania e Inglaterra».

Mezclar lo trágico con lo cómico

Frente a la idea clásica de separar tragedia y comedia, las obras pueden mezclar elementos cómicos y trágicos para mayor satisfacción del auditorio.

La unión de asuntos serios con momentos más ligeros responde a la pretensión de naturalidad. Esto permite, por otra parte, hacer protagonistas de obras de tono grave a personajes como el villano, contraviniendo así las preceptivas clásicas.

Lo trágico y lo cómico mezclado,
y Terencio con Séneca, aunque sea
como otro Minotauro de Pasife,
harán grave una parte, otra ridícula,
que aquesta variedad deleita mucho. [...]
No hay que advertir que pase en el período
de un sol, aunque es consejo de Aristóteles,
porque ya le perdimos el respeto
cuando mezclamos la sentencia trágica
a la humildad de la bajeza cómica. 

Ruptura de la regla de las tres unidades

La preceptiva clásica, desde la Poética de Aristóteles hasta los humanistas del siglo XVI planteaba que la obra de teatro debía ajustarse a tres unidades: la unidad de acción, de espacio y de tiempo. La nueva fórmula propone su ruptura cuando así lo exija la verosimilitud de la obra. Es habitual que se dé una acción secundaria a cargo de los criados o de otros personajes. Además, la acción puede tener lugar en varios días y en diferentes escenarios, ya que esto se ajusta a la naturalidad de las acciones humanas.

Adviértase que solo este sujeto
tenga una acción, mirando que la fábula
de ninguna manera sea episódica. [...]
No hay que advertir que pase en el periodo
de un sol, aunque es consejo de Aristóteles,
porque ya le perdimos el respeto
cuando mezclamos la sentencia trágica
a la humilda de la bajeza cómica. 

Estructura en tres actos

Frente a los cuatro o cinco actos habituales en periodos anteriores, estas obras se estructuran en tres actos. Al primero corresponden el planteamiento; al segundo, el nudo y al tercero, el desenlace. Según Lope, hasta la mitad del acto tercero el público no debía sospechar el final de la historia:

Divide en dos partes el asunto,
ponga la conexión desde el principio,
hasta que vaya declinando el paso,
pero la solución no la permita
hasta que llegue la postrera escena,
porque en sabiendo el vulgo el fin que tiene,
vuelve el rostro a la puerta, y las espaldas
al que esperó tres horas cara a cara;
que no más que saber en lo que para. [...]
En el acto primero ponga el caso,
en el segundo enlace los sucesos,
de suerte que hasta medio del tercero
apenas juzgue nadie en lo que para. 

 

Los personajes de la comedia nueva

Aunque hay gran cantidad de personajes dispersos por todas las comedias del siglo que nos ocupa y algunos de ellos se ha consolidado como un personaje bien individualizado y con características propias, como es el caso del donjuán, se suelen repetir figuras fijas, a la manera de personajes tipo.

El galán

Es un caballero apuesto, idealista, noble y valiente.  Esta misma función puede ser representada por un campesino, como Frondoso en Fuente Ovejuna. Su misión natural se orienta hacia la conquista de la dama, venciendo casi siempre notables dificultades.

La dama 

Es joven, bella y noble. Recibe los requiebros del galán. En ocasiones, cuando ha sido agraviada o engañada, es capaz de tomar la iniciativa e incluso disfrazarse de varón (como en Don Gil de las calzas verdes). Una figura común en las comedias barrocas es la dama disfrazada de hombre, que cambia sus habituales vestidos femeninos para perseguir al galán que la ha abandonado. Este personaje aparecía también en las novelas de la época y fue muy censurado por los moralistas.

La criada

Representa, junto a la dama, el mundo femenino y sus relaciones son paralelas a las del galán y el gracioso, con quienes comparten sus principales características, ya que la criada también es más realista y actúa como confidente de la dama, mientras esta, por lo general, busca la manera de conseguir los amores del galán con su ayuda.

El criado

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Representa lo contrario del galán, ya que por lo general es muy realista, práctico y cobarde. El gracioso (o figura del donaire) suele ser casi siempre el criado de confianza del galán; es fiel y buen consejero, y aporta la nota cómica a la trama. Al tiempo que el galán se enamora de la dama, el gracioso corteja a la criada de esta.

El criado o gracioso desempeña un importante papel en la obra ya que permite al galán dialogar con él y contarle sus inquietudes. Desempeña también el papel de narrar sucesos no escenificados en las tablas.

A veces tiene una función distanciadora muy moderna, al advertir al público con su actuación de que lo que ve no es realidad, es literatura.

El gracioso de Lope de Vega procede de la evolución del personaje del bobo de Lope de Rueda; en las obras de Lope de Rueda el bobo es un personaje cómico, presentado de forma ridícula. Suele ser un aldeano tonto que se expresa mal y se comporta torpemente. Lope de Vega hace evolucionar al personaje convirtiéndolo en un personaje urbano, inteligente e ingenioso, cuyas bromas y críticas a su amo tienen mucho éxito. Finalmente, predomina en el gracioso su vertiente placentera y simpática, con lo que sus actitudes y comentarios quedan integrados en el sistema de valores del Barroco.

Otros personajes

Otros personajes presentes en las comedias son los siguientes: un caballero, generalmente de edad avanzada, que suele ser el padre de la dama y que vela por su honra (a veces es un hermano de la dama); el villano, un labrador rico, cristiano viejo, con un fuerte sentido de la honra; el rey, a veces justo y otras veces tiránico; y el caballero poderoso, un noble que pretende usar su poder para conseguir sus pretensiones amorosas.

El lenguaje de la comedia nueva

Se rehuye la expresión culterana y no se abusa de las alusiones bíblicas, mitológicas o literarias para hacerse comprender por un público popular.

 El decoro poético

Se pretende que la lengua se ajuste a la situación y a la condición de los personajes, de modo que estos hablen conforme a su rango social y ello pueda distinguir, por ejemplo, al rey del gracioso. Es la única regla del teatro clásico que Lope respeta:

Si hablare el rey, imite cuanto pueda
la gravedad real, si el viejo hablare,
procure una modestia sentenciosa [...] 
El lacayo no trate cosas altas
ni diga los conceptos que hemos visto
en algunas comedias extranjeras.

La variedad métrica (polimetría)

Las comedias barrocas se escribieron en verso, pero no mantuvieron una unidad métrica; por el contrario, Lope planteaba el uso de estrofas diferentes para cada situación, sin hacer distinciones entre la métrica tradicional castellana y las de procedencia italiana. Así lo expresa en el Arte nuevo:

Acomode los versos con prudencia
a los sujetos de que va tratando.
Las décimas son buenas para quejas;
el soneto está bien en los que aguardan;
las relaciones piden los romances,
aunque en octavas lucen por extremo;
son los tercetos para cosas graves,
y para las de amor, las redondillas.

Canciones tradicionales intercaladas

La inclusión de elementos líricos tradicionales o de inspiración tradicional fue uno de los grandes aciertos del teatro del siglo XVII, ya que aportaba un toque popular y una frescura a la trama de las obras, que gozaban de la ventaja añadida de la música. Todo ello ofrecía una pausa en el desarrollo de la acción y servía de deleite a los espectadores, que gustaban mucho de la música y la danza como contrapunto al argumento de la obra.

 Obras teatrales de Lope de Vega

Comedias de enredo y costumbres

Ambientadas en un ambiente urbano coetáneo. El asunto principal es el amor.  Están plagadas de celos, intrigas y malentendidos que desembocan en una final feliz. Destacan en este grupo: La dama boba; El perro del hortelano; Servir a señor discreto; La moza del cántaro; La villana de Getafe; Las bizarrías de Belisa…

La dama boba

Podéis leer la obra aquí, pero si lo preferís, podéis ver la representación aquí. Si no os apetece verla entera, ved al menos la introducción inicial que es interesantísima:

Hace algunos años leímos La dama boba en clase; preparé para la ocasión unos materiales que podéis consultar aquí y aquí

El perro del hortelano

En esta comedia de enredo de tema amoroso, la condesa Diana se enamora de su secretario Teodoro, a su vez enamorado de Marcela, la criada de la condesa. El código del honor impide a Diana dar salida a sus sentimientos hacia un hombre de clase social inferior, de donde se deriva una cadena de indecisiones que, ni la dejan amar a ella, ni permiten que siga adelante  la relación entre los sirvientes. Los clásicos ingredientes de estas comedias (cartas, celos, declaraciones amorosas, enfados y reconciliaciones, engaños, etc.) dan un ritmo vivo a esta pieza con final feliz.

Podéis leer la obra aquí o ver esta versión, realizada en 1981 en el programa Estudio 1 de RTVE:

Esta versión no está mal, pero la adaptación cinematográfica que realizó Pilar Miró es justamente famosa por su calidad. Aquí tenéis un fragmento:

La moza del cántaro

Una dama se ve obligada a vengar una ofensa familiar y, en su huida, se convierte en una criada, en una moza de cántaro, uno de los tipos sociales domésticos más característicos de la España del XVII. Clasificada por Menéndez Pelayo entre las comedias novelescas de enredo, su ambientación y minuciosidad en el relato de una época nos recuerdan a una comedia de costumbres, además, de estar en línea con una vigorosa tradición: la de la fémina que rompe moldes y hace posible lo imposible para una mujer en un mundo de hombres. Pero el tema de la comedia es el amor, como no podía ser distinto en una obra del Fénix, como única fuerza capaz de saltarse el rígido orden social. De nuevo, en su época de senectud, Lope escribe una obra serena y de una tremenda belleza poética, con la que refleja simplemente que nada detiene al amor, que nada lo explica, ni sustituye.

Dentro de la tradición cultural de la mujer brava, en La moza de Cántaro construye Lope de Vega una comedia en la que el conflicto argumental surge en el cruce de las imposiciones del honor familiar –la venganza de un pobre humillado-, con la rigidez social –la dama que, a pesar de su disfraz, no logra su sueño amoroso- y, en fin, con la fuerza universal del amor. La genialidad de un Lope maduro brilla precisamente al lograr, con unos elementos temáticos tan tópicos, una obra en la que la expectación no sólo no decae sino que va intensificándose verso a verso.

Podéis ver un fragmento de la obra en una versión cinematográfica de 1954, dirigida por Florián Rey:

La villana de Getafe

Este es un vídeo de promoción de la representación de La villana de Getafe, dirigida por Roberto Cerdá e interpretada por la cuarta promoción de la La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. Estrenado el 20 de mayo de 2016 en el teatro de la Comedia.

Parece que –por las alusiones racistas contra los moriscos contenidas en el texto y el descrédito que azota a un par de personajes falsamente acusados de serlo– fue escrita por el Fénix en torno a 1613, año en que fueron expulsados de España los últimos miembros de esa minoría.

Es una comedia vigorosa y muy divertida que pone en perspectiva crítica las diferencias de clase condicionantes de las relaciones amorosas y de la vida misma, una esgrima de apariencias, fingimientos, prepotencias, deseos, ambición y pasiones de conveniencia. La villana en cuestión, Inés, no duda en seguir hasta la corte a don Félix, el noble que le prometió matrimonio para gozar sus favores en Getafe, entonces parada obligatoria de los viajeros que se desplazaban a Madrid desde Toledo y viceversa, hacia tierras andaluzas.

Lope valora en la decidida Inés su ingenio, su arrojo y su determinación para frustrar los diversos planes de boda de alcurnia de don Félix, chisgarabís rijoso en busca de braguetazo, ingresando como criada en la casa de doña Ana, prometida del galán, y haciéndose pasar por el primo indiano de doña Elena, otra aspirante a casarse con el vividor. El final feliz con la boda de los protagonistas, persuadido don Félix de que Inés, además de limpia y honrada, es rica, tiene un tono decididamente amargo.

Las bizarrías de Belisa

Cuando Lope de Vega escribe Las bizarrías de Belisa en 1634 tiene a sus espaldas una extraordinaria trayectoria en la que confluye el éxito con la desgracia, la fama con la condena. Lope goza, por un lado, del privilegio de ser un mito canonizado en vida, y por otro, se ve apremiado por numerosos desencantos que vierte en una expresión estética que oscila entre lo realista y lo distorsionado. Sus relaciones con el todo poderoso valido del rey, el Conde Duque de Olivares, son poco armónicas, y su situación anímica fluctúa entre la necesidad de reconocimiento literario y el deseo de evadirse de la Corte.

En Las bizarrías de Belisa la ciudad de Madrid invade el texto como un marco tan hermoso de día como inhóspito de noche, bullicioso e impredecible, incita una serie de conductas agresivas, desde la inauguración de nuevas respuestas a la violencia simbólica que impone el trazado de calles y edificios. La comedia establece una compleja relación entre comportamiento humano y entorno arquitectónico, muy interesante para el lector moderno.

Dramas de honor campesino

Ambientadas en un entorno rural idílico.  Protagonizadas por un  villano, un campesino rico, cristiano viejo, libre y digno, que se enfrenta solo o junto con todo su pueblo al abuso de poder de un noble que ha atentado contra su honor.  En estas obras surge la figura del rey como garante de la justicia apoyando la actuación del villano.

Destacan: Fuente Ovejuna; Peribáñez y el comendador de Ocaña; El mejor alcalde, el rey; El villano en su rincón…

Fuente Ovejuna

Es posiblemente el título más popular y representativo de Lope de Vega. Basado en un hecho real acaecido durante el reinado de los Reyes Católicos.

El comendador de Fuente Ovejuna, Fernán Gómez de Guzmán, gobierna despóticamente al pueblo y viola a todas las mujeres de las que se encapricha. Cuando el comendador sale de Fuente Ovejuna para participar en la defensa de Ciudad Real, Laurencia, una joven labradora a la que acosa, se casa con su amado Frondoso. A su vuelta, Fernán Gómez detiene a este y viola a Laurencia. Ella misma, convertida en firme defensora de los derechos femeninos, incita al pueblo entero, que se rebela contra la tiranía y los abusos del comendador y, entre todos, lo matan.

Podéis leer la obra aquí o si os apetece más ver una versión realizada por RTVE:

También hace unos años leímos en clase Fuente Ovejuna de Lope de Vega y os preparé, como siempre, unos materiales que podéis ver aquí.

Peribáñez y el comendador de Ocaña

Casilda, esposa de Peribáñez, es objeto de los insistentes galanteos del Comendador de Ocaña. Para lograr su objetivo, el Comendador aleja con engaños a Peribáñez de su casa; sin embargo, éste regresa, conoce la situación y mata al Comendador. El rey, al final, interviene para perdonar a Peribáñez.  Podéis leer la obra aquí.

El programa Teatro de Siempre de RTVE nos ofrece una versión de la obra:

El mejor alcalde, el rey

Se trata de un drama de villano honrado, de aquellas cuyo tema es la honra de un campesino (en esta ocasión no rico, pero hidalgo), que tiene que defenderse de los abusos de un noble aristócrata. El rey, finalmente, imparte justicia reponiendo la honra perdida por el labrador y castigando con la pena de muerte al noble, en este caso don Tello, que ha raptado y violado a la prometida del honrado villano Sancho. También cabe catalogarse como drama histórico, pues la trama, como dice el propio texto del final de la obra, procede de una anécdota contada en la cuarta parte de la Crónica de España de Florián de Ocampo, que en tiempo de Lope se consideraba edición de la Estoria de España de Alfonso X el Sabio.

La acción se sitúa en Galicia a comienzos del siglo XII, en el reinado de Alfonso VII de León el Emperador. Un campesino gallego, empobrecido aunque hidalgo, llamado Sancho de Roelas, anuncia a Tello de Neira, aristócrata y señor de esas tierras, su deseo de casarse con Elvira de Aibar, también de noble linaje aunque venido a menos, con quien está prometido. Don Tello se presta a ser el padrino, pero al ver a Elvira queda enamorado inmediatamente de su belleza y la secuestra con la intención de que Elvira acceda a tener relaciones sexuales con él. Ella se niega y Sancho viaja a León para pedir auxilio al rey Alfonso VII que, finalmente, se presenta de incógnito en el pazo de Tello y, tras revelar su identidad y saber que Tello ha forzado a Elvira, ordena que se casen para después ejecutar a don Tello, con lo que Elvira recuperará la honra y quedará dotada con la mitad de la hacienda del difunto gran señor.

Podéis leer la obra aquí o bien ver la versión de Estudio 1:

El villano en su rincón

La acción se sitúa en Francia. Un próspero granjero, de nombre Juan Labrador, vive feliz en sus propiedades, de manera humilde y contento con lo que tiene. Tan satisfecho está de su situación vital, que escribe con antelación su propio epitafio, haciendo constar que fue feliz sin necesidad de conocer al rey. Esta circunstancia viene en conocimiento del monarca, que movido por la curiosidad, se presenta de incógnito en el hogar de Juan, solicitando su clemencia, mediante la concesión de un préstamo. Conmovido por la predisposición del granjero, el rey revela su identidad e invita a Juan y a su ambiciosos hijos Feliciano y Lisarda a instalarse en la corte y aconsejarle en los asuntos de estado. A Juan lo nombra mayordomo regio

Podéis, como siempre, leer la obra aquí o bien ver la versión de RTVE:

Dramas trágicos

En estas obras los elementos trágicos están más acentuados. Destacan El caballero de Olmedo y El castigo sin venganza.

El caballero de Olmedo

Mónica Arrizabalaga en su artículo «El caballero de Olmedo ‘al que de noche mataron’«, publicado en ABC el 3 de julio de 2015, nos cuenta la historia real en la que se basó Lope de Vega para escribir su obra:

«Amor no te llame amor, el que no te corresponde». Los primeros versos que Lope de Vega puso en boca de don Alonso ya anticipaban la causa por la que moriría asesinado «El Caballero de Olmedo» en la célebre tragicomedia que dio a conocer universalmente a la Villa de los Siete sietes vallisoletana.
Don Alonso Manrique, como así llamó Lope al noble de Olmedo, regresaba de ver a su amada doña Inés en Medina del Campo cuando a unos tres kilómetros de su casa, en lo alto de la llamada Cuesta del Caballero, fue atacado a traición por don Rodrigo, el prometido de la joven al que corroían los celos. De nada sirvieron las advertencias en el camino («Sombras le avisaron / que no saliese / y le aconsejaron que no se fuese»). Don Alonso se encaminó solo hacia su terrible destino en esta famosa obra que se estrenó en 1620 y que tantas veces ha sido llevada a los escenarios.
Lope de Vega escribió «El Caballero de Olmedo» a partir de una seguidilla popular que por aquel entonces era muy conocida: «Que de noche le mataron, al Caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo».
La cantinela había alcanzado gran éxito en el primer cuarto del s. XVII, pero aludía en su origen a Juan de Vivero, un caballero de la Orden de Santiago asesinado el 6 de noviembre de 1521. Señor de Castronuño y Alcaraz, Vivero «fue muerto viniendo de Medina del Campo de unos toros, por Miguel Ruiz, vecino de Olmedo, saliéndole al encuentro», escribió Alonso López de Haro en su «Nobiliario genealógico de los Reyes y Títulos de España» (1622).
Juan Antonio de Montalvo daba más detalles en su «Memorial histórico de Medina del Campo» (1633) de «aquel suceso tan celebrado del caballero de Olmedo», fechando el crimen en «un día cerca de Todos los Santos» de 1521, durante el reinado de Carlos I ( y no de Juan II como en la obra de Lope). Tras el asesinato, Miguel Ruiz se refugió en el convento de religiosos jerónimos de la Mejorada, donde los frailes le protegieron del cerco de caballeros, amigos y deudos del muerto, según Montalvo. Vestido de fraile, Ruiz logró escapar de sus perseguidores y acabó embarcándose para las Indias, donde tomó el hábito de Santo Domingo en México, «fue lego y vivió casi sesenta años».
Joseph Pérez descubrió en 1966 varios documentos del Archivo Histórico de Simancas que probaron la historia real de «El Caballero de Olmedo». Estos escritos, que recogió en «La muerte del Caballero de Olmedo. La leyenda y la historia», dan cuenta de las detenciones llevadas a cabo tras la muerte de Vivero, de las acciones judiciales emprendidas por la viuda de don Juan, Doña Beatriz de Guzmán, y de cómo fueron confiscados los bienes de Miguel Ruiz, aunque sus huellas se perdieron. «La fecha (6 de noviembre de 1521), la identidad de la víctima, del asesino, el lugar y las circunstancias del crimen, están bien establecidas. Los motivos, por el contrario, continúan siendo oscuros», señalaba Pérez.
Francisco Rico resaltó en su estudio de la obra cómo «los móviles de Miguel Ruiz nunca quedaron establecidos satisfactoriamente, o eran, si acaso, demasiado prosaicos para impresionar a nadie», pero «sí era impresionante de suyo el asesinato sangriento de un noble joven y aureolado del prestigio de don Juan: caballero de Santiago, triunfador en Tordesillas (1520) y Villalar (1521) al servicio de Carlos V, recién electo regidor de Olmedo».
El móvil del crimen más verosímil sería precisamente «un ajuste de cuentas tras la batalla de Villalar», señala Benjamín Sevilla, citando el estudio «Sobre la realidad histórica de 'El caballero de Olmedo'» de Antonio Blanco y desechando las versiones sobre una disputa a cuenta de unos galgos. «Juan de Vivero fue partidario de los comuneros y luego realista», explica el gerente del Palacio del Caballero de Olmedo.
Adelaida Sagarra Magazo, doctora en Historia de la Universidad de Burgos, relata cómo el conflicto fue muy virulento en Olmedo, ya que «parte de la ciudad se declaró comunera y fue capitaneada por don Juan de Vivero». Los Vivero eran una poderosa familia enfrentada tradicionalmente con los Troches, a los que apoyaba Antonio Fonseca. «Juan de Vivero, en el último momento, cuando los acontecimientos se decantaron definitivamente, cambió de bando. Además, Vivero aprovechó la huida a Flandes de Antonio de Fonseca tras el incendio de Medina, del que fue principal responsable, para adueñarse de la situación política local», señala Sagarra.
«Pero los Fonseca no se resignaron», añade la historiadora recordando los versos «que de noche mataron...» y la muerte del caballero el 6 de noviembre de 1521.
La estancia de la Corte en Valladolid de 1601 a 1606 «contribuyó de forma decisiva a que reviviera, se recreara y se divulgara la vieja leyenda del Caballero de Olmedo», según Francisco Rico.
La leyenda llegó a Lope sin referencias cronológicas ni móvil claro del crimen. De ahí que imaginara una intriga más sugerente para el espectador, convirtiendo a Olmedo en «uno de los espacios literarios universales» con «una de las historias de amor y muerte mejor contadas, capaz de que sus espectadores o lectores, no importa de qué tiempo o lugar, puedan de alguna manera reconocerse en sus protagonistas y conmoverse con su suerte», señalan desde el Palacio del Caballero de Olmedo. «Y todo esto sin que deje de resonar en ella el eco de un suceso ocurrido en algún momento de la historia real y mínima del camino de Medina a Olmedo».
La realidad histórica del caballero de Olmedo «ya no puede anular las consecuencias desprendidas de la tragicomedia de Lope. Ni en la Ciudad del Caballero, ni en la Ciudad del Caballero, ni en Castilla y León, tampoco en España, ni en el universo literario», decía Zenón García Alonso. Es Don Alonso Manrique, más que don Juan de Vivero, quien después de muerto vive «en las lenguas de la fama». El Caballero de Olmedo.

De esta obra de Lope de Vega solo disponemos una versión en prosa realizada por RTVE:

El castigo sin venganza

El castigo sin venganza es una obra teatral que Lope de Vega compuso en 1631, a la edad de 69 años. En esta tragedia, Lope narra la relación amorosa del Conde Federico con Casandra, la joven esposa de su padre, el Duque de Ferrara, y la respuesta de este cuando descubre el adulterio. El tema principal de esta pieza es el honor, que se manifiesta en el castigo que el Duque impone a los amantes ocultando la causa real (su deshonor) bajo una falsa causa política. Otros temas tratados en la obra son la relación casi incestuosa entre Federico y Casandra y el amor del Duque por su hijo. El argumento está inspirado en un hecho real ocurrido en Italia, como dice en los últimos versos el personaje de Batín, criado de Federico y gracioso de la obra.

Podéis leer aquí la obra o bien ver la representación en este vídeo.

LEER MÁS OBRAS DE LOPE

elmistico.com.ar

Es prácticamente imposible leer la obra íntegra de Lope de Vega, pero para eso están los retos, para afrontarlos. Os dejo aquí el vínculo para leer en línea la obra completa de Lope de Vega. Ánimo.

La Biblioteca Nacional conserva buena parte de las obras teatrales de Lope de Vega. Desde este enlace podéis ver qué obras de Lope se encuentran allí depositadas.

 

SABER MÁS SOBRE LOPE

Siempre que hay que informarse de algo conviene saber qué fuentes son fiables y de dónde podemos sacar información veraz y actualizada. La página web de la Biblioteca Virtual Cervantes nos cuenta casi todo lo que necesitemos saber sobre Lope de Vega, contado por los mejores especialistas:

Lope

¿Os acordáis del profesor Robert Lauer de la Universidad de Oklahoma? Vimos su excelente página sobre Garcilaso de la Vega. En esta ocasión nos ofrece una síntesis de la vida y la obra de Lope

Hemos comentado en clase nuestra sorpresa ante la inmensa capacidad de este autor quien no solo escribió una obra inmensa, sino que, además, tuvo una intensísima vida personal llena de amores, disputas literarias y aventuras. ¿Cómo le daba tiempo a tantas cosas? Lope de Vega era, sin duda, un genio. Y la prueba de esto está en este reportaje de RTVE en el que desde la Biblioteca Nacional nos enseñan el Códice Daza, el cuaderno de notas de Lope, cosas que escribía a vuela pluma. Un documento que costó 700.000 euros y que está siendo cuidadosamente restaurado. Echadle un vistazo, sólo dura 1 minuto y 34 segundos.

Otro vídeo donde podéis ver la presentación del códice Daza antes de que lo desencuadernaran para restaurarlo. Muy interesante:

Una escena de la película Lope: Lope de Vega compone un soneto «de repente». Vedlo, es una maravilla.

Oíd aquí el famoso soneto «Definiendo el amor»  en la última escena de la película:

El trailer de esta misma película, estrenada en 2010 y dirigida por el brasileño Andrucha Waddington, donde nos cuentan unos años de la vida del insigne dramaturgo:

Casa-museo de Lope de Vega (absolutmadrid.com)

¿Preparando un viaje a Madrid? Aprovechad para visitar la Casa Museo de Lope de Vega en Madrid.


«Mi casilla, mi quietud, mi güertecillo y estudio». Así define su casa Félix Lope de Vega (1562-1635) en una carta dirigida a un amigo.


Situada en pleno centro histórico, en el Barrio de las Letras, la Casa Museo Lope de Vega se ubica en el edificio donde el escritor vivió sus últimos 25 años. La recreación de ambientes, cuyo objetivo es que se respire la presencia de Lope, evoca la vida cotidiana del Siglo de Oro y nos acerca a su intimidad. El equipamiento de la casa incorpora obras de arte, mobiliario, enseres y ediciones bibliográficas vinculadas al literato y su tiempo.
Los datos de horarios, reservas, visitas guiadas y demás, aquí.

[Fuentes: PERALES, Liz, «Arte nuevo de hacer comedias», El Cultural, 30/01/2009; FERNÁNDEZ  SANTOS, Alonso [et al.] (1992), Literatura 2º, Barcelona: Magisterio Casals; ARROYO CANTÓN, Carlos [et al.] (2006), Lengua castellana y Literatura 1º de Bachillerato, Madrid: Oxford; GARCÍA MADRAZO, Pilar [et al.], (2008) Lengua castellana y literatura 1º de Bachillerato, Zaragoza: Edelvives. Proyecto Zoom;  MELÉNDEZ, Isabel [et al.], (1996) Lengua y literatura castellana 4º ESO,Madrid: ESLA; PASCUAL, José A. [et al.](2008) Lengua y literatura 1º Bachillerato, Madrid: Santillana.]
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Mr. WonderGracián

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En la actualidad existe una corriente de motivación sin límites, con una gran profusión de mensajes optimistas, llenos de colores pastel, flores y dibujitos. Todos y todas los hemos visto en carteles, en tazas, cuadernos o camisetas. Si todos estos mensajes te «repatean», si no estás de acuerdo (o no siempre) con estas frases tan llenas de corazones y entusiasmo, tu hombre, sin duda, es Gracián.

El pensamiento de Gracián es hondamente pesimista y, también por ello, muy barroco. El mundo es engañoso; el hombre es un ser débil, miserable y, a menudo, malicioso. Buena parte de los escritos de don Baltasar tienen como finalidad pertrechar al lector de recursos y habilidades que le permitan esquivar las trampas de sus semejantes. Es importante saber disimular, saber crear expectativas sobre el propio valer. De lo que se trata en último extremo, es de dominar para no ser dominado. Lo importante es que los demás dependan de uno:

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La prosa de Gracián es muy densa y concentrada. Está construida a partir de oraciones breves, en las que dominan las antítesis y el juego de palabras:

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El pensamiento se condensa en fórmulas epigramáticas, en incisivos aforismos. Las palabras suelen contener diversos significados, tanto en sí mismas como en relación con los otros vocablos de la frase. Es también significativa la abundancia de figuras retóricas relacionadas con la economía lingüística y que producen la elipsis, el laconismos, etc.

Viendo que Gracián es un auténtico maestro del aforismo (el género que triunfa hoy en el mundo gracias a las redes sociales o los mensajes inspiracionales que hemos comentado antes), me he permitido crear Mr. WonderGracián, un proyecto que une las ilustraciones de Mr. Wonderful con los aforismos de Gracián. Estos son los que se me han ocurrido a mí, pero seguro que a vosotros se os ocurren otros más interesantes. Mandádmelos y los compartiremos.

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Lo bueno, si breve… Gracián

Baltasar Gracián (es.wikipedia)

Baltasar Gracián es uno de los grandes creadores de la prosa del Barroco. Su obra es básicamente filosófica, didáctica y moral, por lo que lo relacionamos con el género ensayístico, que tendrá su máximo apogeo en el siglo XVIII. Aunque escribió una novela, El Criticón, siempre se ha considerado como un medio literario para exponer sus pensamientos filosóficos, su interpretación de la existencia. Esta actitud filosófica es común a otras obras y autores, pero llega a un grado extremo en Gracián.

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La creación de Baltasar Gracián, pensador tenaz de poderoso ingenio satírico, surge de la postura básica del desengaño: «el desengaño, para ir bien había de estar en la entrada misma del mundo, en el umbral de la vida.«

Su obra es un intento de expresar su antropovisión: el hombre es un lobo para el hombre; la vida es lucha y no debe uno conformarse con ir trampeando, como el pícaro; hay que vencer con armas eficaces: prudencia, entendida como «industria», astucia, cautela, reserva, simulación. Cada uno debe crear un arte de vivir: esconder parte de lo que se es y representar y parecer lo que no se es.

Gracián se caracterizó por el ingenio verbal, por la precisión y el rigor expresivos. La lengua se hace en Gracián estricta, fiel a su lema «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». Persiguió la máxima concisión y alcanzó una lengua hermética, dirigida a una minoría culta.

Oráculo Manual y Arte de Prudencia (1647)

En 1647 publica el Oráculo Manual y Arte de Prudencia. Se trata de un conjunto de trescientos pequeños textos, meditaciones en torno al comportamiento del ser humano.  Cada uno de ellos está formado por una frase sintética, a veces críptica, que es comentada a continuación. Los pensamientos tienen un carácter eminentemente práctico, se trata de enseñanzas para la vida.

Este “arte de prudencia” tiene gran vigencia en la actualidad, como lo demuestra el hecho de que una reciente versión al inglés, titulada The Art of Worldly Wisdom: A Pocket Oracle, llegó a vender más de cincuenta mil ejemplares en el ámbito anglosajón, presentado como un manual de autoayuda para ejecutivos.

Os incluyo un fragmento a continuación. Disfrutadlo:

117. Nunca hablar de sí. O se ha de alabar, que es desvanecimiento, o se ha de vituperar, que es poquedad, y siendo culpa de cordura en el que dice, es pena de los que oyen. Si esto se ha de evitar en la familiaridad, mucho más en puestos sublimes, donde se habla en común, y pasa ya por necedad cualquier apariencia della. El mismo inconveniente de cordura tiene el hablar de los presentes, por el peligro de dar en uno de dos escollos: de lisonja o de vituperio.
118. Cobrar fama de cortés: que basta a hacerle plausible. Es la cortesía la principal parte de la cultura, especie de hechizo , y así concilia la gracia de todos; así como la descortesía, el desprecio y el enfado universal. Si esta nace de soberbia, es aborrecible; si de grosería, despreciable. La cortesía siempre ha de ser más que menos, pero no igual, que degeneraría en injusticia. Tiénese por deuda entre enemigos, para que se vea su valor. Cuesta poco y vale mucho; todo honrador es honrado. La galantería y la honra tienen esta ventaja, que se quedan, aquella en quien la usa, esta en quien la hace.
119. No hacerse de mal querer. No se ha de provocar la aversión, que, aun sin quererlo, ella se adelanta. Muchos hay que aborrecen de balde, sin saber el cómo ni por qué. Previene la malevolencia a la obligación. Es más eficaz y pronta para el daño la irascible, que la concupiscible para el provecho. Afectan algunos ponerse mal con todos, por enfadoso o por enfadado genio. Y si una vez se apodera el odio, es como el mal concepto, dificultoso de borrar. A los hombres juiciosos los temen, a los maldicientes los aborrecen, a los presumidos asquean, a los fisgones abominan, a los singulares los dejan. Muestre, pues, estimar para ser estimado; y el que quiere hacer casa, hace caso.

 

El Criticón

Es el único intento novelístico de Gracián, aunque su verdadera pretensión es exponer su visión crítica, pesimista y llena de desengaño sobre el hombre y el mundo. Se divide en tres partes publicadas en diferentes momentos y lugares: la primera, en Zaragoza en 1651; la segunda, en Huesca en 1653; la tercera, en Madrid en 1657.

Esta novela filosófica culminó el proceso de desnovelización, iniciado por el Guzmán de Alfarache con sus digresiones morales, y continuado por El Buscón con su tratamiento caricaturesco.

La desnovelización se produce en la novela cuando los elementos realistas que la configuran –personajes, espacios, anécdotas, etc.– pierden su carácter realista y adquieren otra dimensión, como la simbólica, la metafórica o la alegórica, o cuando la propia novela en su conjunto sustituye su finalidad de imitación de la vida por otros fines como los morales o éticos.

Gracián sustituyó el tratamiento realista por el simbolismo y la reflexión filosófica sobre la existencia y la condición humana bajo el prisma de la intención moral, la visión pesimista del mundo y el concepto de la vida como una lucha llena de trampas para el hombre.

Gracián utilizó la estructura de la novela bizantina para narrar el peregrinaje de sus dos protagonistas, Critilo y Andrenio (símbolos del hombre-juicio y el hombre-instinto), por tierras de España, Francia, Alemania e Italia, tomadas como lugares alegóricos que se correspondían con las cuatro edades de la vida: niñez, juventud, madurez y vejez.

El argumento es sencillo: Critilo, náufrago frente a la isla de Santa Elena, es salvado por Andrenio, encuentro crucial del que arranca toda la obra (es el encuentro entre la razón, la prudencia y el desarrollo, simbolizado por Critilo, con el estado natural, inculto y primitivo que encarna Andrenio); la continuación, siempre por los caminos de la alegoría, es un largo periplo durante el cual Critilo alecciona a Andrenio sobre la falsedad y los engaños del mundo. Todo, personajes, tierras y gentes, es simbólico.

Este argumento está dividido en tres  partes, que corresponden a las tres publicaciones indicadas, tituladas respectivamente: «En la primavera de la niñez y en el estío de la juventud», «En el otoño de la varonil edad», y «En el invierno de la vejez». Estas tres partes se dividen, a su vez, en numerosos capítulos denominados «Crisis» (de ahí el título de Criticón, que significa conjunto de «crisis» y que tiene el sentido de críticas.

La novela está estructurada como una peregrinatio vitae (peregrinación de la vida) que se sustenta sobre el dualismo apariencia /realidad expresado alegóricamente.

El contenido ideológico del Criticón es muy variado. Pretende ser la visión sobre el paso del hombre por la vida, sobre la verdad disfrazada, sobre la verdad disfrazada, sobre la posibilidad humana de escoger lo engañosamente inmoral o lo virtuoso. En la base de todo, está, además de otros tópicos del Barroco, la idea del «mundo al revés». La visión del mundo de Gracián es, tal vez, la más pesimista del Barroco, y su ética, una lucha contra un mundo adverso en el que hay que salvar el propio ser y la inmortalidad por el «piélago de la Fama».

El lenguaje y el estilo son de una extraordinaria riqueza. Todo en el libro está presidido por los principios expuestos en Agudeza y arte de ingenio. El afán de Gracián es condensar en pocas palabras considerable doctrina. Todo lo sacrifica a la concisión. Su cuidado lenguaje se manifiesta en el juego de palabras, en las ingeniosas transmutaciones, en las alusiones, paralelismos, contraposiciones, metáforas y, en general, en todo tipo de procedimientos retóricos. Además, la sintaxis se complica en amplios periodos y si a todo esto se añade la continua alegoría con el doble plano real y simbólico, no es de extrañar la dificultad y complejidad de esta obra.

Podéis leer un fragmento del Libro segundo:

Renuncia el hombre inclinaciones de siete en siete años: ¡cuánto más alternará genios en cada una de sus cuatro edades! Comienza a medio vivir quien poco o nada percibe: ociosas pasan las potencias en la niñez, aun las vulgares (que las nobles, sepultadas yacen en una puerilidad insensible), punto menos que bruto, aumentándose con las plantas y vegetándose con las flores. Pero llega el tiempo en que también el alma sale de mantillas, ejerce ya la vida sensitiva, entra en la jovial juventud, que de allí tomó apellido: ¡Qué sensual, qué delicioso! no atiende sino a holgarse el que nada entiende, no vaca al noble ingenio, sino al delicioso genio: Sigue sus gustos, cuando tan malo le tiene. Llega al fin, pues siempre tarde, a la vida racional y muy de hombre, ya discurre y se desvela; y porque se reconoce hombre, trata de ser persona, estima el ser estimado, anhela al valer, abraza la virtud, logra la amistad, solicita el saber, atesora noticias y atiende a todo sublime empleo. Acertadamente discurría quien comparaba el vivir del hombre al correr del agua, cuando todos morimos y como ella nos vamos deslizando. Es la niñez fuente risueña: nace entre menudas arenas, que de los polvos de la nada salen los lodos del cuerpo, brolla tan clara como sencilla, ríe lo que no murmura, bulle entre campanillas de viento, arrúllase entre pucheros y cíñese de verduras que la fajan. Precipítase ya la mocedad en un impetuoso torrente, corre, salta, se arroja y se despeña, tropezando con las guijas, rifando con las flores, va echando espumas, se enturbia y se enfurece. Sosiégase, ya río, en la varonil edad. Va pasando tan callado cuan profundo, caudalosamente vagoroso, todo es fondo, sin ruido; dilátase espaciosamente grave, fertiliza los campos, fortalece las ciudades, enriquece las provincias y de todas maneras aprovecha. Mas ¡ay!, que al cabo viene a parar en el amargo mar de la vejez, abismo de achaques, sin que le falte una gota; allí pierden los ríos sus bríos, su nombre y su dulzura; va a orza el carcomido bajel, haciendo agua por cien partes y a cada instante zozobrando entre borrascas tan deshechas que le deshacen, hasta dar al través con dolor y con dolores en el abismo de un sepulcro, quedando encallado en perpetuo olvido.

SABER MÁS…

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes nos ofrece abundante material para aquellos/as que os sintáis interesados/as por la obra de Baltasar Gracián.

También podéis consultar la página de Elena Cantarino sobre Gracián.

Podéis echar un vistazo también al estado de la cuestión de los estudios sobre Gracián en este estudio de la eminente Aurora Egido, profesora de la Universidad de Zaragoza, especialista en la literatura de los Siglos de Oro y  miembro de la Real Academia de la Lengua.

De la misma profesora podemos oír unas excelentes conferencias pronunciadas en la Fundación Juan March:

La primera conferencia se titula: Baltasar Gracián, su vida, su obra, su tiempo: el curso de la vida en un discurso y la podéis escuchar aquí:

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La segunda se titula: De la agudeza nominal a la agudeza de acción. 

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La Institución Fernando el Católico ha digitalizado las obras de Gracián. Consúltalas aquí.

También podéis echarle un vistazo a la página de Emilio Blanco sobre el autor aragonés.

La Gran Enciclopedia Aragonesa ha dedicado varios artículos a Baltasar Gracián. Puedes consultarlos aquí.

La Universidad de Zaragoza os ofrece también diversos materiales en su página Gracián Virtual.

Para terminar un poema del escritor argentino Jorge Luis Borges, titulado Baltasar Gracián:

Laberintos, retruécanos, emblemas
helada y laboriosa nadería,
fue para este jesuita la poesía
reducida por él a estratagemas.

No hubo música en su alma; solo un vano
herbario de metáforas y argucias
y la veneración de las astucias
y el desdén de lo humano y sobrehumano.

No lo movió la antigua voz de Homero
ni esa, de plata y luna, de Virgilio:
no vio al fatal Edipo en el exilio
ni a Cristo que se muere en un madero.

A las claras estrellas orientales
que palidecen en la vasta aurora,
apodó con palabra pecadora
gallinas de los campos celestiales.

Tan ignorante del amor divino
como del otro que en las bocas arde,
lo sorprendió la Pálida una tarde
leyendo las estrofas del Marino.

Su destino ulterior no está en la historia;
librado a las mudanzas de la impura
tumba el polvo que ayer fue su figura,
el alma de Gracián entró en la gloria.

¿Qué habrá sentido al contemplar de frente
los Arquetipos y los Esplendores
quizá lloró y se dijo: Vanamente 
busqué alimento en sombras y en errores.

¿Qué sucedió cuando el inexorable
sol de Dios, la Verdad, mostró su fuego?
Quizá la luz de Dios lo dejó ciego
en mitad de la gloria interminable.

Sé de otra conclusión. Dado a sus temas
minúsculos, Gracián no vio la gloria
y sigue resolviendo en la memoria
laberintos, retruécanos y emblemas.
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La prosa satírico-moral del Barroco: Francisco de Quevedo

El Barroco aportó a la literatura española el florecimiento de los escritos satíricos y político-morales, que fueron consecuencia del pesimismo y el desengaño, y que reaccionaron frente al sentimiento de decadencia. Ahora bien aun tratándose de textos predominantemente reflexivos y severos, los escritores adoptaron la postura común de tomar el lenguaje y la escritura como campo de indagación verbal y de juego ingenioso.

La reacción ante la situación política, en cualquier caso, tuvo dos direcciones: la intención satírica y burlesca, y las actitudes didácticas y moralizadoras.

La prosa satírica

La sátira, cuyo origen se encuentra en la literatura latina, estuvo presente en el Renacimiento con la obra anónima El Crotalón. En el siglo XVII dejó de ser una dolorosa mirada a la sociedad para convertirse en una punzada despiadada y cruel. Con una falta total de simpatía hacia lo criticado, la prosa satírica arremetió con igual fuerza contra vicios repelentes y contra defectos insignificantes.

En el terreno de la sátira el maestro indiscutible fue Quevedo, dotado de un espíritu  crítico y burlón y una inagotable capacidad de ingenio para zaherir los vicios y las costumbres sociales. Muestras de ellos fueron sus obras festivas Premáticas y aranceles, El siglo del cuerno o Cartas del Caballero de la Tenaza.

Los Sueños

No obstante, el punto culminante de la sátira quevedesca lo constituyen Los sueños. Obra de juventud escrita entre 1606 y 1610, aunque publicada en 1627. Fue reimpresa con el título Juguetes de la niñez.

Valiéndose del procedimiento literario del sueño, Quevedo realiza una sátira de la sociedad: el autor-narrador es transportado en sueños a un más allá fantástico habitado por tipos que son objeto de la sátira quevedesca. Consta de cinco sueños: Sueño del juicio Final o Sueño de las calaveras, El alguacil alguacilado, Las zahúrdas de Plutón o Sueño del infierno, El mundo por dentro y Sueño de la muerte, más conocido como La visita de los chistes.

Quevedo nos ofrece en esta obra un mirada burlesca, pero también preocupada, desengañada y crítica, de la sociedad española de la época. Utiliza el ingenio que le es propio y un lenguaje que domina y moldea a la perfección.

Lee un fragmento del Sueño de la muerte:

Tres cosas son las que hacen ridículos a los hombres: la primera, la nobleza; la segunda, la honra; y la tercera, la valentía. Pues es cierto que os contentáis con que hayan tenido vuestros padres virtud y nobleza para decir que la tenéis vosotros; siendo inútil parte del mundo. Acierta a tener muchas letras el hijo del labrador; es arzobispo el villano que se aplica a honestos estudios, y el caballero que desciende de César y no gasta como él en guerras y victorias el tiempo y vida, sino en juegos y rameras, dice que fue mal dada la mitra a quien no desciende de buenos padres; como si hubieran ellos de gobernar el cargo que les dan, quieren, ¡ved qué ciegos!, que les valga a ellos, viciosos; la virtud ajena de trescientos mil años, ya casi olvidada; y no quieren que el pobre se honre con la propia.

Carcomióse el hidalgo de oír estas cosas, y el caballero que estaba a su lado se afligía, pegando los abanillos del cuello y volviendo las cuchilladas de las calzas.

—Pues, ¿qué diré de la honra mundana, que más tiranías hace en el mundo y más daños y más gustos estorba? Muere de hambre un caballero pobre, no tiene con qué vestirse, ándase roto y remendado, o da en ladrón, y no lo pide, porque dice que tiene honra. ¡Oh, lo que gasta la honra! Y llegado a ver lo que es la honra mundana, no es nada. Por la honra no come el que tiene gana donde le sabría bien. Por la honra se muere la viuda entre dos paredes. Por la honra, sin saber qué es hombre ni qué es gusto se pasa la doncella treinta años casada consigo misma. Por la honra, la casada le quita a su deseo cuanto pide. Por la honra pasan los hombres el mar. Por la honra mata un hombre a otro. Por la honra gastan todos más de lo que tienen. Y es la honra mundana, según esto, una necedad del cuerpo y alma, pues al uno quita los gustos y al otro la gloria. Y porque veáis cuáles sois los hombres desgraciados y cuán a peligro tenéis lo que más estimáis, hase de advertir que las cosas de más valor en vosotros son la honra, la vida y la hacienda. La honra está junto al culo de las mujeres; la vida, en manos de los doctores; y la hacienda, en las plumas de los escribanos. ¡Desvaneceos, pues, bien, mortales!

La hora de todos y la fortuna con seso

Es una obra de gran complejidad. Comienza con una fantasía mitológica: Júpiter, cansado de las lamentaciones sobre la fortuna, convoca una asamblea de los dioses  en el Olimpo y decide poner remedio a la tragedia del mundo ordenando a la diosa Fortuna que reparta sus bienes de acuerdo con los merecimientos de cada uno. Sin embargo, se produce tal confusión y desorden que Júpiter debe restaurar la situación anterior.

En el siguiente texto podéis leer el comienzo de La hora de todos y la fortuna con seso:

Júpiter, hecho de hieles, se desgañitaba poniendo los gritos en la tierra, porque ponerlos en el cielo, donde asiste, no era un encarecimiento a propósito. Mandó que luego, a consejo, viniesen todos los dioses trompicando, cuando Marte, don Quijote de las deidades, entró con sus armas y capacete y la insignia de viñadero enristrada echando chuzos, y a su lado el panarra de los dioses, Baco, con su cabellera de pámpanos, remostada la vista y en la boca lagar y vendimias de retornos derramadas, la palabra bebida el paso trastornado y el cerebro en poder de las uvas.

Por otra parte asomó con pies descabalados Saturno, el dios marimanta, comeniñoz, engulléndose sus hijos a bocados. Con él llegó hecho una sopa Neptuno, el dios aguaroso, con su quijada de vieja por cetro –que eso es tres dientes en romance– lleno de cazcarrias y devanado en ovas y oliendo a viernes y vigilias, haciendo todos con sus vertientes en el cisco de Plutón, que venía en su seguimiento, dios dado a los diablos, con una cara afeitada con hollín y pez.

La prosa moral y didáctica

La prosa moral, que en el Renacimiento había exhibido una armónica sencillez  y una exquisita naturalidad, brilla en el Barroco por su complejidad y dificultad, de acuerdo con la idea conceptista del arte literario. Por otra parte, esta prosa responde con pesimismo y desengaño radicales a la realidad, mostrándola como ilusión, engaño, nada.

La prosa moral y didáctica coincidió con la picaresca en la actitud recelosa y en su visión negativa de la vida. Frente a su modo de pensar; y siguiendo la filosofía de Séneca de quien tradujo De los remedios de cualquier fortuna, añadiendo sus propios comentarios a la filosofía senequista. Quevedo valoró el esfuerzo humano y el poder de la voluntad para alcanzar la virtud, la sabiduría, la prudencia y el dominio de uno mismo.

Pero sus metas estéticas es aunar, expresivamente, inteligencia, adorno literario y contenido mora a través del lenguaje y el estilo. Por ello, adoptó un discurso hermético, concentrado, sumamente elaborado, y un estilo conciso y elíptico, repleto de todos los recursos barrocos.

La cuna y la sepultura es su obra ascética más destacada. En ella Quevedo hace una reflexión plenamente barroca acerca del sentido de la vida y de la muerte. Quevedo aparece aquí como un severo moralista cristiano que tiene un sentido pesimista de la vida. La idea de la muerte está siempre presente.

La prosa política

En las obras de carácter político, tratados que se refieren a aspectos de comportamiento público, administrativo o de gobierno, vuelve a destacar Quevedo. De hecho, el grupo más extenso de sus escritos en prosa es el de carácter político. Escribe varias obras sobre la política italiana, opúsculos de intenso nacionalismo español como España defendida, diatribas contra Olivares, requisitorias antisemitas como la Execración contra judíos, libelos contra las pretensiones separatistas catalanas de 1640…

Las más destacadas son  Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás. En esta obra expone la idea del príncipe cristiano, opuesta al príncipe renacentista de Maquiavelo. Quevedo utiliza la alegoría evangélica para expresar sus teorías sobre lo que debería ser un buen gobierno.

La Vida de Marco Bruto es un comentario político-moral en el que se aprueba el crimen contra Julio César  que representaba la tiranía frente a Bruto, que simboliza la república.

La prosa de crítica literaria

Quevedo ejerció la sátira contra el culteranismo en obras como La culta latiniparla o Aguja de marear cultos. En La culta latiniparla se burla de las expresiones y recursos empleados por los poetas culteranos:

Al moño en culto le llaman herencia, pues queda de las difuntas, y en pluscuamculto, dirá ‘traigo el eco del malo rizado’ o ‘el enemigo sin di’, pues dimoño es el enemigo y en quitándole el di es moño, diablo mudo; y también le llamará casidiablo, y advierta no resbale y le llame ‘el cachidiablo del pelo’.

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La prosa barroca de ficción: María de Zayas

María de Zayas y Sotomayor (wikimujeres.com)
En estos tiempos luce y campea con felices lauros el ingenio de doña María de Zayas y Sotomayor, que con justo título ha merecido el título de Sibila de Madrid, adquirido por sus admirables versos, por su felice ingenio y gran prudencia, habiendo sacado de la estampa un libro de diez novelas que son diez asombros para los que escriben deste género, pues la meditada prosa, el artificio dellas y los versos que interpola, es todo tan admirable, que acobarda las más valientes plumas de nuestra España.
                      La Garduña de Sevilla, Alonso de Castillo Solórzano

Se sabe poco de su vida. Nació en Madrid en 1590. Era hija del capitán de infantería Fernando de Zayas y Sotomayor, que servía como caballero al conde de Lemos y a María de Barasa.  Vivió algún tiempo en Nápoles, en Zaragoza y se cree que pudo residir también en Sevilla o Granada. No se poseen datos de ella desde 1639 e incluso es incierta la fecha de su muerte ya que hay dos partidas de defunción a nombre de María de Zayas, una de 1661 y otra de 1669. Participó activamente en la vida literaria, pues formaba parte de las principales academias del momento.

María de Zayas y Sotomayor es una de las principales representantes de la evolución de la novela corta, dentro de la variedad de la novela cortesana, a la que aportó la originalidad del punto de vista femenino. Las novelas cortesanas se basan en los modelos de la novella italiana, en la que ya se había inspirado Cervantes al escribir sus Novelas ejemplares. Sus rasgos son la extensión breve, los argumentos con tendencia al enredo y las intrigas y la intención didáctica.

En 1637 publicó una colección de diez novelas que iba a llamarse Honesto y entretenido sarao, pero acabó titulándose  Novelas amorosas y ejemplares.  En 1647 se imprimieron diez novelas más escritas por Zayas sin, posiblemente, la supervisión de la autora porque aparecieron en desorden y con ciertas incoherencias internas. Esta colección recibió el título de Parte segunda del Sarao y entretenimiento honesto y, posteriormente, Desengaños amorosos.  La obra narrativa de María de Zayas se integra dentro de la novela corta, uno de los géneros que más éxito tuvo en la literatura española del siglo XVII, sobre todo, tras la aparición de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes en 1613.

La relación entre las Novelas ejemplares de Cervantes y las Novelas amorosas y ejemplares de Zayas se intuye no solo en la coincidencia parcial del título, sino en el interés por reflejar en sus relatos una visión crítica hacia comportamientos o valores sociales que perjudican a la mujer. Además, ambos autores están influidos por los novellieri italianos.

A imitación de los modelos italianos, en especial el Decamerón de Bocaccio, las Novelas constan de un marco narrativo (las reuniones en casa de Lisis) en el que, a su vez, se desarrolla una intriga amorosa, y de una serie de relatos narrados por los personajes del marco. Así, cinco mujeres y cinco hombres, se reúnen en casa de una dama enferma (Lisis) durante unas Navidades. A modo de entretenimiento narran las diez historias que componen el libro. Para entretener a la enferma Lisis, se cuentan dos «maravillas» durante cinco noches y se interpretan piezas de música, se representa algún entremés y se recitan poemas que reflejan los tópicos de la lírica culta de tradición petrarquista.

También encontramos este recursos en Desengaños, que se plantea como una continuación de la serie anterior: Lisis, ya convaleciente y a punto de casarse, quiere celebrar unos pequeños festejos que consistirán en la narración de las diez historias de este libro. Pero esta vez los relatos deberán cumplir tres requisitos: ser narrados por mujeres y estar basados en hechos reales y contener una enseñanza para que las damas aprendan a no dejarse engañar por los hombres.

Esta segunda colección destaca por un tono más sombrío, pesimista  e incluso truculento que pretende desenmascarar las trampas de la realidad. Significativamente, se relatarán «desengaños» en el contexto simbólico de las fiestas de Carnaval, es decir, en el festejo de las máscaras o falsas apariencias; aunque el público del marco narrativo sigue siendo mixto, solo narran historias las mujeres: ellas toman la palabra para comunicar sus quejas y hacerse oír en la sociedad.

Los temas principales de estas historias son el amor apasionado y firme, la deshonra y la venganza que esta desencadena, los celos y el sometimiento de la mujer y la violencia que se ejerce sobre ella, así como la búsqueda de independencia y libertad por parte de las mujeres.

En los relatos de las Novelas ejemplares y amorosas la autora rechaza la superioridad del hombre y denuncia la marginación y subordinación de la mujer, a quien se le vedaba la educación y la cultura. Cuestiona, además, el sistema patriarcal, que imponía el matrimonio como único destino de la mujer en general y como solución en caso de violación.

Los Desengaños son, por otra parte, más pesimistas: la mujer aparece como víctima de una sociedad violenta, injusta y sorda a sus necesidades.

El trágico final de la mayoría de los «desengaños» influirá en el desenlace de los amores de Lisis, quien había optado por casarse con su paciente pretendiente don Diego pero, finalmente, querrá ingresar como seglar en un convento, acompañada de su madre y su prima doña Estefanía. Esta decisión es considerada acertada por la voz narradora y reflejaría la situación social que limitaba a la mujer del siglo XVII a escoger entre un matrimonio -muchas veces impuesto- o una vida -con cierta autonomía- en los claustros religiosos donde las mujeres podían vivir sin profesar los votos.

María de Zayas aporta al género del relato breve una serie de rasgos característicos como:

  • Otorgar relieve al elemento extraordinario o fantástico.
  • Recrear escenas violentas.
  • Dar importancia al componente erótico con especial atención a los deseos sexuales femeninos.
  • Eludir los finales felices que culminan en boda. Sus novelas suelen ver el matrimonio como el comienzo de una vida desgraciada para las mujeres.

MARÍA DE ZAYAS Y LA DEFENSA DE LA MUJER

Zayas defiende en sus obras que la mujer no es el ser malintencionado y pérfido a quien los moralistas, teólogos y algunos humanistas se empeñaban, desde siglos atrás, en acusar de todos los males, sino que, como todo ser humano, es capaz de comportarse de manera honesta y valiente.

Una de las acusaciones más frecuentes contra las mujeres es que son unos seres vanidosos y banales, obsesionados con la honra y los adornos excesivos. Zayas acusará a los hombres de limitar la existencia de las mujeres a vivir encerradas en el ámbito doméstico, y obsesionadas por su honra y por el adorno excesivo. Todo ello, dirá Zayas, destina a la mujer a vivir preocupada por las apariencias y a desarrollar comportamientos hipócritas o engañosos. La escritora considera que la sociedad tendría que abrir el horizonte de expectativas a las mujeres para que pudieran cultivar su intelecto y decidir su destino social. De esta manera, se mejorarían las relaciones entre hombres y mujeres y se evitarían matrimonios forzados, engaños de las mujeres por proteger su honra, muertes de esposas por maltrato físico y psicológico y, en términos generales, la infelicidad a la que se ven determinadas las personas nobles de su sociedad.

Zayas pertenece a la clase acomodada y aristocrática; y plantea una visión muy tradicional de la sociedad, marcada sobre todo por el valor de la honra y culpa, como lo haría también sor Juana Inés de la Cruz a los hombres de poner en peligro el buen nombre de las mujeres nobles. En la presentación del Desengaño tercero, la narradora Nise expone:

[...] la culpa de las mujeres la causan los hombres. Caballero que solicitas la doncella, déjala, no la inquietes, y verás cómo ella, aunque no sea más que por vergüenza y recato, no te buscará a ti. Y el que busca y desasosiega la casada, no lo haga [...]. Y el que inquieta a la viuda, no lo haga [...]. Y si las buscas y las solicitas y las haces caer, ya con ruegos, ya con regalos, ya con dádivas, no digas mal de ellas, pues tú tuviste la culpa de que ellas caigan en ella.

María de Zayas también considera que las mujeres deberían recibir la misma educación que los hombres. En el Desengaño cuarto, el personaje de Filis se lamenta de que los hombres, por miedo a perder su hegemonía social, promueve que las mujeres se preocupen por su aspecto físico y olviden adornar su intelecto.  Ella alega «y como en lugar de aplicarse a jugar las armas y a estudiar las ciencias, estudiar en criar cabello y matizar el rostro ya pudiera ser que pasaran en todo a los hombres»; y prosigue:

Y así, en empezando a tener discurso las niñas, pónenlas a labrar y hacer vainillas, y si las enseñan a leer es por milagro, que hay padre que tiene por caso de menos valer que sepan leer y escribir sus hijas, dando por causa que de saberlo son malas, como si no hubiera muchas más que no lo saben y lo son, y esta es natural envidia y temor de que los han de pasar en todo.

La novelista parece declarar que el hombre ha monopolizado el ámbito del saber para preservar su poder social. En el siglo XV, la religiosa Teresa de Cartagena ya había querido aclarar que el saber no era propiedad natural del hombre y, por tanto, la mujer podía demostrar capacidad intelectual si Dios lo deseaba.

María de Zayas considera que prohibir el desarrollo intelectual a las mujeres es perjudicial para ellas, pero también para los hombres.

UN TEXTO DE MARÍA DE ZAYAS

Acabada la música, ocupó la hermosa Lisarda el asiento situado para las que habían de desengañar [...], empezó así:
—Mandásteme, hermosa Lisis, que fueses la segunda en dar desengaños a las damas, de que deben escarmentar en sucesos ajenos, para no dejarse engañar de los hombres [...] Y suplicando a todo este auditorio hermoso y noble perdonéis las faltas de él, digo de esta suerte:
No ha muchos años que en la nobilísima y populosa ciudad de Milán había un caballero dotado de todas las partes, gracias y prerrogativas de que puede colmar Naturaleza y Fortuna, si bien mocedades y juegos disminuyó lo más de su hacienda. Era español, y que con un honrado cargo en la guerra había pasado a aquel país; casó allí con una dama igual a su calidad, aunque no rica, con que vino a ser su hacienda bastante, no más de a pasar una modesta y descansada vida, ni sobrándole ni faltándole para criar dos hijos que tuvo de su matrimonio.
Con algún regalo nació primero Octavia, llamándose así por su madre, y el segundo Juan, de quien no diré el apellido; que cuando los hombres, con sus travesuras, y las mujeres, con sus flaquezas, desdoran su linaje, es mejor encubrirle que manifestarl.
Era Octavia, aunque mayor que su hermano seis años, de las hermosísimas mujeres de aquel reino, así no lo fueran las gracias, las habilidades, el donaire, el entendimiento; quien sin verla la oía, la admiraba fea cuando la celebraba hermosa. Llegando, pues, a la edad cuando más campea la belleza, se enamoró de ella, viéndola en un festín, un hijo de senador, mozo, galán, entendido y rico, partes para que no tuviera Octavia mucha culpa en corresponderle. Mas era cuerda, y notó que ya no es dote la hermosura y que Carlos, que este era su nombre, era rico y no se había de casar con quien no lo fuese; con cuyos temores se defendió algún tiempo. Así lo hiciera siempre, que así no fuera causa de las desdichas que después sucedieron. [...]
Muy cautivo se halló Carlos de la belleza de Octavia, mas no con el pensamiento que ella tenía, que era el matrimonio, porque en tal caso no pensaba Carlos salir de la voluntad de su padre, que entendía no había hasta entonces nacido mujer que igualase a su hijo; mas pareciole, como Octavia no estaba muy sobrada, más de una honrada medianía que alcanzaban sus padres, que con joyas y dineros conquistaría este imposible de hermosura y, a no bastar, valerse de la fuerza o de algún engaño [...]
Enamorose Octavia, dejose vencer, de suerte que tuvo Carlos respuesta de este y otros que le escribió, y no solo este favor, mas el de hablarle de noche por una reja, después de acostados sus padres, que don Juan, su hermano, no asistía en Milán, acudiendo fuera de ella a sus estudios. [...]
¡Qué liberal promete Carlos, y qué ignorante cree Octavia! Liviandad me parece; mas vaya, que ella se hallará burlada; que promesas de rico a pobre pocas veces se cumplen, y más en casos amorosos [...] ¡Ah, Octavia, y qué engaño se te previene! En la hermosura te fías, sin mirar que es una flor que, en manoseándola un hombre, se marchita, y en marchitándose, la arroja y la pisa. Este es el mismo desengaño, hermosas damas; no creáis que ningún hombre lo que no hace enamorado lo hará después de arrepentido. Y si alguno lo ha hecho, es un milagro, y aún después lo hace padecer.
Rindiose Octavia, ¡oh, mujer fácil! Abrió a Carlos la puerta, ¡oh, loca! Entregole la joya más rica que una mujer tiene, ¡oh, hermosura desdichada! No quiero decir más en esto, que el mismo suceso desengañará. Gozaron sus amores muchos días, entrando Carlos con secreto en cada de Octavia. No se arrepintió Carlos tan presto, que antes se hallaba muy gustoso con su amada creencia, y ella teniéndose por extremo dichosa. Ocasionáronse en este tiempo las largas y peligrosas guerras de aquellas reinos, que no solas lloran ellos, sino nosotros, pues de esto se originó entrársenos en España y costarnos a todos tanto como cuesta; y en una de las batallas que se dieron murió el padre de Octavia, por seguir ya anciano el ejercicio de su mocedad, que eran las armas. Y su madre a pocos meses murió también de pena de haber perdido a su amado esposo. ¡Dichosa en perder la vida antes que se la acabar ver la perdición de su via!
Don Juan, como supo la muerte de sus padres, y que ya no tenía freno a sus travesuras, vino luego a Milán [...]
Con estos sucesos cesó el poder entrar Carlos en su casa como solía; no porque don Juan supiese nada, sino por temor de que no lo entendiese, viendo que Carlos no quería por temor de su padre que se publicase; de manera que apenas se veían si no era pasando por la calle, y eso con mil temores, por conocer la arrebatada condición de don Juan, que con él no había hora segura; de que los dos amantes estaban tan impacientes, que ni Carlos vivía ni sosegaba, ni Octavia enjugaba sus ojos. [...]
Más de dos años pasaron de esta suerte, que aunque Carlos se hallaba ya achacoso de la voluntad, no se atrevía a declararse de todo punto con Octavia, si ella ya vivía menos segura de que Carlos le cumpliese la palabra, conociendo en su tibieza su desdicha; no la veía con tanta puntualidad, ni la trataba con el cariño que antes. Muchas noches faltaba al lecho, y a las lágrimas que Octavia vertía, y a las bien entendidas quejas que le daba, él ponía por excusa a su padre, diciendo que le reñía porque salía de casa de noche. [...]
Ya, en fin, a Carlos, cansado de Octavia, no le parecía tan hermosa, ni le agradaba su asistencia, ni le descuidaba su cuidado; y como naturalmente se enfadaba de ella, todo le enfadaba; la asistencia era poca, los cariños eran menos. Ya se descuidaba del ordinario sustento, y si le pedía, ponía ceño; de manera que Octavia se halló en el estado de aborrecida, sin saber cómo. [...]
Sucedió, pues (que cuando las desdichas han de venir no faltan acasos que alienten), que en Novara murió un caballero, amigo del senador, padre de Carlos, y le dejó por testamentario y tutor de una sola hija que tenía, llamada Camila, de edad de veinte años, medianamente hermosa y sumamente rica, si bien la mayor riqueza de Camila era la virtud, que sobre honesta y santa criatura, el entendimiento y demás gracias era grande. Pues como el senador vio la ocasión, aplicó luego tal joya para su hijo, y como lo pensó, lo quiso efectuar, y llamándole a solas se lo comunicó, engrandeciendo las partes de Camila y el acierto en que fuese su esposa se hacía, añadiendo a esto afearle la amistad de Octavia y diciéndole lo mal que parecía en Milán, aunque la estimase por amiga, cuanto y más tomarla por mujer, pues una mujer que se había rendido a él, ¿qué confianza podría tener que no se rindiese a otro?, y que la hermosura de todos era apetecida. Añadiendo a esto que si no ponía remedio en ello, dotándola para que se casase o entrase religiosa, admitiendo la esposa que le proponía, que con la potestad que tenía de juez haría en ella un ejemplar castigo, haciéndola desterrar de Milán públicamente por inquietadora de su casa. Que como Carlos ya no amaba a la desdichada Octavia, dando las disculpas a su padre convenientes, y asegurándole pondría en orden su vida, y haciendo que Octavia se entrase en un convento, aceptó el casamiento de Camila, aficionándose, como mudable, de la nueva dama que esperaba tener por suya.

UNA POLÉMICA RECIENTE

El año 2019 surgió una polémica interesante respecto a esta autora. La catedrática Rosa Navarro Durán afirmó en su libro María de Zayas y otros heterónimos de Castillo Solórzano, que esta autora nunca existió y que, en realidad, era el seudónimo que utilizaba el escrito Castillo Solórzano para escribir algunas de sus obras.

Este es el artículo, publicado el 19 de junio de 2019, en El Cultural, el suplemento cultural del periódico ABC:

¿Quién se esconde tras María de Zayas?

María de Zayas es la mejor novelista del siglo XVII y una autora feminista: así figura en todas las historias de la literatura y así lo creía yo. Pero unas palabras suyas me abrieron los ojos y me permitieron ver la verdad: que no fue una persona de carne y hueso, sino solo un nombre tras el que se escondía un conocido escritor.

Dos son las obras de María de Zayas: las diez Novelas amorosas y ejemplares (Zaragoza, 1637) y la Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto (Zaragoza, 1647), colección de diez “desengaños”. Al final de esos Desengaños dice la autora en defensa de las mujeres: “Y digo que ni es caballero, ni noble, ni honrado el que dice mal de las mujeres, aunque sean malas, pues las tales se pueden librar en virtud de las buenas. Y en forma de desafío, digo que el que dijere mal de ellas no cumple con su obligación. Y como he tomado la pluma, habiendo tantos años que la tenía arrimada, en su defensa, tomaré la espada para lo mismo, que los agravios sacan fuerzas donde no las hay; no por mí, que no me toca, pues me conocéis por lo escrito, mas no por la vista; sino por todas, por la piedad y lástima que me causa su mala opinión”.
¿Por qué dice esta frase misteriosa: “Me conocéis por lo escrito, mas no por la vista”? Y afirma que si es necesario tomará la espada en defensa de las mujeres, “no por mí, que no me toca” (adviértase además que ha dicho antes “el que dijere mal de ellas” y no “de nosotras”). Si no la conocen “por la vista”, si no puede nadie verla, ¿no será que no existe?; y si no le toca la defensa de la mujer es que no lo es. ¿Qué está, pues, diciendo? Sencillamente, el autor de estas palabras –un hombre– está revelando a los lectores que María de Zayas es un ente de ficción.

Y abro un paréntesis para indicar que en el “Advertimiento al lector” de las Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, Lope de Vega dice también de este heterónimo suyo que “él se recataba de que le viesen, más por el deslucimiento de su vestido que por los defectos de su persona”, se escondía para que no lo vieran, o lo que es lo mismo: podían leerlo pero no verlo.
Las Novelas amorosas y ejemplares se imprimen por segunda vez en igual lugar y año, “enmendadas por su misma autora”, con algunas supresiones que empeoran el texto y que indican que no fue el motivo corregirlo, sino seguramente abaratar la edición. Uno de los poemas preliminares de la primera impresión, que luego desaparece en esta segunda, dice así:

Del olvido y de la muerte
hoy redimes tu renombre,
ni eres mujer ni eres hombre,
nada es humana tu suerte;
tu musa canta de suerte
que a quien no te vio enamora.

Curiosa alabanza retórica decir de doña María que no es mujer ni hombre, y que su suerte no es humana; y que su “musa canta de suerte / que a quien no te vio enamora” insistiendo en lo mismo antes comentado: el no verla.
La obra tiene una aprobación de José de Valdivielso, el poeta y dramaturgo, amigo de Lope –que también aprueba las citadas Rimas de Tomé de Burguillos, en 1634–, que dice lo siguiente:
“Este honesto y entretenido sarao, que me mandó ver el señor don Juan de Mendieta, vicario general en esta corte y que escribió doña María de Zayas, no hallo cosa no conforme a la verdad católica de nuestra santa madre iglesia ni disonante a las buenas costumbres. Y cuando a su Autor, por ilustre emulación de las Corinas, Safos y Aspasias, no se le debiera la licencia que pide, por dama y hija de Madrid, me parece que no se le puede negar. En dos de junio de 1636”.

No deja de ser sorprendente que diga que no se le debiera dar licencia al “autor” –no autora– por emular a “las Corinas, Safos y Aspasias” porque no es fórmula esperable en una licencia, y menos que acabe concediendo que “por dama e hija de Madrid, me parece que no se le puede negar”.

Un vejamen que un poeta catalán, Francesc Fontanella, leyó en Barcelona el 15 de marzo de 1643 en la Academia de Santo Tomás de Aquino –publicado por Kenneth Brown– aporta una pieza más para desvelar el enigma. Entre los poetas contemporáneos suyos que habían escrito en español glosas a la memoria del santo incluye a María de Zayas y dice de ella:

Doña María de Zayas
viu ab cara varonil,
que a bé que ‘sayas’ tenia
bigotes filava altius.
Semblava a algun cavaller,
mes jas’ vindrà a descubrir,
que una espasa mal se amaga
baix las “sayas” femenils.

Francesc Fontanella lo dice muy claramente: doña María de Zayas vive con cara de hombre y tiene altos y afilados bigotes (no dice que sea bigotuda); se parece a un caballero –que él conoce muy bien–, y anuncia que al final se descubrirá tal disfraz porque mal se esconde una espada debajo de las sayas de mujer. No es una grosera burla de la escritora, como se creía, sino la exposición de la verdad: detrás del nombre de María de Zayas –de sus femeninas sayas– se esconde un escritor.

¿Acaso no teníamos datos sobre la vida de María de Zayas? Pues no. La partida de bautismo de una María de Zayas, tres de defunción y un testamento –este en Nápoles– de damas llamadas María de Zayas no prueban que alguna de ellas fuera la novelista. ¿Y el autógrafo de su comedia? El manuscrito de su única comedia, La traición en la amistad, firmado por “doña Mª de Cayas” (BNE, sign. Res. 173), no es prueba de su existencia, sino solo de que alguien copió esmeradamente el texto –porque solo tiene dos mínimas correcciones del copista al equivocarse– y estampó al final esa firma.

Si, como hemos visto, no existió María de Zayas, ¿qué escritor se escondía tras su nombre?

Él mismo nos revela su identidad en los preliminares de las Novelas amorosas y ejemplares, porque incluye tras la epístola al lector de María de Zayas el anónimo “Prólogo de un desapasionado”, donde se manifiesta claramente por su estilo, por palabras que él usa (‘estafante’, ‘estríctico’, etc.) y por un argumento que expuso ya al lector en Las Harpías en Madrid (Barcelona, 1631): es Alonso de Castillo Solórzano (1584-1647/48?), autor además de dos poemas de los preliminares. Termina ese prólogo “de un desapasionado” con un enigmático elogio porque dice de Zayas: “cuyas alabanzas son dignas de elocuentes plumas, y la mayor que le da la mía es el dudar celebrarla, quedándose en silencio, que en quien ignora es el mayor elogio para quien desea celebrar”.

Es precisamente el escritor quien pone en boca de un personaje suyo, Monsalve, autor de novelas, la alabanza del “ingenio” de María de Zayas en La garduña de Sevilla (1642): “En estos tiempos luce y campea con felices aplausos el ingenio de doña María de Zayas y Sotomayor, que con justo título ha merecido el nombre de sibila de Madrid, adquirido por sus admirables versos, por su felice ingenio y gran prudencia; habiendo sacado de la estampa un libro de diez novelas”. Él, que admiró hondamente a Lope, lo imitó también en crear heterónimos y además se escondió tras las sayas de una mujer. Y digo “heterónimos” porque creó a otros tres novelistas: Andrés Sanz del Castillo, Jacinto Abad de Ayala y Baptista Remiro de Navarra, escritores todos sin biografía y de una sola obra.

La cosa no podía quedar así, en este otro artículo, la filóloga Elizabeth Treviño, de la Universidad Nacional Autónoma de México, le replica con pasión y hace una enmienda total a la totalidad del artículo:

La muerte (virtual) de María de Zayas

«María de Zayas es la mejor novelista del siglo XVII». Estoy de acuerdo con Rosa Navarro Durán. Como ella coincidirá conmigo en que los suyos (Cervantes al margen) son los más valiosos relatos de la España de entonces, en la eficaz belleza de su prosa o en su valiente y equilibrada defensa de la condición de mujer. Pero a partir de ahí niego todo, preguntas y respuestas, de su artículo «¿Quién se esconde tras María de Zayas?» (El Cultural, 14 de junio de 2019), donde afirma que la celebrada escritora “no fue una persona de carne y hueso, sino solo un nombre”.

Asida de unas palabras que encontramos en las últimas páginas de su segunda colección de novelas (1647), «me conocéis por escrito, mas no por la vista», y de alguna interpretación capciosa como la del juego de ingenio de un elogio («ni eres mujer ni eres hombre, / nada es humana tu suerte»… porque es divina), Rosa Navarro Durán asegura que doña María nunca existió, sino que es un mero «ente de ficción» creado por Alonso de Castillo Solórzano, una invención del literato que competía con ella en su mismo género narrativo.

Vayamos enseguida al grano. La realidad e Zayas no puede ponerse en duda. Los encomios que le dedican Lope de Vega,  Pérez de Montalbán y bastantes otros y (notémoslo al paso) bastantes otras, las burlas amistosas de Fontanella, los documentos oficiales que figuran al frente de sus libros, como la aprobación de Josef de Valdivieso que avala la imprescindible licencia de impresión, ¿son acaso falsificaciones o fraudes? ¿O es que en el mundo de las letras, de la imprenta y de la administración civil y eclesiástica se fraguó una vasta conspiración para simular que existía una novelista imaginaria? ¿Cómo la "crema de la intelectualidá" española entró en la confabulación? Y, ¿con qué objeto?

Efectivamente, los documentos de la época sobre damas llamadas María de Zayas se prestan a desorientarnos. Pero con los datos ciertos o más verosímiles, como el nacimiento madrileño, el apellido Sotomayor o el parentesco con el reconocido impresor Luis Sánchez, aun dejando muchos huecos en su biografía, permiten por lo menos una identificación básica de la persona. Así espero esclarecerlo con sólidos testimonios en la edición de la Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto que tengo en prensa en la Biblioteca Clásica dirigida por Francisco Rico para la Real Academia Española.

Efectivamente, los documentos de la época sobre damas llamadas María de Zayas se prestan a desorientarnos. Pero con los datos ciertos o más verosímiles, como el nacimiento madrileño, el apellido Sotomayor o el parentesco con el reconocido impresor Luis Sánchez, aun dejando muchos huecos en su biografía, permiten por lo menos una identificación básica de la persona. Así espero esclarecerlo con sólidos testimonios en la edición de la Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto que tengo en prensa en la Biblioteca Clásica dirigida por Francisco Rico para la Real Academia Española.

Aun dentro de su brevedad y su objetivo primario, sorprende que Navarro Durán apenas esboce algunas supuestas concomitancias literarias o lingüísticas entre los dos autores que convierte en uno. Pero la única de sus especulaciones que no se sustenta en la retorcida explicación de algún retazo de lo que sus contemporáneos escribieron de la novelista es que una palabra predilecta de Castillo Solórzano aparece en Zayas …una sola vez en toda su obra –prosa y dramaturgia incluidas–, puntualizo yo, y en un prólogo que va sin firma.

Da noticia la profesora Navarro de un reciente libro suyo, María de Zayas y otros heterónimos de Castillo Solórzano, publicado con el sello de la Universidad de Barcelona, y que por desgracia aún no ha llegado a mi Ciudad de México. En él, según resume, no se contenta con dar a Zayas por invención de Castillo Solórzano, sino que la misma calidad de heterónimos otorga hasta a otros tres autores de novelas cortas: Sanz del Castillo, Abad de Ayala y Remiro de Navarra. Ni Fernando Pessoa tuvo tantos, ni nadie parece más ducha que la erudita barcelonesa en desvelar autorías y misterios literarios insospechados: el Lazarillo de Tormes (hacia 1553) lo escribió Alfonso de Valdés (†1532) y su Segunda parte don Diego Hurtado de Mendoza, La pícara Justina es obra cierta de Baltasar Navarrete, tras La Lozana Andaluza se esconde ni mas ni menos que el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba… No sigo la cuenta: me limito a preguntar por la verosimilitud y fiabilidad de su novísima atribución.

SABER MÁS SOBRE MARÍA DE ZAYAS

María de Zayas, una mujer sin rostro es el nombre del capítulo que el programa de RTVE Mujeres en la historia dedicó a la escritora. Para verlo, haced clic en la imagen:

Este programa de la UNED nos ofrece más información sobre esta interesante escritora:

Más información sobre la autora en la página web del profesor de la Universidad de Oklahoma Robert L. Lauer , podéis ver allí, además de datos sobre la vida de la autora y una bibliografía actualizada, las fotos del estreno mundial de la versión inglesa de obra de teatro de María de Zayas, La traición de la amistad, representada por los alumnos de la Universidad de Oklahoma.

LEER A MARÍA DE ZAYAS

¿Os animáis a leer algunas de sus obras?  Aquí podéis leer versiones digitales de algunas de los relatos incluidos en las Novelas ejemplares y amorosas. Haced clic sobre el título que más os llame la atención.

Aventurarse perdiendo

El jardín engañoso

La esclava de su amante

Estragos que causa el vicio

La traición en la amistad.

La inocencia castigada

La Biblioteca Cervantes Virtual nos ofrece unos fragmentos de esta obra de teatro. Pinchad en la imagen:

Enriquecimiento
 
 
[Fuentes: Carlos Arroyo Cantón, Perla Berlato Rodríguez, Mabel Mendoza Parra, Recursos Oxford Educación, Lengua castellana y Literatura 1º de Bachillerato, Madrid, Oxford, 2006; Wikipedia; BLECUA, José Manuel [et al.] (2008), Lengua castellana y Literatura 1º, Madrid: Editorial SM; FERNÁNDEZ  SANTOS, Alonso [et al.] (1992), Literatura 2º, Barcelona: Magisterio Casals; ARROYO CANTÓN, Carlos [et al.] (2006), Lengua castellana y Literatura 1º de Bachillerato, Madrid: Oxford; GARCÍA MADRAZO, Pilar [et al.], (2008) Lengua castellana y literatura 1º de Bachillerato, Zaragoza: Edelvives. Proyecto Zoom;  MELÉNDEZ, Isabel [et al.], (1996) Lengua y literatura castellana 4º ESO, Madrid: ESLA; PASCUAL, José A. [et al.](2008) Lengua y literatura 1º Bachillerato, Madrid: Santillana; ESCRIBANO, Elena [et al.](2008), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, VALENCIA: ECIR; MARTÍ, S. [et al.] (2002), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MARTÍ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MATEOS DONAIRE, E. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Madrid: McGrawHill; RIQUELME, J. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Valencia: Micomicona; GARCÍA GUTIÉRREZ, M. [et al.] (2015), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato. Serie Comenta, Madrid: Santillana; GUTIÉRREZ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Madrid: Anaya.]
 

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Comentario de un texto en prosa del Barroco: El Buscón de Quevedo

De cómo fui a un pupilaje por criado de don Diego Coronel

Determinó, pues, don Alonso, de poner a su hijo en pupilaje, lo uno por apartarle de su regalo y lo otro, por ahorrar de cuidado. Supo que había en Segovia un licenciado Cabra, que tenía por oficio el criar hijos de caballeros, y envió allá al suyo, y a mí para que le acompañase y sirviese.
Entramos, primer domingo después de Cuaresma, en poder de la hambre viva, porque tal laceria (1) no admite encarecimiento.  Él era un clérigo cerbatana, largo solo en el talle, una cabeza pequeña, pelo bermejo (no hay más que decir para quien sabe el refrán), los ojos avecindados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos (2), tan hundidos y oscuros, que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes; la nariz, entre Roma y Francia, porque se le había comido de unas búas (3) de resfriado, que aun no fueran de vicio porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de  miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagabundos se los habían desterrado; el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida que parecía que se iba a buscar de comer forzado de la necesidad; los brazos secos, las manos como un manojo de sarmientos cada uno. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas. Su andar muy espacioso; si se descomponía algo, le sonaban los huesos como tablillas de San Lázaro (4). La habla ética (5); la barba grande, que nunca se la cortaba por no gastar, y él decía que era tanto el asco que le daba ver la mano del barbero por su cara, que antes se dejaría matar que tal permitiese; cortábale los cabellos un muchacho de nosotros. Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa; era cosa que fue de paño, con los fondos en caspa. La sotana, según decían algunos, era milagrosa (6), porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenía por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos entre azul. Llevábala sin ceñidor; no traía cuello ni puños. Parecía, con los cabellos largos y la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte. Cada zapato podía ser tumba de un filisteo. Pues su aposento, aun arañas no había en él. Conjuraba los ratones de miedo que no le royesen algunos mendrugos que guardaba. La cama tenía en el suelo, y dormía siempre de un lado por no gastar las sábanas. Al fin, él era archipobre y protomiseria.

(1) pupilaje: internado para jóvenes
(2) laceria: miseria, pobreza.

(3) cuévanos: cesto grande y hondo.
(4) búa: tumor.
(5) tablillas de San Lázaro: tablillas que en la Edad Media hacían sonar los leprosos para avisar de su presencia.
(6) ética: enferma, débil.
(7) sotana milagrosa: recuerdo del milagro de la casulla de san Ildefonso, que era multicolor.

Se trata de un fragmento de la novela El Buscón de Francisco de Quevedo. Esta obra, única novela picaresca escrita por el autor, es representativa tanto del conjunto de la obra de Quevedo, donde la sátira mordaz es la nota predominante, como de la narrativa picaresca en general; aunque con ciertos cambios con respecto a sus características.

Como es habitual en la novela picaresca, el narrador es el pícaro protagonista, en este caso Pablos, quien nos hace una caricatura grotesca y degradante del licenciado Cabra, el dueño del internado de Segovia donde es enviado don Diego Coronel, el amo de Pablos.

En este fragmento, la tipología textual predominante es la descripción, combinando prosopografía o descripción física y etopeya o descripción del carácter; es decir, el autor  ha realizado un retrato del licenciado Cabra.

La estructura del texto es muy sencilla, pues presenta dos partes que se corresponden con los dos párrafos.

En el primero, el protagonista explica el motivo por el que va a parar a la casa del licenciado Cabra, junto a su amo.

En el segundo se realiza la caracterización del personaje atendiendo tanto a las características físicas como morales del personaje. Toda la descripción del personaje está al servicio de una idea: el carácter rácano y miserable del licenciado Cabra, se ve reflejado en su apariencia física. La descomposición de la figura del licenciado Cabra se hace desde un ángulo de visión insólito y mediante la acumulación yuxtapuesta de imágenes independientes que se combinan entre sí.

Lo más característico del fragmento es el empleo de figuras literarias. La grotesca y degradante caricatura del personaje se construye, como veremos a continuación, sobre metáforas e hipérboles, comparaciones y juegos de palabras.

Comienza con una descripción general del cuerpo, del que destaca que el licenciado Cabra era alto y delgado.  Para ello, utiliza una metáfora por aposición: «era un clérigo cerbatana», es decir, identifica la figura del licenciado con una cerbatana, un tubo estrecho y largo por el que se introducen dardos, flechas, piedrecillas que se disparan soplando con fuerza por uno de los extremos.

También señala que era «largo solo en el talle», haciendo un juego de palabras, muy conceptista entre los dos significados del adjetivo «largo», que puede referirse a la longitud de algo o a la generosidad. En este caso, Quevedo nos dice que el licenciado es solo alto, pero no generoso.

Continúa con una descripción del cuerpo empezando por la cabeza y terminando en los pies. Describe así que el licenciado tiene el cabello «bermejo», es decir, rojo. Los pelirrojos eran muy mal considerados en la época: se consideraba que el color rojo de su pelo los relacionaba con la brujería o la maldad.  Quevedo, probablemente, alude al refrán «rubio bermejo, mal pelo y peor pellejo»

Sigue con los ojos, de los que dice que son hundidos, oscuros y muy separados; para ello utiliza una comparación: «parecía que miraban por cuévanos», es decir, desde el fondo de un cesto grande y hondo. Además dice que sus ojos, tan hundidos y oscuros  que serían buen sitio para tienda de mercader; alude en este sentido a la costumbre de los tratantes judíos de instalar sus tiendas en lugares oscuros para que los compradores no vieran los defectos del género que vendían.

Prosiguiendo el recorrido por el rostro, el narrador llega a la nariz y nos dice que la nariz era muy pequeña; para ello hace alusión a dos lugares geográficos «Roma» y «Francia». Cuando habla de Roma está, de nuevo, haciendo un juego de palabras entre el sustantivo Roma y el adjetivo «roma» que significa chata y sin punta. Por otra parte, cuando habla de que la nariz está en Francia se refiere a la sífilis, una enfermedad de transmisión sexual que, en España se llamaba el «mal francés». Esta enfermedad, en sus últimos estadios solía manifestarse con bultos y tumores por la cara; el licenciado Cabra tenía estos tumores en la nariz, pero no eran por el «mal francés», que se contagiaba fundamentalmente a través del trato con prostitutas y, por tanto, pagando, sino por catarros mal curados. Con esto, incide de nuevo en la fealdad y racanería del personaje.

Sigue hacia la boca y se va a centrar en la barba y los dientes. Dice que tiene la barba blanca alrededor de la boca, con ello incorpora la creencia de que en situaciones de gran miedo o estrés, el cabello se vuelve blanco; de esta forma, nos dice que los pelos de la barba han encanecido por el terror de ser devorados por la hambrienta boca del licenciado Cabra.

Cuando se refiere a los dientes, dice que ha perdido muchas piezas dentales y explica esta pérdida diciendo que, como apenas come, sus dientes son muy vagos. En Madrid había tantos vagos en la época de Quevedo  que se promulgaron leyes obligándolos a abandonar la ciudad si no podían justificar algún trabajo o un cargo que les permitiese subsistir. Por ello, dice que los dientes del dómine Cabra han sido desterrados porque no trabajaban.

El cuello, al que Quevedo se refiere como el «gaznate», es , como todo lo que se describe en este texto, caracterizado de forma hiperbólica. Se comenta su largura identificándolo con el cuello de una avestruz  y añade que, al ser tan delgado, se le marca mucho la nuez. Hiperbólicamente, indica que parece que la nuez se quiere escapar del cuello en busca de algo de comer.

Continúa su descenso por los brazos, y si hasta ahora todas las partes de la cabeza del  licenciado Cabra parecen querer huir en busca de los alimentos que el licenciado les racanea, ahora se va  a centrar en la delgadez extrema del personaje. Los brazos son secos, las manos son como un manojo de sarmientos, es decir, la rama de la cepa de la vid.

Al llegar a la cintura, Quevedo sigue insistiendo en la delgadez del personaje recurriendo a una comparación, ya que dice que de la cintura para abajo parece un tenedor o un compás.

Del físico pasa de nuevo a aspectos generales del personaje, que repiten la idea de un personaje de aspecto descuidado y desagradable, extremadamente flaco, tanto, que al caminar le sonaban los huesos «como tablillas de san Lázaro»; tenía una voz débil y enfermiza y ni su cabello ni su barba estaban cuidados, porque no quería gastarse dinero en el barbero.

Cierra el recorrido con una descripción de la ropa que lleva el licenciado: de nuevo nos encontramos con hipérboles, metáforas y comparaciones para destacar lo sucio y desarreglado de su aspecto. Cuando describe el gorro o bonete que lleva para explicar que está lleno de agujeros, Quevedo hace un juego de palabras entre el verbo «ratonar» y el sustantivo «gatera»: «Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil gateras…» El verbo «ratonar» significa ‘morder o roer algo como el queso o el pan’ y en este caso adquiere el sentido de `lleno de agujeros’ al añadir el concepto de «gatera», que es el agujero que se hace en la puerta para que entre y salga el gato. Lo mismo ocurre con la sotana, que lleva suelta, sin cinturón, y que relaciona con el cuero por lo raída de la tela y con la multicolor casulla de san Ildefonso, porque su suciedad y su grasa hace que parezca tornasolada.

Todas las referencias a la delgadez, el cabello largo, la barba larga y el aspecto enfermizo se cierra con la comparación: parece el «lacayuelo de la muerte». El desprecio por el personaje se muestra en la utilización del diminutivo «lacayuelo» para la palabra «lacayo» (‘criado’) y su relación con la muerte se acentúa con la referencia al tamaño de los zapatos que identifica mediante una metáfora con una tumba. La hipérbole para referirse al tamaño de los zapatos procede de la Biblia y alude a la muerte de los filisteos a manos del gigante hebreo Sansón.

El final del retrato está dedicado al aposento que es también un reflejo de la racanería del personaje: no tenía cama, dormía de lado para no gastar las sábanas y, a pesar del descuido y la suciedad, no había ni arañas ni ratones.

El fragmento concluye con una ingeniosa creación de palabras para indicar que era la mismísima encarnación de la miseria y de la avaricia. Construye dos neologismos: el superlativo «archipobre», constituido por el prefijo griego «archi» que significa «superior» y en este caso, «muy», unido al adjetivo «pobre» y «protomiseria», formado por el prefijo griego «proto» que significa «prioridad» y el sustantivo «miseria».

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La prosa barroca de ficción: El Buscón de Francisco de Quevedo

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La joya literaria del género picaresco es una obra de Quevedo, Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños, publicada en 1626.

El Buscón toma del Lazarillo la estructura, la forma epistolar y algunos rasgos del personaje; del Guzmán de Alfarache recoge una serie de episodios. Con todo, la obra de Quevedo posee rasgos originales:

  • Ingenio y brillantez en el estilo.
  • Exageración llevada al límite, que hace la narración inverosímil, casi irreal: se pierde la intención realista propia del género.
  • Ausencia de moralización.
  • Tratamiento de los personajes (realismo grotesco). El autor no siente ningún afecto por ellos y los trata con distanciamiento.
  • Alarde en el lenguaje.

Estructura y temática de El Buscón

Su estructuración es perfecta: Quevedo cede su voz al narrador Pablos, que selecciona episodios de su vida de forma cronológica y retrospectiva. Marca la secuenciación desde el nacimiento hasta la huida a Indias en tres libros, donde desarrolla la trayectoria mítica del pícaro.

La novela se divide externamente en dos partes: Libro primero (dividido en trece capítulos) y Libro segundo (dividido en diez capítulos).

En el primer libro, se narra el nacimiento de don Pablos, el pícaro, en Segovia, de padres deshonrosos. Tras ser confiado como criado a don Diego Coronel, entra en la casa del Dómine Cabra, que les hace sufrir hambre extrema. Enfermo, pasa la convalecencia en casa de don Alonso y viaja después a la universidad de Alcalá.

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A partir del capítulo V, asiste a don Diego en sus estudios en Alcalá, donde sufre crueles novatadas de los estudiantes y de sus criados. Inicia sus travesuras. Tras recibir de un tío suyo, verdugo, noticias de la muerte de su padre en la horca, abandona Alcalá.

En el capítulo VIII vuelve a Segovia. Tras visitar a su tío y cobrar la herencia, abandona la ciudad.

En los capítulos XII y XIII, viaja a Madrid y es informado de las curiosidades de la vida en la Corte por Toribio Rodríguez Vallejo.

La segunda parte se inicia con las correrías de don Pablos por la Corte. Tras varios sucesos, es metido en la cárcel junto a Toribio. Pablo sale gracias a un soborno.

En el capítulo V y siguientes de esta segunda parte, Pablos se finge rico, cosa muy común en la época, con el ánimo de conseguir una esposa rica, pero es descubierto por Diego Coronel y tiene que renunciar  a la boda ya preparada.

Del capítulo VIII al X se muestra la incapacidad, ya conocida, del pícaro de ascender en la escala social. Por el contrario, se hace mendigo y viaja a Toledo como representante, autor y actor de comedias. Viaja después a Sevilla y vive con unos jugadores hasta que matan a dos corchetes (funcionarios de justicia encargados de apresar a los delincuentes). Dado su fracaso en la península, piensa en probar fortuna marchándose a las Indias, a América.

Los personajes de El Buscón

Los personajes carecen de interioridad, son caricaturescos, monstruosos e  infrahumanos.

Pablo, el pícaro protagonista, aparece como una marioneta en manos del autor. Los otros personajes son, en su mayoría, seres marginales: estudiantes, soldados, rufianes, prostitutas…

Quevedo cosifica, animaliza y degrada a sus personajes: a menudo aparecen comiendo, bebiendo, escupiendo, orinando o defecando. Don Diego Coronel es el único personaje a quien este proceso de cosificación no llega a afectar. Esto se debe a que Quevedo quiere ridiculizar el deseo de ascender de clase social y, al tiempo, defender el honor aristocrático y la nobleza de la clase a la que él pertenece.

Un estilo extremado

Su idioma es una auténtica genialidad barroca: utiliza la intensificación, la condensación, el juego de palabras, el chiste, creando parodia mediante procedimientos lingüísticamente normales. Esta profusión de recursos obedece a una necesidad expresiva: provocar efectos cómicos que, junto a la esperpéntica galería de personajes, son fruto del espíritu mordiente y burlón de Quevedo.

LEER EL BUSCÓN

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Aquellos de vosotros que queráis leer la obra, no tenéis más que acercaros por la biblioteca del instituto y pedirla. Os encantará. Si preferís leerla en formato digital, pinchad AQUÍ y podréis leerla en una edición digital.

Si os apetece consultar una edición facsímil, no tenéis más que pinchar aquí.

VER EL BUSCÓN

Podéis ver una adaptación hecha en 1979 por Luciano Berriatúa sobre la novela picaresca Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, de Francisco de Quevedo. No se ve muy bien, pero os puede interesar.

Morfeo teatro nos ofrece una puesta en escena en la que se ilustra la célebre novela:

 
Enriquecimiento
[Fuentes: BLECUA, José Manuel [et al.] (2008), Lengua castellana y Literatura 1º, Madrid: Editorial SM; FERNÁNDEZ  SANTOS, Alonso [et al.] (1992), Literatura 2º, Barcelona: Magisterio Casals; ARROYO CANTÓN, Carlos [et al.] (2006), Lengua castellana y Literatura 1º de Bachillerato, Madrid: Oxford; GARCÍA MADRAZO, Pilar [et al.], (2008) Lengua castellana y literatura 1º de Bachillerato, Zaragoza: Edelvives. Proyecto Zoom;  MELÉNDEZ, Isabel [et al.], (1996) Lengua y literatura castellana 4º ESO, Madrid: ESLA; PASCUAL, José A. [et al.](2008) Lengua y literatura 1º Bachillerato, Madrid: Santillana; ESCRIBANO, Elena [et al.](2008), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, VALENCIA: ECIR; MARTÍ, S. [et al.] (2002), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MARTÍ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MATEOS DONAIRE, E. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Madrid: McGrawHill; RIQUELME, J. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Valencia: Micomicona; GARCÍA GUTIÉRREZ, M. [et al.] (2015), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato. Serie Comenta, Madrid: Santillana; GUTIÉRREZ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Madrid: Anaya.]
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La prosa barroca de ficción: Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán

Diego Velázquez - El almuerzo (Tres hombres a la mesa) 1617 Hermitage

De entre los géneros narrativos del Renacimiento, uno, el picaresco, se adaptaba perfectamente a los nuevos gustos, a la estética y a la ética barrocas. La sociedad entra en crisis, caen los valores tradicionales, cunden el desengaño y el pesimismo. No están los tiempos para ideales caballeros y delicados pastores. Es el momento para el triunfo del pícaro.

El gusto por la fealdad, por los ambientes marginales, por los contrastes, la exposición de la crueldad y la mentira, se dan en la novela picaresca. Por otro lado, el reforzamiento de los recursos retóricos, sobre todo conceptistas, con paradojas, antítesis, juegos de palabras, polisemias, metonimias, hipérboles y otros, permiten llevar al máximo extremo esteticista a estas novelas.

Mateo Alemán, un pícaro hombre de letras

Retrato de Mateo Alemán. Grabado en cobre de Pedro Perret aparecido en la edición príncipe del Guzmán de Alfarache, Madrid, Várez de Castro, 1599.
Retrato de Mateo Alemán. Grabado en cobre de Pedro Perret aparecido en la edición príncipe del Guzmán de Alfarache, Madrid, Várez de Castro, 1599.

Mateo Alemán nació en Sevilla en 1547, el mismo año que Cervantes. Su padre fue médico en la cárcel de Sevilla y, al parecer, tenía ascendencia conversa, cosa que Mateo Alemán intentó  ocultar de mil maneras. Fue bachiller, e inició los estudios de Medicina y de Leyes, aunque nunca llegó a concluirlos. Sabemos, sin embargo, que dedicó no poco esfuerzo a la caligrafía, practicando todo tipo de letras, cuando poca gente sabía leer y escribir.

Durante años trabajó como funcionario en la Real Hacienda. Sin embargo,  pasó la mayor parte de su vida acuciado por problemas económicos e incluso estuvo en la cárcel por deudas. Entre los escritores del momento, disfrutó de la amistad de Lope de Vega cuando este estuvo en Sevilla, y como Lope, tuvo varios hijos fuera del matrimonio, una unión a la que se sintió forzado por las deudas, y en la que no fue feliz.

También como Lope de Vega era un hombre muy preocupado por su vida religiosa, pero se sentía débil y pecador, cayendo y arrepintiéndose continuamente como el protagonista de su novela Guzmán de Alfarache.

En 1608 obtuvo licencia para pasar a México, ciudad donde llegó ya viejo y cansado, y entró a servir allí al arzobispo fray García Guerra. En 1609 publicó una Ortografía castellana, que defendía la tendencia fonetista frente a la etimologista. En 1613 escribió Sucesos de don fray García Guerra, arzobispo de México, a cuyo cargo estuvo el gobierno de Nueva España, obra que incluye una «Oración fúnebre» en memoria del prelado. Los últimos datos de su vida lo sitúan en la localidad mexicana de Chalco. Se desconoce la fecha exacta de su muerte.

La vida de Guzmán de Alfarache, atalaya de la vida humana

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Mateo Alemán es fundamentalmente conocido por su novela picaresca Guzmán de Alfarache. La publicación de esta obra no estuvo exenta de problemas. Se publicó en dos partes: la primera en 1599 en Madrid. Esta primera parte obtuvo un gran éxito tanto en España como en el resto de Europa. Por lo visto, los pícaros no vivían solo en las novelas y Mateo Alemán hubo de sufrir, igual que Cervantes, que otro autor le «pisara» la publicación de la segunda parte de su obra. En efecto, en 1601, apareció en Valencia una segunda parte apócrifa del Guzmán de Alfarache, escrita por Mateo Luxán de Sayavedra (seudónimo del abogado valenciano Juan Martí). Alemán, enfadado, decidió publicar la auténtica segunda parte, que apareció en Lisboa en 1604. En esta segunda parte incluyó a Mateo Luxán como personaje y lo «mató»: una venganza incruenta, pero venganza al fin.   También esta segunda parte tuvo un gran éxito y fue traducida al italiano, al alemán, al francés, al inglés e incluso al latín.

El sorprendente éxito del Guzmán no es inexplicable ni carece de fundamentos sociales, económicos y literarios que lo justifiquen. Alemán, cuya biografía guarda ciertas afinidades con las de su personaje, plantea en su novela los esfuerzos individualistas de integración en una sociedad cuya rigidez impide la movilidad social. Seguidor de la teoría horaciana del «delectare et prodesse» (divertir y enseñar), Alemán despliega en su novela una admirable herencia socrática de autoconocimiento y de aceptación de la vida real que tuvo por buena consecuencia la imposición de un personaje novelesco, el pícaro, que desafiaba el hábito de poblar las novelas con caballeros esforzados y con pastores melancólicos.

Casi cincuenta años antes había dado ese primer paso el creador del Lazarillo de Tormes, que, consciente del atrevimiento, invocaba en el prólogo la autoridad de Plinio para avisar de que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena. También Mateo Alemán alegó esa misma sentencia en su presentación. Es la palabra confiada del discípulo que recurre a la voz del maestro para amparar la presentación de su libro.

La edición de las dos partes del Guzmán, hecha en Milán en 1603, apela en la dedicatoria a la humanidad del lector a la hora de juzgar un libro que ilustra la irregularidad moral de un protagonista literario todavía poco asentado en la experiencia de los lectores hacia 1603.  Recurrir  a la natural humanidad –no es otra la condición requerida en el lector– de cuantos tomen en sus manos este libro lleno de «todo género de vida», viene a ser así una traslación de la generosidad con que Plinio juzgó todos los libros, una compensación de la desconfianza en las letras mediante la bonhomía natural del lector capaz de asumirlas todas, por irregulares que parezcan sus cuentos. No hay lector tan malo, podría decirse, que no sepa apreciar algo bueno en lo que lee, ni hombre tan poco pecador que no se reconozca en estas letras y aprenda de ellas. Con estos avales de benevolencia y con la precaución fundamental de que el pícaro sea hombre redimido al final de la novela, la fortuna del Guzmán había de ser grande desde su mismo nacimiento.

El argumento de la obra

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Guzmán de Alfarache presenta forma autobiográfica, y en el relato se seleccionan aquellos episodios que determinan la evolución del protagonista.

El argumento es el siguiente: Guzmán, fruto de un adulterio, queda huérfano y pobre. Solo, desconfiado, criado de muchos amos y burlado, aprende a robar y a engañar. Después realiza un recorrido por Italia, donde vive penurias y fluctúa entre la regeneración y la vida picaresca. De vuelta a Madrid, intenta medrar por medio del matrimonio e inicia un proceso de mejora dedicado al estudio, pero vuelve a caer en el delito. El protagonista se debate así entre su afán de medro, su escasa resistencia a la adversidad, el engaño, los intentos de mejora y la conciencia de sus pecados.

La novedad literaria del Guzmán de Alfarache

Mateo Alemán concibió un nuevo modo de narrar las cosas.  Cuando él publicó el Guzmán de Alfarache, seis años antes de que Cervantes publicara su Quijote, la novela moderna estaba aún por inventar, pero la novela de Alemán no fue una ocurrencia ni un hallazgo fortuito, sino el fruto de un muy medido ejercicio intelectual e ideológico. Alemán estudió a fondo y aprendió la lección de dos libros decisivos para la literatura castellana, la Tragicomedia de Calisto y Melibea y el Lazarillo de Tormes, que habían puesto patas arriba el mundo de la ficción, trayendo a primer plano las acciones, dichos y pensamientos menos confesables de sus personajes.

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En el Guzmán se presentan dos planos discursivos: por un lado, la narración de la vida de un pícaro y, por el otro, la constante intercalación de reflexiones morales por parte del narrador. Estos dos niveles obedecen a un propósito didáctico: contribuir al bien común, tanto con la doctrina como con el relato de la vida delictiva del protagonista, en la que se muestra la existencia del engaño y la maldad del hombre:

Todo anda revuelto, todo apriesa, todo enmarañado. No hallarás hombre con hombre; todos vivimos en asechanza los unos de los otros.

La novedad narrativa que supuso el Guzmán de Alfarache –y previamente había supuesto el Lazarillo— implicaban una nueva manera de contar que, acaso más en ningún otro aspecto, es evidente en la complejidad psicológica del nuevo héroe, en la constante ambigüedad de un personaje que es representación del pecado y de la inclinación casi fatídica al mal pero al mismo tiempo asequible al libre albedrío de arrepentirse y aceptar su pasado.

La otra gran novedad es el punto de vista narrativo: escribir en pasado sobre la propia experiencia trajo por primera vez a las imprentas de Europa la posibilidad de integrar con una sensación desconocida de verosimilitud la peripecia con la reflexión, las mudanzas de la fortuna con su glosa moral y autorizada porque la ejercía el propio narrador de los hechos.

Así, la combinación de los episodios y los discursos sometidos al propósito de probar el determinismo de los actos humanos, produjeron una estructura peculiar de confesión, peripecia y sermón, una arquitectura narrativa administrada con recursos retóricos destinados a ganarse la emoción del público y a deleitarlo.

El Guzmán, además del relato autobiográfico y de las digresiones del narrador, contiene también cuentos y novelas cortas, como la historia morisca de Ozmín y Daraja, cuya finalidad es el entretenimiento.  La novela picaresca no estuvo libre (ni quiso estarlo) de cuentos y facecias, de hipérboles y digresiones propias de la novela idealista anterior.

El estilo del Guzmán de Alfarache

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Mateo Alemán inicia un nuevo estilo donde ya no caben las viejas distinciones de Virgilio entre el estilo elevado para los temas serios y profundos y el estilo humilde para los temas de menos importancia. En su obra Alemán se adentra en territorios hasta entonces inexplorado. No está solo en su empeño, cuenta con un amplio caudal de lecturas: desde los memoriales y arbitrios políticos y sociales a las facecias, motes y agudezas; de los libros de cortesanía a los de burlas; desde dichos, refranes y romances a las novelle italianas; de las herencias lucianescas a los tratados morales y la emblemática; de las confesiones de los condenados a las de san Agustín; y, en fin, desde la sátira a la oratoria sagrada, que también formaba parte del entretenimiento y el espectáculo.

Mateo Alemán combina el estilo llano, las jergas y expresiones coloquiales con el lenguaje culto, la complejidad sintáctica y variados recursos expresivos. Baltasar Gracián comparó su escritura con el pan y sentenció en su Agudeza y arte de ingenio: «Es el estilo natural, como el pan, que nunca enfada: gústase más de él que del violento por lo verdadero y claro, ni repugna a la elocuencia, antes fluye con palabras castas y propias; por eso ha sido tan leído y celebrado Mateo Alemán, que a gusto de muchos y entendidos es el mejor y más clásico español».

Interpretación de la obra

Guzmán de Alfarache, novela profundamente pesimista, ejemplifica las creencias religiosas del autor. El hombre cuenta con el libre albedrío y, pese  a la existencia del mal, puede conseguir la salvación por medio de la gracia divina. La finalidad didáctica abarca también diversos aspectos de la vida del ser humano —éticos, sociales, culturales, económicos—, y por ello se insiste en temas relevantes de la época como la honra y la importancia del dinero.

LEER EL GUZMÁN DE ALFARACHE

Como siempre, podéis acceder al ejemplar de la novela que tenemos en la Biblioteca del Centro o, si lo preferís, leerlo en la edición digital de la Wikipedia, pinchando aquí.

PARA LOS QUE QUIERAN SABER MÁS…

Antonio Rey Hazas nos habla en este vídeo de las diferencias entre El Quijote y el Guzmán de Alfarache. Muy interesante:

Enriquecimiento
[Fuentes: BLECUA, José Manuel [et al.] (2008), Lengua castellana y Literatura 1º, Madrid: Editorial SM; FERNÁNDEZ  SANTOS, Alonso [et al.] (1992), Literatura 2º, Barcelona: Magisterio Casals; ARROYO CANTÓN, Carlos [et al.] (2006), Lengua castellana y Literatura 1º de Bachillerato, Madrid: Oxford; GARCÍA MADRAZO, Pilar [et al.], (2008) Lengua castellana y literatura 1º de Bachillerato, Zaragoza: Edelvives. Proyecto Zoom;  MELÉNDEZ, Isabel [et al.], (1996) Lengua y literatura castellana 4º ESO, Madrid: ESLA; PASCUAL, José A. [et al.](2008) Lengua y literatura 1º Bachillerato, Madrid: Santillana; ESCRIBANO, Elena [et al.](2008), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, VALENCIA: ECIR; MARTÍ, S. [et al.] (2002), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MARTÍ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Barcelona: Teide; MATEOS DONAIRE, E. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Madrid: McGrawHill; RIQUELME, J. [et al.] (2015), Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato, Valencia: Micomicona; GARCÍA GUTIÉRREZ, M. [et al.] (2015), Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato. Serie Comenta, Madrid: Santillana; GUTIÉRREZ, S. [et al.] (2015) Lengua castellana y Literatura 1º Bachillerato, Madrid: Anaya.]
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Catalina Clara Ramírez de Guzmán

La dama del abanico de Diego Velázquez
Sépase cómo yo Dª Cathalina Clara Ramírez de Guzmán, doncella vecina natural de esta ciudad de Llerena, hija legítima del capitán don Francisco Ramírez Guerrero y doña Isabel Sebastiana de Guzmán, difuntos vecinos que fueron de ella, estando enferma del cuerpo y sana de la voluntad...

Este es un fragmento del testamento que dictó Catalina Clara Ramírez de Guzmán en 1684, viendo cercana su muerte y queriendo dejar poder para testar a su hermano Pedro Antonio.  Nuestra escritora disfrutó de una larga vida para la época, pues tenía para entonces sesenta y ocho años, dato que hoy conocemos con seguridad, gracias al trabajo de Arturo Gazul, quien pudo fijar la fecha de su nacimiento en 1618 y el lugar, en Llerena (Extremadura).

En su testamento se declara «doncella» y dice estar «sin hijos, padres, abuelos o herederos forzosos».  Teniendo en cuenta que para una mujer adulta del siglo XVII, las dos opciones vitales honorables eran el estado de esposa o el de monja o beata, el que Ramírez de Guzmán haya vivido fuera de ambas instituciones se hizo posible seguramente porque poseía una fortuna personal que le permitió sobrevivir de manera independiente.

La familia del padre de la escritora, Francisco Ramírez Guerrero, se instala en Llerena a principios del siglo XVII. Su padre era, además de militar, regidor y contador del Maestre. Los Ramírez de Guzmán se situaban, por tanto en lo que correspondería a una actual clase media alta. El matrimonio Ramírez-Guzmán tuvo once hijos, seis de los cuales llegaron a la edad adulta. Catalina Clara nació en sexto lugar; como señala ella misma en su testamento, nunca se casó ni tuvo hijos, como tampoco lo hicieron sus hermanos y hermanas,  a excepción de Lorenzo, cuyo hijo ilegítimo, Manuel, menciona la autora en su repartición de bienes.

Catalina Clara Ramírez de Guzmán se encontraba, pues, dentro del grupo de damas  que recibían una formación más allá de la básica que la ideología postridentina sugería para las mujeres. Además, influyó en su inclinación a las letras el parentesco cercano de su abuelo  paterno, Antonio Núñez Ramírez, con Lorenzo Ramírez de Prado, miembro del Real Consejo de Indias, oficial del Santo Oficio, embajador en Francia, humanista y, según Gazul, «eminente bibliófilo».

Vivió, por lo tanto, nuestra poeta dentro de un círculo social culto y cercano a la nobleza, pero en una región cuya situación socioeconómica no era propicia al desarrollo artístico, pese a que durante el siglo XVII Llerena gozó de una interesante actividad artística, lo que fue, sin duda, un estímulo para la autora. Por ejemplo, el pintor Zurbarán residió allí más de diez años.

Bodegón con cacharros de Zurbarán, pintor que vivió en Llerena en la misma época que la autora

En Llerena doña Catalina Clara se convirtió muy pronto en uno de los ingenios más celebrados, participando de manera activa en las reuniones literarias y las fiestas sociales que se celebraban en una localidad que por entonces era la residencia del Tribunal de la Inquisición y la cabeza del Priorato de San Marcos de León.

Su vida transcurrió pues, plácidamente, entre la rutina y el desánimo, viviendo muy de cerca los avatares de sus hermanos (los fracasos sentimentales de sus hermanas, Antonia Manuela, Beatriz y Ana, las correrías juveniles de su hermano Lorenzo, la oveja negra de la familia, etc.) y asistiendo a los acontecimientos sociales más relevantes de la Llerena barroca.

La obra poética de la autora consta de un conjunto de 118 poemas que Joaquín de Entrambasaguas recopiló, anotó y publicó en 1929. En ellos, Ramírez de Guzmán despliega su conocimiento de las distintas formas estróficas de tradición culta y popular al uso: décimas, sonetos, silvas, romances, seguidillas, glosas, redondillas y coplas. Además de una novela  perdida, titulada El extremeño, escrita probablemente en verso y prosa.

En su obra poética, doña Catalina Clara va desgranando su existencia con una estética claramente conceptista, con Quevedo como modelo. Todos los acontecimientos personales, sociales o religiosos de Llerena son tratados por la autora con una mirada burlona y divertida, que algunos críticos han considerado cruel y cínica.

Escribió sobre lo que ocurría dentro y fuera de su casa, de sus propios sentimientos, de los desamores de sus hermanas, de las aventuras de su hermano, de sus propias decepciones amorosas que la llevaron a  mirar  a los hombres con suspicacia.  Muchas autoras de la época escriben textos contra los hombres, quejándose de ellos o afeándoles sus faltas, pero Catalina Clara dedicó especial atención a la poesía satírica. En su pequeña ciudad extremeña, su vena satírica responde al chascarrillo, la comidilla y la pulla de la vida social: «Retrato de una dama en chanza», «A una dama que no se enterneció de ver entrar monja a una hermana suya», «A un hombre que escribía mal», «A un fiscal de corte que siendo visitador de la Inquisición visitó a unas señoras en compañía de un secretario muy necio que le asistía siempre».

Destaca en su obra la creación de siete retratos poéticos, todos de mujeres, uno de los cuales se ha considerado una semblanza; conservamos, aparte de este, un autorretrato así titulado; existen en su obra, además, frecuentes referencias a espejos y a reflejos, muy del gusto barroco; también algunas composiciones cortas que dicen acompañar a retratos y autorretratos; y hay, finalmente, varios poemas que tienen a Clori, pseudónimo poético de la autora, como protagonista.

Son bastante notables algunos de sus sonetos, como este, titulado Soneto al Temor:

O este otro, donde retomando imágenes petrarquistas y neoplatónicas sobre el amor y la ausencia, escribe un perfecto soneto barroco:

La existencia de un corpus poético como el de doña Catalina Clara (y de otras mujeres de la época) nos hace abandonar la visión de una estructura patriarcal monolítica, todopoderosa y eficaz en su labor moldeadora de comportamientos. Si bien los dictámenes de la Iglesia y del decoro social veían mal la escritura de las mujeres en tanto en cuanto la exhibición pública de su persona constituía una grave amenaza para su castidad, los de la cultura del Barroco premian el despliegue de ingenio, de creatividad, el juego y la elocuencia verbal. Esta contradictoria realidad en la que conviven el espectáculo y el silencio impuesto sirve a muchas escritoras como espacio propicio para poder escribir. El espacio privado de su poesía está también dentro del ámbito político.

FUENTES
  • BORRACHERO MENDÍBIL, Aránzazu (2006): «El autorretrato en la poesía de Catalina Clara Ramírez de Guzmán (1618- 1684?), Calíope Vol. 12. Nº 1, pp. 79-97
  • TEJEIRO FUENTES, Miguel A. (2012): «Catalina Clara Ramírez de Guzmán, la retratista de Llenera, Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXVIII, nº 1, pp. 113-128.
  • ORTIÑÁ, Maricel. (1996) «El retrato idealizado en la obra poética de Catalina Clara Ramírez de Guzmán (1618-1684)». Scriptura, [en línea],  Núm. 11, p. 155-64, https://www.raco.cat/index.php/Scriptura/article/view/94740 [Consulta: 31-03-2020].
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Leonor de la Cueva y Silva

Hasta hace poco tiempo no se sabía mucho de la vida de Leonor de la Rúa Cueva y Silva, pero gracias a las investigaciones de Sharon D. Voros, sabemos ahora que nació en Medina del Campo (Valladolid) en 1611 y murió a los 94 años, de causas naturales,  en 1705. Sabemos también que se casó con Beltrán Blásquez de Frías y que designó como heredero a su sobrino-nieto Juan Antonio de Soto.

Pertenecía a una familia noble de Medina, sus padres eran los hidalgos don Agustín de la Rúa y doña Leonor de Silva. De ahí que nuestra autora aparezca citada a veces como doña Leonor de la Rúa y Silva. Entre sus hermanos hubo un caballero del hábito de Santiago que llegó a teniente general de caballería en Flandes, un canónigo de Medina del Campo, que fue quien guardó el manuscrito de sus poemas,  y un teniente de asistente en Sevilla.

El tío de Leonor de la Cueva y Silva: Francisco de la Cueva

El hecho de pertenecer a la pequeña nobleza supuso, sin duda, el acceso a una cierta educación, la posibilidad de leer los libros que pudiera haber en la biblioteca familiar y el contacto con familiares dedicados a las letras: el tío de Leonor de la Cueva fue el dramaturgo Francisco de la Cueva, de quien dice Serrano y Sanz:

Fue un personaje estrafalario, poeta, aficionado a la astrología, por lo cual se vio procesado, y autor de innumerables alegatos jurídicos consagrados a defender desde la Inmaculada Concepción hasta el pleito más insostenible

Parece que nuestra autora debió residir la mayor parte de su vida en Medina del Campo, ciudad  que en la época que vivió doña Leonor  estaba en franca decadencia. A su ciudad dedicó la escritora un soneto:

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Feria en Medina del Campo

SONETO AL MISERABLE ESTADO Y DESDICHAS DE MEDINA

Quieroos pintar el miserable estado
en que Medina está, Gerardo amigo
yo, que de sus desgracias soy testigo,
puedo contar mejor a qué ha llegado.

Ya sus juegos y fiestas se han dejado,
sus damas acabó el tiempo enemigo;
de sus galanes solamente os digo
que aun rastro de su gala no ha quedado.

No hay caballos, no hay fiestas, no hay carreras
no hay contento, no hay gusto ni alegría;
todo es penas, trabajos, males, muertes.

No se celebran ya las primaveras,
disminúyese todo cada día.
¡Oh triste villa entre contrarios fuertes

que hacen en ti mil suertes
el tiempo vario y la cruel fortuna,
pues no tienes en ti buena ninguna!

Efectivamente, la que había sido en el siglo XV capital comercial de Castilla sufrió como pocas las consecuencias de la política de Felipe II y la ruptura del eje económico Medina-Bilbao-Amberes. La capital financiera de la monarquía pasó entonces a Madrid y la ciudad sufrió un importantísimo declive demográfico. Sin embargo, doña Leonor en su poema solo se fija en la falta de fiestas, de juegos, de carreras… lo que fácilmente puede llevar a la conclusión del mundo en que vivió Leonor de la Cueva: el correspondiente a una dama noble dedicada a llenar sus ocios con fiestas y con el cultivo de una literatura idealista, alejada de cualquier realidad material.

En su condición de dama noble, esta escritora debió de tener acceso a las academias literarias que florecieron en el siglo XVII y que contribuyeron a la creación y difusión de una literatura entendida como expresión de una clase social acomodada.  Si no fueron aceptadas en un mundo cultural tan cruel como el del Barroco español, sí lograron a menudo hacerse respetar como mujeres y como escritoras, prueba de ello es la participación de Leonor de la Cueva en los libros colectivos dedicados a la muerte de dos reinas: la de Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, sucedida en 1644, y la de María Luisa de Orleans, esposa de Carlos II, muerta en 1689..

El curioso manuscrito de las obras de doña Leonor

Primera página del manuscrito La firmeza en el ausencia

Además de la comedia, La firmeza en la ausencia, la obra literaria de Leonor de la Cueva se centra básicamente en la poesía lírica: los dos poemas de circunstancias dedicados a la muerte de las reinas antes mencionadas.

El resto de su obra lírica está recogido en un manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, donde se incluyen distintos poemas de varias letras. Las primeras 64 páginas contienen romances y están escritas con sumo cuidado y una letra primorosa. A partir de la página 65 cambia la letra, aunque siguen copiándose romances de distintos autores. A partir de la página 188 empiezan los poemas de Leonor de la Cueva. Son poemas autógrafos, de letra muy distinta a las anteriores y muy difícil de leer. Las últimas páginas son un conjunto caótico de escritos varios que no tienen nada que ver con la poesía: anotaciones personales, ejercicios de caligrafía infantiles o el recuerdo de un sueño. Toda esta variedad revela que se trata de un manuscrito de la familia que empezó, a fines del siglo XVI, a copiar romances y posteriormente cada miembro de ella añadió algo se su cosecha.

La poesía de Leonor de la Cueva

Los poemas de Leonor de la Cueva nos muestran a una autora hábil en el manejo de los recursos expresivos propios de la poesía barroca, siempre dentro de un estilo llano, que raras veces acusa la influencia de Góngora. Hay entre ellos sonetos, liras, octavas, e incluso un romance sayagués.

Los sonetos son, junto con las liras dedicadas a la muerte de su padre, lo más original  de la autora y revelan un auténtico sentimiento personal. En varios de ellos se nos presenta como una mujer atormentada y no por motivos amorosos:

El desengaño barroco de estos versos tiene una formulación que los acerca al hastío de la vida de los románticos. No obstante, la mayor parte de los sonetos de doña Leonor son de tema amoroso y mucho más tópicos: en ellos la autora hace un catálogo de desengaños, quejas por el amor imposible  y los más que posibles celos. Hay, con todo, un cierto tono cordial, sincero, en la expresión de los lugares comunes de la lírica petrarquista.

Dentro de la retórica de la sinceridad garcilasiana están las «Liras en la muerte de mi querido padre y señor»:

Quítome en breves días,
airado y riguroso, un bien amado,
a las fortunas mías
añadiendo este golpe desdichado:
¡Oh suerte fiera y dura!
¡Llorad, ojos, llorad mi desventura!

Mucho menos interesantes son sus poemas descriptivos, «Liras a la hermosura y variedad de flores de la primavera» o el soneto «Ya ha salido el invierno: ¡albricias, flores!», recreación del tema barroco del jardín, o los poemas pastoriles, tanto de estilo culto como de tono popular o sus poemas laudatorios.

En todas sus composiciones, no obstante, doña Leonor muestra un estilo seguro, una facilidad para el manejo del lenguaje poético e incluso cierto virtuosismo que la lleva a ejercitarse en estrofas de tanta dificultad como la sextina (1), reto del que sale bastante airosa:

De las suaves flechas de tus ojos
procura el alma en vano defenderse,
Jacinta hermosa, dueña de mi vida,
en quien consiste de mi bien la gloria
y de mi suerte la mayor ventura,
pues que darla o quitarla está en tu mano.
Mas ¿quién merece de tu hermosa mano
ver un bien tan divino por sus ojos
y ser el dueño de tan gran ventura,
pues de morir no puede defenderse,
y menos yo, que entre tormento y gloria
vivo dudoso de perder la vida?
Mas si muero por ti, ¿qué mejor vida
que ser dichoso mártir de tu mano?
Toda mi pena se volviera gloria
con ver, muriendo, tus serenos ojos,
pues ninguno quisiera defenderse
de penar, por gozar de tal ventura.
Felice yo, si llega mi ventura
a dejar por tu gusto aquesta vida;
pues no puede, Jacinta, defenderse
del riguroso imperio de tu mano
ni de los bellos rayos de tus ojos,
que de los suyos son la mayor gloria.
Hágame digno amor de tanta gloria.
Y participe de tan gran ventura
como es ver las estrellas de unos ojos
de quien apenas puede defenderse
el niño Amor, gigante, y de tu mano,
oscuro laberinto de la vida,
donde en lazos de nieve está mi vida
presa, cual ave en red, aunque de gloria,
que lo es, sin duda, ¡oh soberana mano!
estar cautivo yo por tal ventura,
sin intentar mi alma defenderse
de los arpones de tus bellos ojos.

En conjunto, Leonor de la Cueva se nos presenta como una poeta hábil, muy correcta, con un nivel más que mediano en su expresión poética y con momentos muy felices dentro de un estilo llano, suave y cordial.

(1)La sextina es una composición poética creada por el poeta provenzal Arnaut Daniel. integrada por 39 versos de arte mayor, normalmente endecasílabos, estructurados en seis estrofas de seis versos y una contera final, de tres versos. La estructura métrica de la sextina es bastante compleja: las seis estrofas carecen de rima, pero cada uno de sus seis versos acaba en una palabra-rima con el siguiente esquema: ABCDEF – FAEBDC – CFDABE – ECBFAD – DEACFB – BDFECA. Con la creación de la sextina, Arnaut Daniel introdujo en la lírica un género de una complicación estructural suma y que da la impresión de ser un pueril rompecabezas, pero cuyo valor poético estriba en la ordenada aparición de las mismas palabras al final de los versos de cada una de las seis estrofas, y que en rigor es un auténtico desafío. Dante y Petrarca, tan entusiastas los dos de Arnaut Daniel, siguiendo su ejemplo, escribieron sextinas en italiano, lo que supuso una gran difusión de esta curiosa composición en la lírica renacentista, que naturalmente alcanzó a los poetas castellanos (Herrera, Gutierre de Cetina, etc) y mucho más tarde al poeta Ezra Pound.

El teatro de Leonor de la Cueva y Silva: La firmeza en el ausencia 

Podéis ver una lectura teatralizada de la obra que se realizó dentro del proyecto Repertorio Español:

https://vimeo.com/236091913

Nunca llegó a ser publicada en vida y tampoco se tienen noticias que se representara públicamente. Se conserva en un solo manuscrito  autógrafo que se guarda en la Biblioteca Nacional. Escrito con gran cuidado y sin correcciones, hay que suponer que no se trata de un manuscrito de trabajo, sino de la copia definitiva que guardaba la autora para sí o que era una copia enviada a algún personaje de la corte, ya que perteneció a la colección de los duques de Osuna.

La firmeza en el ausencia es una comedia palatina en tres actos, escrita en versos polimétricos. La pieza presenta un desarrollo bastante lineal de los hechos, sin complicarse en una enrevesada intriga propia de las comedias de enredo.

Se desarrolla en la corte del rey Filiberto de Nápoles. Armesinda y don Juan están enamorados, pero el rey Filiberto está enamorado de Armesinda, así que envía a don Juan a la guerra. Mientras don Juan está ausente, el rey quiere conquistar a Armesinda, utilizando para ello todas las argucias posibles. Sin embargo, Armesinda se mantiene firme y fiel a su enamorado. Cuando don Juan regresa victorioso de la guerra, propone al rey que se case con la hermana del monarca francés; ante esa propuesta, el rey acepta y premia a don Juan con cuatro villas yy la mano de Armesinda. Con la promesa de múltiples bodas y la felicidad general termina la comedia.

El tema principal de la comedia es la defensa de la firmeza amorosa en la mujer. Junto a ese tema aparecen otros típicos del teatro de la época, como la discusión sobre los límites del poder real y el conflicto entre el honor personal y la obediencia debida al monarca.

Felicidad González Santamera, en su estudio de la obra, afirma que La firmeza en el ausencia es una comedia de tesis. Según la crítica, se trata de una obra escrita para demostrar una idea que, por lo que parece, obsesionaba a la autora: la firmeza en las relaciones amorosas. Frente a esta firmeza femenina, el hombre aparece retratado como inconstante y falso.

Leonor de la Cueva se enfrenta con estas ideas a uno de los tópicos más extendidos sobre la mujer en la cultura occidental: la mujer es, por naturaleza, falsa, mentirosa, poco fiable… Según Mariló Vigil, esta tendencia misógina se había suavizado un poco durante el siglo XVI, pero el siglo XVII con su vuelta a la ideología medieval, vuelve de nuevo a considerar a la mujer como un ser poco fiable.

Todos los personajes de la comedia de doña Leonor están convencidos de que Armesinda será incapaz de ser fiel a su amado, incluso el mismo don Juan, su enamorado, piensa que, siendo mujer, acabará cayendo en la tentación. Durante toda la obra, causa una sorprendente admiración que Armesinda, siendo mujer, mantenga su palabra. La idea que defiende Leonor de la Cueva es, por tanto, que la mujer puede ser fiel, o al menos tan fiel como los hombres, aunque su heroína siga el modelo de la «perfecta encerrada»; es decir, como la mujer completamente sometida a las restricciones espaciales que le impone el patriarcado.

En cuanto al espacio y el tiempo, Leonor obedece las normas impuestas  por Lope de Vega en la «comedia nueva» y rompe la unidad de espacio y tiempo.

La historia sucede en año y medio: todo este lapso de tiempo está implícito en los intervalos entre los cuadros y los actos. La estructura temporal resulta bastante bien elaborada: dos momentos de acción muy concentrada (actos primero y tercero) encuadran un acto de acción más dispersa, que da la idea del lento paso del tiempo.

El número seis parece muy del gusto de la autora: transcurren seis meses entre el acto primero y el segundo, doce meses entre el segundo y el tercero. Y don Juan y Armesinda llevan seis años de relaciones.

Por lo que respecta al espacio, casi toda la obra transcurre en el interior del palacio, donde están tanto el rey Filiberto como Armesinda; la primera es prisionera del rey y el segundo, prisionero de su pasión. El único personaje que sale al exterior es don Juan, quien finalmente, con sus acciones en el exterior, resuelve el conflicto.

FUENTES

  • BIESES, Bibliografía de escritoras españolas
  • GONZÁLEZ SANTAMERA, Felicidad: (2000). “Leonor de la Cueva y Silva, una escritora ausente”, en L. García Lorenzo (ed.), Autoras y actrices en la historia del teatro español. Murcia: Universidad. págs. 47-79
  • HUERTA, Javier  [et al.] (2005).Teatro español de la A a la Z. Madrid: Espasa,
  • JANÉS, Clara (edis.) (2016). Las primeras poetisas en lengua castellana. Edición de Clara Janés. Madrid: Siruela.
  • LAUER, Robert A. y VOROS, Sharon D. (2016). «La firmeza en el ausencia de Leonor de la Rúa Cueva y Silva: De profeminismo a speculum principum», en Bulletin of the Comediantes 68, nº 1.
  • OLIVARES, J. y BOYCE, E.S. (eds.) (1993). Tras el espejo la musa escribe: lírica femenina de los Siglos de Oro, Madrid: Siglo XXI de España.
  • URZÁIZ TORTAJADA, H. (2002). Catálogo de autores teatrales del siglo XVII, Madrid: Fundación Universitaria Española.
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