Lo bueno, si breve… Gracián

Baltasar Gracián (es.wikipedia)

Baltasar Gracián es uno de los grandes creadores de la prosa del Barroco. Su obra es básicamente filosófica, didáctica y moral, por lo que lo relacionamos con el género ensayístico, que tendrá su máximo apogeo en el siglo XVIII. Aunque escribió una novela, El Criticón, siempre se ha considerado como un medio literario para exponer sus pensamientos filosóficos, su interpretación de la existencia. Esta actitud filosófica es común a otras obras y autores, pero llega a un grado extremo en Gracián.

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La creación de Baltasar Gracián, pensador tenaz de poderoso ingenio satírico, surge de la postura básica del desengaño: «el desengaño, para ir bien había de estar en la entrada misma del mundo, en el umbral de la vida.«

Su obra es un intento de expresar su antropovisión: el hombre es un lobo para el hombre; la vida es lucha y no debe uno conformarse con ir trampeando, como el pícaro; hay que vencer con armas eficaces: prudencia, entendida como «industria», astucia, cautela, reserva, simulación. Cada uno debe crear un arte de vivir: esconder parte de lo que se es y representar y parecer lo que no se es.

Gracián se caracterizó por el ingenio verbal, por la precisión y el rigor expresivos. La lengua se hace en Gracián estricta, fiel a su lema «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». Persiguió la máxima concisión y alcanzó una lengua hermética, dirigida a una minoría culta.

Oráculo Manual y Arte de Prudencia (1647)

En 1647 publica el Oráculo Manual y Arte de Prudencia. Se trata de un conjunto de trescientos pequeños textos, meditaciones en torno al comportamiento del ser humano.  Cada uno de ellos está formado por una frase sintética, a veces críptica, que es comentada a continuación. Los pensamientos tienen un carácter eminentemente práctico, se trata de enseñanzas para la vida.

Este “arte de prudencia” tiene gran vigencia en la actualidad, como lo demuestra el hecho de que una reciente versión al inglés, titulada The Art of Worldly Wisdom: A Pocket Oracle, llegó a vender más de cincuenta mil ejemplares en el ámbito anglosajón, presentado como un manual de autoayuda para ejecutivos.

Os incluyo un fragmento a continuación. Disfrutadlo:

117. Nunca hablar de sí. O se ha de alabar, que es desvanecimiento, o se ha de vituperar, que es poquedad, y siendo culpa de cordura en el que dice, es pena de los que oyen. Si esto se ha de evitar en la familiaridad, mucho más en puestos sublimes, donde se habla en común, y pasa ya por necedad cualquier apariencia della. El mismo inconveniente de cordura tiene el hablar de los presentes, por el peligro de dar en uno de dos escollos: de lisonja o de vituperio.
118. Cobrar fama de cortés: que basta a hacerle plausible. Es la cortesía la principal parte de la cultura, especie de hechizo , y así concilia la gracia de todos; así como la descortesía, el desprecio y el enfado universal. Si esta nace de soberbia, es aborrecible; si de grosería, despreciable. La cortesía siempre ha de ser más que menos, pero no igual, que degeneraría en injusticia. Tiénese por deuda entre enemigos, para que se vea su valor. Cuesta poco y vale mucho; todo honrador es honrado. La galantería y la honra tienen esta ventaja, que se quedan, aquella en quien la usa, esta en quien la hace.
119. No hacerse de mal querer. No se ha de provocar la aversión, que, aun sin quererlo, ella se adelanta. Muchos hay que aborrecen de balde, sin saber el cómo ni por qué. Previene la malevolencia a la obligación. Es más eficaz y pronta para el daño la irascible, que la concupiscible para el provecho. Afectan algunos ponerse mal con todos, por enfadoso o por enfadado genio. Y si una vez se apodera el odio, es como el mal concepto, dificultoso de borrar. A los hombres juiciosos los temen, a los maldicientes los aborrecen, a los presumidos asquean, a los fisgones abominan, a los singulares los dejan. Muestre, pues, estimar para ser estimado; y el que quiere hacer casa, hace caso.

 

El Criticón

Es el único intento novelístico de Gracián, aunque su verdadera pretensión es exponer su visión crítica, pesimista y llena de desengaño sobre el hombre y el mundo. Se divide en tres partes publicadas en diferentes momentos y lugares: la primera, en Zaragoza en 1651; la segunda, en Huesca en 1653; la tercera, en Madrid en 1657.

Esta novela filosófica culminó el proceso de desnovelización, iniciado por el Guzmán de Alfarache con sus digresiones morales, y continuado por El Buscón con su tratamiento caricaturesco.

La desnovelización se produce en la novela cuando los elementos realistas que la configuran –personajes, espacios, anécdotas, etc.– pierden su carácter realista y adquieren otra dimensión, como la simbólica, la metafórica o la alegórica, o cuando la propia novela en su conjunto sustituye su finalidad de imitación de la vida por otros fines como los morales o éticos.

Gracián sustituyó el tratamiento realista por el simbolismo y la reflexión filosófica sobre la existencia y la condición humana bajo el prisma de la intención moral, la visión pesimista del mundo y el concepto de la vida como una lucha llena de trampas para el hombre.

Gracián utilizó la estructura de la novela bizantina para narrar el peregrinaje de sus dos protagonistas, Critilo y Andrenio (símbolos del hombre-juicio y el hombre-instinto), por tierras de España, Francia, Alemania e Italia, tomadas como lugares alegóricos que se correspondían con las cuatro edades de la vida: niñez, juventud, madurez y vejez.

El argumento es sencillo: Critilo, náufrago frente a la isla de Santa Elena, es salvado por Andrenio, encuentro crucial del que arranca toda la obra (es el encuentro entre la razón, la prudencia y el desarrollo, simbolizado por Critilo, con el estado natural, inculto y primitivo que encarna Andrenio); la continuación, siempre por los caminos de la alegoría, es un largo periplo durante el cual Critilo alecciona a Andrenio sobre la falsedad y los engaños del mundo. Todo, personajes, tierras y gentes, es simbólico.

Este argumento está dividido en tres  partes, que corresponden a las tres publicaciones indicadas, tituladas respectivamente: «En la primavera de la niñez y en el estío de la juventud», «En el otoño de la varonil edad», y «En el invierno de la vejez». Estas tres partes se dividen, a su vez, en numerosos capítulos denominados «Crisis» (de ahí el título de Criticón, que significa conjunto de «crisis» y que tiene el sentido de críticas.

La novela está estructurada como una peregrinatio vitae (peregrinación de la vida) que se sustenta sobre el dualismo apariencia /realidad expresado alegóricamente.

El contenido ideológico del Criticón es muy variado. Pretende ser la visión sobre el paso del hombre por la vida, sobre la verdad disfrazada, sobre la verdad disfrazada, sobre la posibilidad humana de escoger lo engañosamente inmoral o lo virtuoso. En la base de todo, está, además de otros tópicos del Barroco, la idea del «mundo al revés». La visión del mundo de Gracián es, tal vez, la más pesimista del Barroco, y su ética, una lucha contra un mundo adverso en el que hay que salvar el propio ser y la inmortalidad por el «piélago de la Fama».

El lenguaje y el estilo son de una extraordinaria riqueza. Todo en el libro está presidido por los principios expuestos en Agudeza y arte de ingenio. El afán de Gracián es condensar en pocas palabras considerable doctrina. Todo lo sacrifica a la concisión. Su cuidado lenguaje se manifiesta en el juego de palabras, en las ingeniosas transmutaciones, en las alusiones, paralelismos, contraposiciones, metáforas y, en general, en todo tipo de procedimientos retóricos. Además, la sintaxis se complica en amplios periodos y si a todo esto se añade la continua alegoría con el doble plano real y simbólico, no es de extrañar la dificultad y complejidad de esta obra.

Podéis leer un fragmento del Libro segundo:

Renuncia el hombre inclinaciones de siete en siete años: ¡cuánto más alternará genios en cada una de sus cuatro edades! Comienza a medio vivir quien poco o nada percibe: ociosas pasan las potencias en la niñez, aun las vulgares (que las nobles, sepultadas yacen en una puerilidad insensible), punto menos que bruto, aumentándose con las plantas y vegetándose con las flores. Pero llega el tiempo en que también el alma sale de mantillas, ejerce ya la vida sensitiva, entra en la jovial juventud, que de allí tomó apellido: ¡Qué sensual, qué delicioso! no atiende sino a holgarse el que nada entiende, no vaca al noble ingenio, sino al delicioso genio: Sigue sus gustos, cuando tan malo le tiene. Llega al fin, pues siempre tarde, a la vida racional y muy de hombre, ya discurre y se desvela; y porque se reconoce hombre, trata de ser persona, estima el ser estimado, anhela al valer, abraza la virtud, logra la amistad, solicita el saber, atesora noticias y atiende a todo sublime empleo. Acertadamente discurría quien comparaba el vivir del hombre al correr del agua, cuando todos morimos y como ella nos vamos deslizando. Es la niñez fuente risueña: nace entre menudas arenas, que de los polvos de la nada salen los lodos del cuerpo, brolla tan clara como sencilla, ríe lo que no murmura, bulle entre campanillas de viento, arrúllase entre pucheros y cíñese de verduras que la fajan. Precipítase ya la mocedad en un impetuoso torrente, corre, salta, se arroja y se despeña, tropezando con las guijas, rifando con las flores, va echando espumas, se enturbia y se enfurece. Sosiégase, ya río, en la varonil edad. Va pasando tan callado cuan profundo, caudalosamente vagoroso, todo es fondo, sin ruido; dilátase espaciosamente grave, fertiliza los campos, fortalece las ciudades, enriquece las provincias y de todas maneras aprovecha. Mas ¡ay!, que al cabo viene a parar en el amargo mar de la vejez, abismo de achaques, sin que le falte una gota; allí pierden los ríos sus bríos, su nombre y su dulzura; va a orza el carcomido bajel, haciendo agua por cien partes y a cada instante zozobrando entre borrascas tan deshechas que le deshacen, hasta dar al través con dolor y con dolores en el abismo de un sepulcro, quedando encallado en perpetuo olvido.

SABER MÁS…

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes nos ofrece abundante material para aquellos/as que os sintáis interesados/as por la obra de Baltasar Gracián.

También podéis consultar la página de Elena Cantarino sobre Gracián.

Podéis echar un vistazo también al estado de la cuestión de los estudios sobre Gracián en este estudio de la eminente Aurora Egido, profesora de la Universidad de Zaragoza, especialista en la literatura de los Siglos de Oro y  miembro de la Real Academia de la Lengua.

De la misma profesora podemos oír unas excelentes conferencias pronunciadas en la Fundación Juan March:

La primera conferencia se titula: Baltasar Gracián, su vida, su obra, su tiempo: el curso de la vida en un discurso y la podéis escuchar aquí:

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La segunda se titula: De la agudeza nominal a la agudeza de acción. 

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La Institución Fernando el Católico ha digitalizado las obras de Gracián. Consúltalas aquí.

También podéis echarle un vistazo a la página de Emilio Blanco sobre el autor aragonés.

La Gran Enciclopedia Aragonesa ha dedicado varios artículos a Baltasar Gracián. Puedes consultarlos aquí.

La Universidad de Zaragoza os ofrece también diversos materiales en su página Gracián Virtual.

Para terminar un poema del escritor argentino Jorge Luis Borges, titulado Baltasar Gracián:

Laberintos, retruécanos, emblemas
helada y laboriosa nadería,
fue para este jesuita la poesía
reducida por él a estratagemas.

No hubo música en su alma; solo un vano
herbario de metáforas y argucias
y la veneración de las astucias
y el desdén de lo humano y sobrehumano.

No lo movió la antigua voz de Homero
ni esa, de plata y luna, de Virgilio:
no vio al fatal Edipo en el exilio
ni a Cristo que se muere en un madero.

A las claras estrellas orientales
que palidecen en la vasta aurora,
apodó con palabra pecadora
gallinas de los campos celestiales.

Tan ignorante del amor divino
como del otro que en las bocas arde,
lo sorprendió la Pálida una tarde
leyendo las estrofas del Marino.

Su destino ulterior no está en la historia;
librado a las mudanzas de la impura
tumba el polvo que ayer fue su figura,
el alma de Gracián entró en la gloria.

¿Qué habrá sentido al contemplar de frente
los Arquetipos y los Esplendores
quizá lloró y se dijo: Vanamente 
busqué alimento en sombras y en errores.

¿Qué sucedió cuando el inexorable
sol de Dios, la Verdad, mostró su fuego?
Quizá la luz de Dios lo dejó ciego
en mitad de la gloria interminable.

Sé de otra conclusión. Dado a sus temas
minúsculos, Gracián no vio la gloria
y sigue resolviendo en la memoria
laberintos, retruécanos y emblemas.
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